Dos semanas sin agua potable en el Norte de Córdoba: de la incertidumbre a la resignación
Los Pedroches | Alto Guadiato
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La estampa de las cisternas de agua en las plazas y calles de las localidades de Los Pedroches y el Alto Guadiato comienza a hacerse habitual tras dos semanas desde el anuncio del agua de la red como no apta para el consumo humano. Si en aquellos primeros días el desconcierto y la incertidumbre hiciera a los vecinos comprar agua embotellada en cantidades ingentes, estas semanas la situación parece haber tomado tintes de normalidad. Y las preferencias en cuanto al consumo de agua embotellada o agua de las cisternas, también.
Y es que son muchas las personas que hacen uso del agua de las cisternas para la cocina, mientras que para beber prefieren el agua embotellada. Así, Dori, una vecina de Pozoblanco, asegura que llena dos garrafas de agua de la cisterna una vez por semana para usarla en la elaboración de las comidas. Sin embargo, para beber “me da más confianza el agua embotellada que compramos los primeros días”.
La calidad del agua que Aqualia suministra en Pozoblanco es buena, tal y como manifiesta el personal técnico de la empresa de aguas que cada día acude a suministrarla, dado que en cada tramo horario de reparto se le hacen sus correspondientes análisis que aseguren su calidad. También afirman que las colas de reparto en los primeros días ya no son habituales, si bien es cierto que a primera hora siempre hay una pequeña hilera de personas con al menos dos garrafas de agua, pero que el resto del reparto se sucede de forma gradual, con vecinos acudiendo de forma escalonada.
Dado que el reparto en cisternas, como medida extraordinaria para garantizar el agua apta para el consumo humano, está asegurado, son muchas las personas que han comprobado que no es tanta la cantidad que consumen al día, lo que ha llevado también a que no se aplique de manera tajante el reparto de tan solo cinco litros por persona.
Las despensas y cocinas de los habitantes de Los Pedroches aún acumulan muchas de las garrafas de agua que se compraron de forma impulsiva tras el anuncio por parte de la Junta de Andalucía de que el agua suministrada, fruto del trasvase del pantano de La Colada al de Sierra Boyera, no era apta para el consumo humano. Y es que, a pesar de las altas temperaturas que se han sucedido esta último semana, el consumo en los hogares no se ha visto de incrementada de forma significativa. Tampoco se han vuelto a ver los lineales de agua de los supermercados vacíos como aquel lunes del anuncio, porque el suministro ha sido constante por parte de los proveedores.
Algunas quejas por el cambio de horarios
En Pozoblanco, la cisterna de la plaza de Santa Catalina permanece estacionada en el mismo ramal durante días, y la mayoría de las horas está sin demanda de vecinos, respetando el tramo horario de reparto. Y sin aglomeraciones. Aunque también se han producido quejas en redes sociales de vecinos que acuden en los horarios establecidos y no se han respetado por parte de la empresa o se han variado sin anuncio previo.
Las cisternas, con una capacidad de 25.000 litros, están suministrando agua de forma diaria a unas 900 personas, según estimaciones del jefe de Producción de Aqualia, José María Pérez, atendiendo no solo a los vecinos que vienen a rellenar sus garrafas, sino también al reparto que se está haciendo a las personas mayores que viven solas o están impedidas, un servicio que están Protección Civil a través del programa A tu lado. Se suman a este balance el suministrado a las residencias de mayores de la localidad, al Centro de Atención a Minusválidos Físicos y a los empresarios de la localidad, especialmente al sector de la hostelería.
En los bares y restaurantes esta situación extraordinaria sigue siendo un “quebradero de cabeza”, tal y como asegura Eva Moreno, del bar Restaurante Lo Nuestro, en Villanueva de Córdoba, quien relata que de forma diaria tienen que ir al reparto de agua. Además, han de vigilar de una forma “casi obsesiva” la garrafa que alimenta de agua la cafetera, “porque no solo es el café que se sirve, sino el vapor que se tiene que producir para calentar la leche, lo que hace que una garrafa de ocho litros dure casi un suspiro en las horas punta, con el miedo que nos supone que la cafetera pueda quemarse si no tiene el agua suficiente”.
En la cocina es otro cantar, el lavado de los alimentos con aguas de garrada supone un retraso en el tiempo de preparación y el uso de más enseres de los habituales. Y aunque, poco a poco, la gente de Los Pedroches está normalizando esta situación, no deja de ser un trastorno en el día a día, al que se suma la incertidumbre de cuánto tiempo se alargará en el tiempo, cuál será la solución y si en realidad esto podría haberse evitado.
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