Charo, Paloma, Pura... Mujeres que rompen barreras en la Córdoba rural
Empoderamiento
Con ganas, esfuerzo y acabando con muchos mitos, mujeres de toda la provincia llevan a cabo proyectos pioneros e innovadores
El Día Internacional de la Mujer Rural reconoce desde el año 2008 la labor de las mujeres en los núcleos rurales “por su contribución en el desarrollo rural y agrícola, la erradicación de la pobreza y la mejora en la seguridad alimentaria”, según la declaración de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Cada día son más las mujeres que se unen a esta lucha, lideran proyectos pioneros y dirigen instituciones o empresas en un mundo que no se lo pone nada fácil, que está dirigido por hombres y en el que “tienen que demostrar el doble” que ellos lo que son capaces de hacer, ya que por el hecho de ser mujer la sociedad cuestiona la capacidad de hacer algunos trabajos en los que el hombre “es más válido” por su fuerza, experiencia o tradición en el puesto. Algo en lo que coinciden la mayoría de mujeres que han conseguido a día de hoy estar donde quieren, con mucho esfuerzo y “rompiendo muchas barreras y estereotipos establecidos”, según cuentan.
En la provincia de Córdoba se pueden hallar evidencias de ello, y es que desde los ayuntamientos e instituciones de todo el territorio cordobés se están realizando jornadas, talleres y distintas iniciativas para concienciar sobre la valía de las mujeres en este entorno, animando a muchas que todavía no han dado el paso hacia el empoderamiento. Un trabajo que no solo se lleva a cabo durante el mes de octubre, en el que se conmemora la labor de ellas.
Colectivos, organizaciones y administraciones caminan cada día hacia una sociedad igualitaria también para la mujer rural, y es que otro aspecto en el que coinciden todas las protagonistas es en que hay muchas más mujeres liderando empresas, iniciativas o proyectos de lo que parece. Lo que ocurre es que, desgraciadamente, gran parte de ellas todavía lo hace en la sombra y los que ponen la cara son sus hijos, maridos o hermanos.
Esto, unido al problema de despoblamiento que sufren algunas localidades de la provincia e incluso a la falta de cotización de las mujeres que dependen de la figura masculina, hace más complicado el desarrollo y avance en el mundo rural. Pero otras muchas lo hacen en primera persona, disfrutando de un entorno estigmatizado y que en ocasiones parace ser “inferior” a la ciudad. Ellas tienen claro que no lo es y que van a luchar por poner su pueblo, campo o empresa en lo más alto: rompiendo barreras en un mundo todavía hecho para que trabajen los hombres. En cualquier rincón de la provincia, de Norte a Sur y de Este a Oeste, hay pioneras y emprendedoras que ejemplifican esta lucha.
La primera alcaldesa de Zuheros
Es el caso de la alcaldesa de Zuheros, Manuela Romero, Manuela Romero (PSOE), que lleva más de diez años al frente de una de las poblaciones más pequeñas de Córdoba. Cuando ella llegó a la política tuvo que esforzarse en demostrar lo que podía hacer en una población pequeña en la que “muchos piensan que por ser mujer no lo vas a hacer igual que un hombre”, y en la que, hasta aquel momento, solo habían gobernado hombres.
“Tuve que hacer un doble esfuerzo para llegar a la Alcaldía, convencer de lo que quería hacer por el pueblo y de que era capaz de hacerlo. De un hombre no se pone en duda que lo vaya a hacer mal por el hecho de ser hombre, como fue mi caso”, explica Romero, que continúa en el cargo. Su experiencia ha sido buena, en una sociedad en la que la mayoría de dirigentes políticos son hombres. Lo más complicado para ella ha sido la cercanía que supone una Alcaldía y la difícil conciliación con la vida familiar y social, que “se deja a un lado”. La alcaldesa de Zuheros apuesta por la igualdad, con una corporación integrada por tres mujeres y cuatro hombres. “Desde que yo gobierno siempre ha habido paridad”, destaca.
En este sentido, explica que hay sectores como el comercio local en los que las mujeres son protagonistas, pero “tenemos que avanzar en las responsabilidades de las mujeres y que consigamos más peso en empresas y gerencias”. Desde 2011, el Ayuntamiento de Zuheros, al mando de Manuela Romero, está trabajando para que exista más paridad en el trabajo.
“El feminismo existe para que llegue un momento en el que no tengamos que hablar de hombres o mujeres, aunque es complicado en un pueblo pequeño”, asume Romero, quien destaca que “la clave está en perder hábitos”. “La mujer ya no es la persona que se dedica a estar solo en la casa, sino que también trabaja y la vivienda tiene que ser cosa de dos”, recuerda la alcaldesa. Algo que tienen que empezar a aplicar las generaciones más jóvenes, según ella, para que sigan su día a día de la misma forma que el hombre.
Vocación por las ovejas
Otro ejemplo de mujer rural que decide luchar por lo que le gusta es Paloma Muñoz, una joven de Carcacuey que está a punto de finalizar su formación en la Escuela de Pastores de Andalucía y adora los animales y el campo. A sus 25 años, Paloma Muñoz tiene muy claro que su futuro no está en la ciudad, por lo que está formándose para buscarse un hueco en el sector ganadero.
“La mayoría de pastores son hombres pero cada vez hay más mujeres”, cuenta la joven. Desde que comenzó su andadura en el campo ha tenido que enfrentarse a muchas situaciones en las que “los hombres, de forma servicial, se ofrecen a hacer el trabajo porque creen que por ser mujer me va a costar más trabajo, que no tengo la misma capacidad”, cuenta.
Pero está segura de que puede hacerlo igual que un hombre y que se trata “más de maña que de fuerza”. “¿Por qué no voy a ser capaz de hacerlo si tengo dos manos y dos pies igual que cualquier hombre”, insiste, ya que no son pocas las veces en que se ha cuestionado si puede desempeñar ese trabajo.
“En el momento en que te ven trabajar se dan cuenta de que sí puedes hacerlo, igual o mejor”, señala. Paloma quería estudiar Veterinaria pero después de superar el Ciclo Formativo de Grado Superior de Ganadería y Asistencia en Sanidad Animal se dio cuenta de que “no quería tener la responsabilidad de una veterinaria, a pesar de haber querido serlo siempre”, relata.
Por ello se quedó con lo que más le llamaba la atención de la profesión, “ciudar y vigilar a los animales desde más cerca”. En menos de un mes finaliza sus estudios en la Escuela de Pastores de Granada, en la que disfruta cada día de todo lo que está aprendiendo. El mundo ecológico es lo que más le llama la atención. Concretamente, las ovejas de uso cárnico que se crían en libertad. “Me fascina verlas disfrutar en el campo y poder ciudarlas de la mejor forma”, añade Muñoz. Ella y sus ocho compañeras de la escuela están a punto de incorporarse al mundo laborar y esperan que cada vez sean más las que se unan para eliminar la etiqueta de “trabajo de hombres” a la que todavía se enfrentan.
A pie de vid
El mundo del vino, el campo, y el cultivo de la uva es herencia familiar para Charo Jiménez, la administradora del Lagar La Primilla, situado en la sierra de Montilla. Junto a su hermana, se ha dedicado a hacer todos los trabajos que requiere este fruto, elaborando unos caldos que destacan por su calidad y dedicación, aunque para ello, ha tenido que romper muchos estereotipos. "Que una mujer coja una motosierra o que esté en el proceso de fermentación no estaba bien visto para muchos, era algo incomprensible".
En el Lagar se encarga de todas las tareas pertinentes, al igual que todos los que trabajan allí, sin distinción de género. "Han llegado señores a comprar vino que me han preguntado que dónde está el hombre porque creen que un hombre sabe más de vino que yo. A muchos les gusta más cuando hay un hombre", ha comentado. Pero ella no ha parado de luchar por el negocio familiar, y a día de hoy vende, administra y dirige visitas guiadas en sus instalaciones, encargándose sobre todo de la parte de enoturismo.
"Empezamos en el campo y todo lo que hacíamos se examinaba mucho más que lo que hacía cualquier hombre. Se suponía que nosotras no lo íbamos a hacer de la misma forma que los trabajadores", ha añadido. Con respecto a la fermentación, había una leyenda que suponía que las mujeres durante sus días de menstruación, si se acercaban al vino, la estropearían. Mito de alejaba a la mujer del trabajo y hacía que no la dejaran hacer. "Esta y muchas cosas más hemos tenido que demostrar, pero ha costado mucho trabajo eliminar la creencia".
Actualmente trabajan en la empresa tres hombres y tres mujeres, pero son ellas las caras visibles. Las que lideran y demuestran que pueden hacer un producto de calidad. Un vino que ya no rechazan porque lo lleven mujeres, pero que cuando muchos lo descubren, se sorprenden. "Nadie se sorprende si un hombre hace bien estos trabajos, porque se supone que lo va a hacer sin problema".
Para Charo todavía hay mucho camino que recorrer, pero ella, se esfuerza cada día por aportar su granito de arena para seguir rompiendo barreras y caminar hacia la igualdad real. Por eso, anima a todas las mujeres del campo a demostrar lo que valen.
Apuesta por el consumo ecológico
Cuando todavía no estaba de moda lo ecológico, ni la sociedad estaba tan concienciada con el medio ambiente, hace ahora 22 años, Pilar Moraño se formó en la cría de gallinas ecológicas y decidió montar una cooperativa con algunos compañeros. A día de hoy ha convertido esta pequeña cooperativa en una granja ecológica de casi 12.000 gallinas, que distribuye huevos a toda España. En su trayectoria, no se ha encontrado ninguna piedra en el camino que le impida hacer lo que quería, "siempre he tirado del carro, como he podido", ha señalado.
Moraño dirige esta empresa familiar situada en Villaralto y cuenta, como sin saber, en el año 2000, "cogí mi maleta y me fui al Cote Ingles de Madrid a vender mis productos, sin saber, pero con ganas". Pe
ro esta empresa no es su única dedicación, también es auxiliar de enfermería. Ya está a punto de jubilarse, y ahora va a tener más tiempo de dedicarse a lo que le gusta, su granja. "Voy a seguir llevando la empresa, con ayuda de mis hijos".
Ecológica Los Pedroches, distribuye huevos avalados por el Organismo Certificador de producción ecológica a rincones como Cataluña, País Vasco o Valencia. "En Córdoba y en Andalucía todavía no estamos muy convencidos con lo ecológico", algo en lo que hay que avanzar. En el campo, también hay mucho que avanzar, "hay muchas mujeres que están en la sombra y que se encargan de todo, aunque no sean la cara visible". En esta línea, anima a todas a que no sean dependientes y que sean capaces de dar el salto.
A su edad, no hay nada que le haya impedido hacer lo que quiere. Vivir en una localidad pequeña no le ha impedido formarse y llegar lejos, orgullosa de poder finalizar su vida laboral muy pronto, aunque no su pasión.
Innovación turística
Pura Medina pertenece a una familia de ganaderos de Los Pedroches y después de años de trabajo tuvo la idea de reconvertirse al turismo y mostrar cómo viven los animales de la mayor dehesa de encinar de Europa. “Quería enseñar el origen del jamón ibérico y dar a conocer cómo viven los cerdos en la dehesa”, explica.
Con su negocio contribuye también al turismo rural que en ocasiones no tiene tanta visibilidad, pero que esconde rincones y peculiaridades únicas. En la dehesa de Villanueva de Córdoba, Pura Medina y su familia cuentan con un cortijo y, tras años de dedicación a la finca, tomó la iniciativa de convertirlo en vivienda turística, siendo el resultado lo que a día de hoy es una realidad: Las Lagartosas.
Para ella, el hecho de ser mujer no ha supuesto ningún impedimento para llevar a cabo su trabajo: “Sí ha resultado difícil levantar un negocio y todo lo que esto supone hasta verlo funcionando”, reconoce. Junto a su familia, y ella al mando, no para de trabajar por un proyecto “pionero” en Los Pedroches y que está dando muy buen resultado. Los años de pandemia se han notado en Las Lagartosas, pero “parece que poco a poco la gente está volviendo al campo”.
Y ella está encantada de mostrar lo que le rodea, algo que, confiesa, “el público valora bastante”. En la página web de la empresa turística se puede observar la variedad de servicios con los que cuentan, que incluyen rutas, visitas a pueblos e incluso visionado del cielo nocturno, algo muy de moda últimamente. Pura Medina cree que ser mujer no supone ser menos, que todas las personas son capaces de hacer su trabajo con la misma valía.
“Lo que hace falta es trabajar y ponerle ganas a lo que se hace, sin ponerse ninguna barrera y pensar que puedes valer menos que un hombre”, subraya esta empresaria jarota. Algo que ella no se ha planteado en ningún momento. Este complejo es una empresa familiar con tradición ganadera. La idea de Pura fue reinventarse y todos remaron hacia la misma dirección. Nunca dudaron de su iniciativa, “ni por novedosa ni por ser mujer”.
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