La Policía Nacional da casi por seguro que el cadáver hallado en Lucena es el de un vecino desaparecido

Pedro Mayorgas, de 83 años, desapareció de su domicilio el pasado 29 de febrero

Un gran dispositivo retoma la búsqueda de Pedro Mayorgas en Lucena

Puesto de mando avanzado para la búsqueda de Pedro Mayorgas en Lucena.
Puesto de mando avanzado para la búsqueda de Pedro Mayorgas en Lucena. / El Día
Efe

24 de octubre 2024 - 18:12

La Policía Nacional da casi por seguro que la persona hallada muerta el entorno del río Lucena el pasado martes es el vecino de 83 años de esta localidad del mismo nombre, Pedro Mayorgas, que desapareció el pasado 29 de febrero, por lo que de momento no se trabaja en otras hipótesis. Fuentes policiales han informado este jueves que el avanzado estado de descomposición que presentaba el cadáver dificulta su identificación sin pruebas de ADN, pero que por las características del cuerpo y las circunstancias en las que fue encontrado todo indica a que se trata de la persona desaparecida.

Las pruebas de ADN a la que se ha sido sometido el cuerpo determinarán de manera definitiva si se trata de la persona desaparecida hace casi ocho meses. La Policía sí ha constatado que el cadáver, encontrado en un lugar de difícil acceso del río Lucena, no presenta signos de violencia. El cuerpo fue encontrado junto al Parque del Cascajar de Lucena, la misma zona donde el pasado mayo se realizó una amplia búsqueda del vecino desaparecido ya que era la última señal que registró su teléfono móvil. Una de las hipótesis que manejan las fuentes consultadas por este periódico es que el cuerpo haya sido arrastrado hasta ese lugar en una de las últimas crecidas del río Lucena.

La familia denunció la desaparición el jueves 29 de febrero. El último contacto fue aquella jornada a mediodía, cuando fueron a llevarle la comida a su casa. Por la tarde no recibieron ninguna llamada, lo que les extrañó, unas sospechas que se confirmaron el viernes cuando la mujer que le ayudaba en la casa descubrió que no había signos de que hubiera dormido allí. Y, lo más inquietante, no había rastros de la vida cotidiana de Pedro de las últimas horas.

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