Como el parto de la burra
Puerto del Calatraveño
La decisión del Gobierno del PP en la Diputación de demorar los presupuestos es entendible y hasta lógica, aunque su gesto hacia los tres partidos de la oposición ha sido poco inteligente, más bien torpe

LA expresión "esto es el parto de la burra" necesita de pocas explicaciones. Casi todo el mundo sabe que el proceso de gestación de este animal, tan históricamente ligado a la historia de nuestros municipios y de todo lo que tiene que ver con lo que ahora se llama mundo rural, suele durar aproximadamente un año y, cuando llega el momento de parir, pueden pasar varias horas hasta que se consuma el nacimiento de un nuevo asno. De ahí que cuando algo se demora en el tiempo se recurra en el argot castizo a la frase "esto parece el parto de la burra". Algo parecido se pueden aplicar a esta nuestra Diputación, la de todos los cordobeses, que está todavía sin presupuestos a estas alturas del año, pero que serán aprobados por el Pleno en unos días.
No obstante, algo sabemos ya. Esta semana hemos conocido que el equipo de gobierno del PP tiene diseñado una propuesta de cuentas para la institución provincial, aunque no es menos cierto que ha costado, que ha sido casi como el parto de la burra, porque en el Palacio de la Merced se está acostumbrado a que estas cosas de los números y partidas se discutan en el tramo final del año y no en los albores del ejercicio.
Las razones de por qué no se ha elaborado antes el presupuesto, como suele ocurrir con estas cosas, están claras para unos (los que gobiernan) y mucho más confusas para el resto (los que están en la oposición). En el caso del PP se apela a la responsabilidad con el argumento de que sería temerario aprobar unas cuentas sin saber previamente cuál será la parte del pastel que le toca a la Diputación en el reparto de fondos que realiza en Estado y la Comunidad Autónoma Andaluza. Añaden que, una vez que conocían esos datos, es cuando se han puesto manos a la obra para elaborar un proyecto "realista".
La verdad es que tiene sentido la maniobra, sobre todo porque se deja claro desde el momento de la aprobación cuál será el montante que gestionará cada área y dónde están las prioridades de quienes gobiernan. En el lado opuesto está la oposición, sobre todo el PSOE, que es el grupo mayoritario. En sus filas no entienden cómo es posible que un partido -el PP- que gobierna con una holgada mayoría absoluta no aprobó los presupuestos de la Diputación a finales del año pasado, puesto que tiene datos que indican cuáles serán las aportaciones que reciba de otras administraciones y cuenta además con el respaldo suficiente en el Pleno como para realizar modificaciones puntuales a esas mismas cuentas cuando las circunstancias económicas así lo requieran.
Uno y otro tienen argumentos como para defender su postura, así que es el Gobierno provincial el que tiene la última palabra y el que ha optado por una solución que, cuando menos, es perfectamente entendible y lógica.
Otra cosa muy distinta es la actitud que está demostrando el PP a la hora de llevar el asunto de los presupuestos al debate político. De momento, ha logrado algo que parecía improbable al inicio del actual mandato, como es que la oposición de PSOE, IU y Unión Cordobesa hagan piña y se quejen del trato que reciben del equipo de gobierno. Apenas habían pasado 24 horas de la presentación de los presupuestos a los medios informativos cuando estas tres fuerzas lanzaron un comunicado en el que dercían que de los presupuestos saben lo justo, lo que habían leído en la prensa, y que el PP actúa con "falta de respeto a los usos democráticos, ignora a los grupos de la oposición, ocultándoles información necesaria". El texto es durísimo y contudente.
Más allá de los matices que cada uno quiera aportar, lo que está claro es que la postura del Gobierno provincial en este asunto no ha sido excesivamente inteligente, más bien torpe. En primer lugar, los grupos de la oposición, los tres -unos con más énfasis y otros con un tono más conciliador-, llevan meses quejándose de que se les ningunea, así que no les pilla de sorpresa este gesto, que hubiera sido fácil de evitar con un poco de voluntad política.
En segundo lugar, el PP ha olvidado -no sé si de manera intencionada- que esa queja de la oposición es la misma que ellos mismos siempre reprocharon a los antiguos gestores de la Diputación, por lo que flaco favor se hacen a si mismos actuando de esta manera.
Por último, recurriré a una frase del profesor Rodríguez Braun, dicha el pasado jueves en Pozoblanco, cuando apuntó que "la misión ahora de los políticos es la de no fastidiar". Pues lo dicho, señorías. ¡No nos fastidien, por favor!
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