Moya del Pino, el prieguense que 'exportó' a Velázquez a América
Arte
El cronista de Priego, Miguel Forcada, publica la apasionante biografía de este retratista que vivió en Granada y Madrid hasta que se instaló en San Francisco
El retratista y muralista José Moya del Pino, que llevó la pintura de Velázquez a América a principios del siglo XX, ha visto reivindicada su figura, desconocida hasta que el cronista de su localidad natal (Priego de Córdoba), Miguel Forcada, ha publicado su biografía. En José Moya del Pino. Dos vidas de artista (El Ojo de Poe, 2020), Forcada narra cómo una referencia en una revista de la Universidad de Granada, Cuadernos de Arte, le dio la pista de su existencia, tras la que se puso a investigar sobre su figura, una "indagación que ha durado casi veinte años".
Era "un artículo sobre el ambiente de los pintores granadinos de finales del siglo XIX y primeros del XX" donde se le hacía una referencia como "nacido en Priego de Córdoba, aunque todos le consideraban granadino", recuerda en una conversación con Efe Miguel Forcada, responsable de los patronatos del Ayuntamiento de Priego de Córdoba, el Alcalá-Zamora y el del Museo Lozano Sidro, del que asume la dirección.
No se sabe el origen de la relación con el duque de Alba, pero la investigación sobre la trayectoria del pintor, que abandonó Priego, donde había nacido en 1890, para residir primero en Granada y después, a partir de 1907, en Madrid, ha constatado que el noble le patrocinó una copia de todas las obras de Velázquez en el Museo del Prado.
Forcada afirma que esa necesidad de difundir los cuadros en color y tamaño natural surgió al ver en 1920 en Londres una exposición de fotografías en blanco y negro del pintor sevillano, lo que le llevó a la conclusión de que "nadie podía hacerse una idea de su obra así". El pintor fraguó con el XVII duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, lo que su biógrafo cree "el episodio más relevante de su vida", llevar a exponer las 42 copias de Velázquez a América.
Las hizo a sueldo de la Casa de Alba, entre finales de 1922 y 1925. Con su patrocinio y con el Alfonso XIII, y sendos retratos de ambos, partió hacia Nueva York. La intención era, afirma Miguel Forcada, que firma el libro junto a una de las nietas del pintor, Paola Coda Nunziante, "hacer una exposición itinerante por Estados Unidos" y prolongarla por América Latina. Pero la muestra no pasó de San Francisco, donde "se da cuenta de que no puede seguir porque no tiene ni un duro, pide ayuda a los hispanos que viven allí, algunos muy bien colocados, y le aconsejan que las entregue en depósito a la Universidad de Berkeley".
Las copias y el pintor corren destinos distintos. Las obras de Velázquez se colgaron en la biblioteca de Berkeley, "donde 15 o 20 años más tarde se hace una reforma para bajar los techos para mejorar la iluminación y la colección no se vuelve a colocar". "A partir de ahí -asevera Forcada- hay un desmadre y, da cosa decirlo, pero la Universidad de Berkeley no controló la colección y hubo ventas, robos y de todo, de tal manera que las copias están ahora en medio mundo".
Una de las de gran formato se encuentra en Hawai, Las Hilanderas está en Tokyo, mientras la familia logró recuperar algunas y las tiene la hija mayor en Siena (Italia), donde reside. Otras, como Las Meninas, no se sabe dónde fueron a parar. Esa primogénita, Beatriz Diana, fue uno de los tres hijos de su matrimonio con Helen Horst, integrante de una "familia riquísima", cuando ya había comenzado su carrera como pintor en Estados Unidos. "Le cogió la Gran Depresión de 1929 y logra meterse en el New Deal entre los artistas contratados por el Estado", refiere Forcada.
Moya del Pino "se une al grupo de los muralistas mexicanos, entre ellos Diego Rivera, pero trabajó también solo", de lo que se conservan trabajos como el de la Torre Coit, en San Francisco. También cultivó el retrato y sus obras cuelgan en museos de Estados Unidos y en colecciones privadas. El pintor regresó a España una única vez, en 1934, cuando renovó el pasaporte caducado desde 1926.
Para el autor de su biografía, "uno de los misterios que queda sin resolver en el libro es si intentó contactar con su paisano, Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República". Tampoco se conoce qué paso con el retrato del duque de Alba, que en el folleto de la exposición también exhibe su título de conde duque de Olivares, que viajó a América con la exposición y que consta que regresó a España.
José Moya del Pino consiguió sacar desde el puerto de Alicante a su madre y su hermana durante la Guerra Civil y reunir todo su núcleo familiar en Ross (San Francisco), donde falleció en 1969 a los 79 años y donde tiene dedicada una biblioteca.
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