El gran puzzle que ha permitido reconstruir las espectaculares pinturas murales de la villa romana de El Ruedo de Almedinilla

Subbética

Los arqueólogos recuperan parte de la decoración original de la sala de baños, con estucos de color que imitan el mármol verde

Integración de los mosaicos reproducidos.
Integración de los mosaicos reproducidos. / Ignacio Muñiz

La villa romana de El Ruedo recupera parte del esplendor perdido. Quienes a partir de ahora visiten el yacimiento arqueológico de Almedinilla, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), podrán imaginar de una manera más fidedigna cómo era la vida en una casa de campo de entre los los siglos I y VII después de Cristo, cómo era su ambiente, cómo estaba decorada. Y es que el Ayuntamiento, a través del Museo Histórico, ha restaurado parte de las espectaculares pinturas de la sala de baños (Hypocastum) y ha reintegrado mosaicos que se encontraban guardados en los talleres de la institución cultural.

El restaurador Gonzalo Casas, autor de los trabajos, se ha tenido que enfrentar a un gran rompecabezas. La sala de baños de la finca, ricamente decorada en sus paredes, conserva sobre el terreno una gran cantidad de fragmentos de estuco policromado, pero también otros muchos que se pudieron recuperar durante las labores de excavación y que se encontraban catalogados y almacenados. El objetivo era reconstruir el muro Norte y reintegrar los 35 fragmentos que se habían podido recomponer como un gran puzzle pertenecientes a la parte superior derecha de la pared.

Y esto se sabe, como expone el informe de la intervención firmado por el arqueólogo municipal, Ignacio Muñiz, porque uno de los fragmentos posee una leve curvatura que marca el comienzo del techo original de la habitación, ligeramente abovedado, donde el motivo pictórico ya comienza a reflejar las orlas y las flores con las que se decoró. El resto de los pedazos reintegrados son una imitación de mármol.

Perspectiva de la villa de El Ruedo, con los paneles reconstruidos al fondo.
Perspectiva de la villa de El Ruedo, con los paneles reconstruidos al fondo. / Ignacio Muñiz

Las piezas de estuco empleadas no habían tenido ninguna intervención de conservación previa, y se encontraban catalogadas y guardadas en cajas herméticas de plástico, a una temperatura y humedad constante, sin sufrir deterioro alguno. Esto ha permitido que conserven la viveza de los colores, fundamentalmente, lo que contrasta con las pinturas conservadas in situ que, aun habiendo tenido varias actuaciones de consolidación y restauración, por el hecho de haber sufrido la incidencia de los rayos de sol han perdido parte de la intensidad, detalla Muñiz. La diferencia, ahora, salta a la vista.

Para la reconstrucción de la pared, se procedió primero a casar los distintos fragmentos sin unión utilizando cajas de madera sobre fondo de arena de cuarzo. Basándose en los estudios previos, e "intentando profundizar y ampliar la reconstrucción" -explican los arqueólogos-, se realizó el encaje de todas las piezas con aristas coincidentes y se propuso la reubicación de los fragmentos inconexos. Finalmente, se montaron sobre dos láminas de Aerolan (un panel sándwich de fibra de vidrio), que se ha estucado y policromado y que permite visualizar cómo era la sala originalmente. La intervención, en todo caso, es reversible.

La decoración en la sala del Hypocastum consiste en un estrecho rodapié rojo de 10 centímetros sobre el que se levanta un zócalo corrido a lo largo de toda la estancia. Está formado por una ancha franja verde de 40 centímetros sobre la que se han trazado, en la parte superior, una serie de filetes en negro que marcan el límite. Por encima se encuentra la zona central, que está en gran parte perdida aunque lo conservado permite reconstruir el esquema empleado con pilastras blancas con un efecto de perspectiva.

En el techo, la decoración es floral y vegetal alrededor de un círculo central rojo, aunque se conservan escasos restos de tallos muy deteriorados que quizás fueron utilizados como elemento de separación de paneles. Estas pinturas forman parte de una "decoración cuidada", tanto por la realización de imitaciones marmóreas de mayor calidad como por la utilización de esquemas decorativos no representados en ninguna otra estancia de la villa, destaca Muñiz.

Fragmento de mosaico reintegrado.
Fragmento de mosaico reintegrado. / Ignacio Muñiz

En cuanto a los mosaicos, se han restaurado cuatro fragmentos extraídos en 1989 tras las primeras excavaciones arqueológicas en la villa. Pertenecen a diferentes estancias y se ha traslado a su habitación original uno de ellos, el correspondiente con el peristilo. Para ello, se ha llevado a su lugar original, donde se ha practicado un hueco de similares dimensiones horadando el mortero de cal y arena moderno con el que se realizó en su día el paseo perimetral que permite la visita. Finalmente, fue cubierto con un cristal resistente adaptado para pisar sobre él.

Los arqueólogos recuerdan que los mosaicos de El Ruedo parecen tener clara influencia norteafricana, con cronología de finales de los siglos III y IV. Llama especialmente la atención la ausencia total de motivos figurados en la decoración de los pavimentos, característica principal de la corriente orientalista que experimenta este arte en Hispania desde mediados del siglo IV y durante el siglo V y que "puede hablarnos de su aspecto más utilitario", explica Muñiz.

La presentación en sociedad de los trabajos será este viernes con una visita a cargo del restaurador Gonzalo Casas y del propio arqueólogo municipal. A las 20:30, además, se desarrollará un taller gratuito familiar sobre la pintura en la Antigua Roma a cargo de María Castro, educadora artística y Cultural e Historiadora del Arte. Se explicarán las pinturas de la villa romana, se identificarán pigmentos naturales en piedra y polvo y se pintará una recreación de la pintura al fresco sobre paneles. Las plazas son limitadas y se requiere reserva previa en los teléfonos 957 70 33 17 ó 606 97 20 70.

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