La pandemia consume como "un mal sueño" la mitad del mandato en los municipios de Córdoba
Balance
Los alcaldes recuerdan la “soledad” que sintieron durante los primeros meses de crisis sanitaria
La sensación para muchos es que el ciclo político prácticamente se ha perdido
“De repente nos llegó una pandemia sin ningún libro de instrucciones y desde la soledad más absoluta”. Es la reflexión de la alcaldesa de Montoro, Ana María Romero (PSOE), para referirse a los dos años ya consumidos del mandato, un tiempo devorado por el virus SARS-CoV-2 que obligó a los ayuntamientos en marzo de 2020 a reformular sus planteamientos, dejar en segundo plano los proyectos y centrarse en la salud pública.
Es un sentimiento compartido por alcaldesas y alcaldes de pueblos pequeños y de ciudades medidas de cualquier comarca: del Alto Guadalquivir a la Subbética, de la Campiña Sur al Alto Guadiato, del Guadajoz a la Vega del Guadalquivir. En esta primera parte del mandato no se ha trabajado, se ha luchado, se ha batallado. Y, sobre todo, poco han importado los colores políticos a la hora de enfrentarse a los problemas del día a día: “Hemos aprendido sobre la marcha, y ahora sabemos cómo se desinfecta una calle o qué protocolos hay que aplicar en una residencia de mayores. Durante la campaña electoral, esto era impensable”.
“Jamás habría imaginado que esto nos fuera a suceder”, confiesa de la misma manera la primera edil de Villanueva de Córdoba, Dolores Sánchez (PP), quien también recurre a la palabra “soledad” para referirse a los momentos más duros de la crisis sanitaria: “Recuerdo las primeras semanas en el Ayuntamiento. Venía todos los días. Las calles estaban vacías y el teléfono no paraba de sonar. La soledad imponía y no sabías cómo aclarar las dudas. ¿Puedo ir al campo? ¿Puedo ir a cuidar de mis animales? No sabías qué responder, porque lo que un día era válido al día siguiente no”.
Conforme van pasando los meses, alcaldes y alcaldesas conservan de aquellos momentos el recuerdo “de un mal sueño”. “Hace un tiempo, hablando en la Diputación con un grupo de regidores, todos coincidíamos en la sensación de que el mandato está perdido. No hemos tenido la oportunidad de desarrollar los proyectos que presentamos con tanta ilusión durante la campaña electoral. Y la preocupación por lo que pueda venir no se va nunca. De pronto te confirman que un vecino ha dado positivo, o que han tenido que aislar a los niños de una clase...”.
Eran preocupaciones, hasta marzo de 2019, inexistentes, pura ciencia ficción que se convirtió en realidad de la noche a la mañana. Y la gestión municipal, centrada como era lo habitual en el desarrollo de suelo industrial, el arreglo de calles o el embellecimiento de parques y jardines, quedó en segundo plano. O en un “segundo nivel”, como admite la alcaldesa montoreña y corroboran otros regidores, volcados en una desescalada que está siendo “tan dura” como los meses de confinamiento.
“La prioridad en todo este tiempo ha sido utilizar los medios que tenemos para comprar material, desinfectar, instalar purificadores de aire en los colegios y ayudar a nuestras empresas”, explica la regidora jarota. En Villanueva de Córdoba, por ejemplo, se han aprobado tres modificaciones presupuestarias en poco tiempo para ayudar a empresarios, comerciantes e impulsar las contrataciones; también se ha creado un plan de empleo para contratar a trabajadores.
Son decisiones que se han repetido en toda la provincia, cada ayuntamiento con los medios a su alcance, desde el más pequeño, Fuente La Lancha, hasta el mayor, Lucena. En Pozoblanco, por ejemplo, dos presupuestos municipales, el de 2020 y 2021, han estado totalmente enfocados en reflotar las actividades económicas más perjudicadas por la pandemia, la hostelería y el comercio, así como a las familias más necesitadas, mientras que los grandes proyectos previstos para el municipio, como la residencia de mayores, la ampliación del polígono industrial y la reforma del mercado de abastos han quedado en suspenso hasta nuevo aviso.
Sin una dotación presupuestaria de calado por el zarpazo de la pandemia, solo se han podido dar algunos pasos, como el estudio de necesidades para la residencia de mayores. Sí se ha podido abrir al público el Centro Impulsa 10, ideado como un espacio de formación y de generación de ideas emprendedoras y apoyo a nuevos emprendedores, un centro digitalizado que ha supuesto un revulsivo para revitalizar la economía local.
Volviendo a Montoro, la alcaldesa subraya la idea de que, de manera paralela a la lucha sanitaria, los ayuntamientos han intentado mantener la gestión y poco a poco regresan las obras a las calles y se impulsan proyectos “de peso” como la ampliación del cementerio, la habilitación de nuuvos aparcamientos, el impulso a los polígonos industriales o la mejora paisajística, “proyectos de ciudad”. Y sin olvidar, dice la alcaldesa, la cultura, el deporte y, en fin, la vida “a la montoreña”.
También en Montilla se intenta salir de la crisis a la montillana. El equipo de gobierno liderado por el socialista Rafael Llamas fue de los primeros en diseñar un plan municipal, Remontamos, que ha llenado de mensajes de ánimo los principales edificios de la ciudad.
Llamas subraya, en este sentido, que aunque la pandemia ha dejado una huella indudable en la gestión municipal, el Ayuntamiento se ha esforzado al máximo en gestionar los seis millones de fondos europeos Edusi, con proyectos como la remodelación de las naves de Envidarte, la reforma de la calle Puerta de Aguilar o la mejora de infraestructuras deportivas, proyectos “de peso” –enumera– junto a otros como la rehabilitación de la avenida de Andalucía o la adquisición del Parador. Y, de manera paralela, subraya el alcalde, el Ayuntamiento ha sostenido “la prestación de servicios públicos minimizando las circunstancias adversas derivadas de la pandemia”.
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