El puente califal abandonado en la Sierra de Córdoba
Patrimonio
Situado en lo que durante siglos fue tierra de paso, la histórica pasarela sobre el Guadiato en el término municipal de Villaviciosa lleva años en ruinas sin planes de recuperación
El Castillo del Névalo, un Olimpo casi inalcanzable
Situado en lo que durante siglos fue tierra de paso, al puente califal que cruza el río Guadiato y que antaño unía la ciudad de Córdoba con Villaviciosa le pesan los años. Sitiado por la vegetación y víctima de las crecidas, lleva desde hace décadas sumido en un profundo abandono que le pasa factura: “Su estado actual es muy grave y corre el peligro de derrumbamiento total. Tiene una pila volcada, con dos arcos perdidos”, describe de manera grave el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, dependiente de la Consejería de Cultura.
La pasarela construida en el siglo IX , conocida popularmente como puente de la Tejera o puente Roto, formaba parte del camino que unía Córdoba con Extremadura. Fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1931 y desde entonces poco se ha hecho para su recuperación. Ubicada en un enclave espectacular en plena Sierra Morena, son miles los excursionistas que la han descubierto recientemente con el boom del senderismo que ha traído la pandemia de covid-19, aunque las instituciones siguen dando la espalda al monumento, como lamenta el propio Ayuntamiento corchúo, desbordado por la inversión que requeriría su puesta en valor.
“Es uno de los símbolos de la localidad y querríamos que se recuperara, pero no tenemos capacidad económica para un proyecto de tanta envergadura”, asume la alcaldesa, Gema Elena González (PSOE). A las estrecheces financieras se une otra cuestión fundamental: la titularidad del puente. “Lo primero que habría que desgranar es a quién pertenece el monumento, porque en el inventario de bienes del Ayuntamiento no se encuentra incluido. No está claro si deben responder la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, el Gobierno central, la Junta de Andalucía o alguna otra administración”, cuestiona la primera edil. “Es difícil que este tipo de actuaciones se consigan, pero no imposible”, se anima.
El puente es un monumento de incuestionable valor, pues como atestigua el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico se trata “del segundo en longitud de la provincia de Córdoba”. Originalmente, estuvo formado por nueve ojos semicirculares, sobre los que corría un tablero horizontal. Es obra de sillería y, por la longitud de las dovelas de los arcos, se estima que no sea anterior a Abd al Rahman III. Fue utilizado hasta finales del siglo XIX como infraestructura del camino usual entre Córdoba y Villaviciosa. Al retirarlo del servicio, comenzó un prolongado deterioro y, junto a él, sus accesos, que son un camino vecinal y una vereda. Todo esto “ha contribuido a su deterioro por el olvido de que ha sido objeto”, concluye el Instituto.
El cronista oficial de Villaviciosa, Juan Nevado, ha recopilado algunas informaciones de valor acerca de la pasarela con motivo de las fiestas en honor a la Virgen de Villaviciosa, que se celebran estos días de septiembre. “La calzada es bastante más estrecha que la del puente romano del Guadanuño, que se sitúa a unos metros, pero los pilares sobre los que se apoyan los arcos son mucho más anchos. ¿Qué sentido tiene eso si cubrían la misma ruta?”, se pregunta. Y aporta una hipótesis: “Los romanos construyeron los dos con las mismas medidas, correspondientes a un mismo proyecto de calzada Córdoba-Mérida. Las enormes crecidas que ha tenido el Guadiato destruyeron los arcos y en su reconstrucción, que puede ser en época musulmana, levantaron arcos más estrechos. Ya no era tan importante el camino para invertir mucho dinero y esfuerzo”, teoriza.
Sobre el terreno, es fácil comprobar que se levantaron arcos más estrechos. Así, en la parte de la corriente del agua, donde se recibe el daño del empuje de las avenidas, hay unos tajamares de tamaño normal levantados en la verticalidad del pretil. En el lado contrario, queda la parte de los pilares desaprovechados, convertidos en unos espolones enormes, describe el cronista oficial. “Esto tiene poco sentido arquitectónico. Levantaron unos pilares de una anchura considerable para luego utilizar poco más de la mitad. No conozco ningún caso igual y pocos ingenieros proyectarían una obra donde una gran parte de la inversión constructiva no se utilizara”, reflexiona.
El 11 de marzo de 1916 y a causa de un temporal, se derrumba una parte de la infraestructura, y queda intransitable para siempre. El Diario de Córdoba dio cuenta del suceso: “Un pastor lo cruzaba con varias reses cargadas de picón. Un buen día el temporal había arreciado y el río venía muy subido, con lo que los ojos del puente estaban casi cubiertos. Las bestias al pasar intuían el peligro y se negaban a cruzar, el paisano a fuerza de tirones logró empujar a los animales y al paso de la última res el puente cedió a la embestida del agua precipitándose al vacío. Posteriormente se vino abajo otro de los ojos llegando a nuestros días solo los restos que tenemos ante nosotros y que el Guadiato sigue devorando poco a poco”.
El Ayuntamiento de Villaviciosa presentó entonces peticiones a Córdoba capital para llevar a cabo su reconstrucción y evitar el aislamiento. Y la capital contestó que se ubicaba en otro término y que no invertiría dinero en su reconstrucción.
“Y así quedó, como está ahora, pese a que se trata de un monumento con valor histórico y artístico y muy visitado por los senderistas”, lamenta Nevado. El cronista oficial lanza incluso una propuesta: “Sería un acierto construir una pasarela metálica que no afecte mucho la obra antigua y sirva de protección para los visitantes. También se evitarían posibles accidentes”.
El experto anima a “intentar la colaboración de las unidades militares de Cerro Muriano, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, del Ministerio de Cultura o de cualquier mecenazgo”. “Así se puede revitalizar el camino en las dos márgenes del río y se podría subir por la ladera hasta el Raso del Conejo. Seguro que hay una calzada romana que serpentea por la ladera, como está dibujada en los planos de finales del siglo XIX. Y hasta demostraremos que el Camino Mozárabe pasaba por él, puesto que no hubo otro puente sobre el Guadiato hacia el norte hasta que en el siglo XVIII se levantó el que hay en la estación de Espiel”, se aventura.
Los cuatro puentes de Villaviciosa
El puente califal es uno de los cuatro puentes que se ubican en el término municipal de Villaviciosa de Córdoba y que han comunicado el municipio serrano con Córdoba a lo largo de la historia. “Todos cumplieron su función y padecieron las inclemencias del tiempo y los hombres”, resume el cronista. El más antiguo es el que cruza el río Guadanuño, para el que “no hay duda entre los historiadores que es de época romana”. “Los sillares que forman su estructura y su disposición en los muros nos informan de que son de factura romana, pues además se halla en la calzada histórica que unía las ciudades de Córdoba y Mérida, es decir, la Bética con la Lusitania”, cuenta Nevado, para quien “no hace falta explicar la importancia de estas dos demarcaciones territoriales en la Hispania”.
Es un puente de “considerable” anchura, circunstancia que informa de la importancia de la calzada que sobre él queda dibujada. Disfruta de una “conservación excepcional”, valora el cronista oficial, entre otros motivos porque el Guadanuño no abarca una gran cuenca y, por tanto, sus crecidas no pueden ser devastadoras contra la sólida estructura constructiva del monumento.
El segundo puente en antigüedad es el califal, y el tercero data ya de principios del siglo XX, también sobre el Guadiato, justo a unos metros más abajo del que ahora se transita en la carretera de los Arenales. Tras unas grandes lluvias torrenciales acaecidas el 11 de marzo de 1916, la riada lo destruyó y dejó como testigos los pilares que soportaban el tablero.
La cuarta pasarela ubicada en el municipio es la más reciente; se proyectó y construyó en la década de 1920 en la carretera de los Arenales en granito. Al ser un objetivo estratégico militar durante la Guerra Civil, para impedir que transitaran por él las tropas franquistas los milicianos mineros de Peñarroya-Pueblonuevo dinamitaron un arco. Pero fue reconstruido “magistralmente y no se aprecian las marcas de la rehabilitación”.
Temas relacionados
No hay comentarios