¿Qué pueblos de Córdoba son en realidad ciudades?
Historia
La última localidad en recibir el título fue Peñarroya-Pueblonuevo, en 1928, y la más pequeña es Bujalance
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Córdoba/En la provincia de Córdoba no hay solo una ciudad, la capital, sino al menos una decena. Y es que estos pueblos, algunos de ellos de escasa población, cuentan en realidad con el estatus de ciudad y así deben designarse. Porque, aparte de referirse a un elevado volumen de población que las distingue de los pueblos y de las aldeas, la ciudad también es una designación simbólica y un título honorífico logrado en algún momento de la historia. Tener el título de ciudad era, realmente, un verdadero privilegio otorgado por una patente real a determinados núcleos para situarlos jerárquicamente por encima de otros, como las villas.
Y en España se da la circunstancia de que ciudades importantes como la capital, Madrid, o las mayores urbes tanto vasca como asturiana (Bilbao y Gijón) carecen de este título. En su caso, tienen el de villa. En cambio, otras mucho más modestas desde el punto de vista poblacional como Albarracín (Teruel), de 990 habitantes, o Alcaraz (Albacete), con 1.310 vecinos, sí son ciudades. Este 31 de octubre, precisamente, se conmemora el Día Mundial de las Ciudades, instituido por Naciones Unidas.
Lucena, la primera
Volviendo a la provincia, el primer municipio en lograr el título de ciudad fue Lucena, en 1618, como resultado de un proceso que contó con el poder nobiliario local y que supuso el desembolso económico de 18.000 ducados, sufragados por el cabildo de la época y el resto de la población. Para la Lucena de aquellos años, en pleno reinado de Felipe III y con una población de 17.000 habitantes, el título de ciudad suponía la posibilidad de enviar representantes al Parlamento de Castilla o el derecho de llevar maceros en los actos públicos.
A lo largo del siglo XVII se convirtió una de las localidades más importantes de Andalucía. Durante la Guerra de Sucesión, tomó partido por Felipe de Borbón, Duque de Anjou, colaborando activamente a favor de su causa; por este motivo y por la aportación de milicias y dinero para la recuperación de Gibraltar, su Majestad don Felipe V la premió en 1712 con las calificaciones de "Muy noble y muy leal".
Montilla y Bujalance, desde 1630
En 1630, otros dos municipios cordobeses recibieron el título: Montilla y Bujalance, que es la localidad de la provincia de menor población que luce este distintivo, con apenas 7.800 habitantes. En el año 1594, a finales del reinado de Felipe II, Bujalance conseguía separarse definitivamente de la jurisdicción de Córdoba y, posteriormente, Felipe IV concedía, por un privilegio expedido el 6 de marzo de 1630, el título de ciudad a cambio de 80.000 ducados. Este mismo monarca le concedió la celebración de una feria anual; además disfrutaba de un mercado semanal los sábados.
En el caso de Montilla, fue Felipe IV de Austria, también llamado el Rey Planeta , quien concedió el título de ciudad el 21 de marzo de 1630 por un precio de 22.000 ducados. Aunque se desconoce el alcance exacto de este privilegio, sí se sabe que esta concesión otorgaba al concejo facultad para juzgar en primera instancia, autogobierno y administración local, elección de oficiales del concejo y nombramiento de oficios.
También La Rambla fue declarada ciudad en 1643 por el rey Felipe IV. Este título fue otorgado en reconocimiento a la lealtad de sus habitantes y su contribución a la Corona durante los conflictos de la época, específicamente en el contexto de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y otras campañas militares en las que España estaba involucrada. La concesión del título de ciudad era un honor significativo en la época, ya que permitía ciertos privilegios a la localidad, como el desarrollo de su administración y mayor autonomía en el comercio. Desde entonces, La Rambla ha mantenido su título de ciudad y ha crecido en importancia dentro de la región, destacando especialmente por su tradición en la cerámica y alfarería.
El engaño de Montoro a los franceses
El siguiente pueblo en convertirse en ciudad, en 1800, fue Montoro, que ahora cuenta con 9.125 habitantes. En este caso, el comportamiento de sus vecinos durante la invasión napoleónica le valió el título de "Muy noble, leal y patriótica Ciudad de Montoro". Y es que tras conocer los montoreños los abusos cometidos por los franceses en Córdoba capital decidieron una estrategia de engaño que haría creer a los franceses que eran bien recibidos, para a continuación acabar con cuantos pudiesen. Varias veces se repitió esto con el resultado de que Montoro fue el único punto independiente en toda España que los franceses dejaron en su retaguardia.
Cabra, por su parte, se convirtió en ciudad en 1849 mediante un real decreto firmado por Isabel II; la concesión iba acompañada de los títulos de "Muy ilustre y leal". Se reconocía de este modo la importancia histórica de una población cuyas raíces se hunden en el tiempo.
Priego de Córdoba, Pozoblanco y Peñarroya-Pozoblanco las últimas
A Priego de Córdoba, el título de ciudad le llegó en 1881 de manos del rey Alfonso XII, y ello debido al aumento de la población, importancia agrícola y adhesión a la monarquía constitucional.
Palma del Río, en la Vega del Guadalquivir al Oeste de la provincia ya limítrofe con la de Sevilla, tambien cuenta con el título de ciudad, otorgado en el 31 de enero de 1888 por su majestad la reina regente María Cristina de Absburgo Lorena en representación de su hijo todavía menor de edad, Alfonso XIII, en reconocimiento por el desarrollo de la agricultura, ganadería, regadíos y mejoras para sus habitantes, que la corporación municipal había conseguido en la hasta entonces Villa de Palma del Rio.
Pozoblanco es el penúltimo municipio cordobés que adquirió el estatus de ciudad. Fue en 1923, durante el reinado de Alfonso XIII. La considerada capital de Los Pedroches había alcanzado en aquella época una población que superaba con creces los 17.000 habitantes, un despliegue industrial y comercial contundente con importantes factorías cárnicas, harineras y chocolateras y contaba con una burguesía emprendedora que era la base de una nueva sociedad. En este contexto, Pozoblanco daba el salto de villa a ciudad. Tras Pozoblanco, la última localidad en pasar a la categoría de ciudad fue Peñarroya-Pueblonuevo, título concedido también por Alfonso XIII en 1928. En aquel año, la localidad peñarriblense tenía una población de 24.000 personas.
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