La torre del homenaje del Castillo de Montilla vuelve a existir... en el metaverso
Campiña Sur
Una tesis doctoral con resultado cum laude aplica por primera vez la realidad virtual al proceso de enseñanza-aprendizaje
El autor, el ingeniero de la Edificación Alejandro Mohedo, constata que esta tecnología "mejora notablemente la percepción visual y contribuye al conocimiento científico e histórico"
La torre del homenaje del Castillo del Gran Capitán de Montilla vuelve a existir. Aunque no lo hace en el cerro donde se conserva el antiguo alhorí, sino en el metaverso, ese "más allá de la realidad" que se está introduciendo en nuestro día a día como en su momento lo hizo internet y la tecnología 3G en los dispositivos móviles. El creador de esta reconstrucción ha sido el ingeniero de la Edificación Alejandro Mohedo (Córdoba, 1981), que ha utilizado el desaparecido monumento de la campiña cordobesa para demostrar que la realidad aumentada puede ser una herramienta de gran utilidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La investigación, absolutamente novedosa y que apunta hacia dónde debería ir la educación en el siglo XXI, le ha valido la calificación de cum laude.
"Nos encontramos en los albores de una nueva revolución tecnológica que, como suele ocurrir en este nuevo mundo de hipervelocidad, no durará mucho. Dentro de pocos años la gran mayoría de habitantes del planeta estarán habituados a este nuevo mundo sin fronteras físicas, ya que los grandes gigantes tecnológicos, como Microsoft, Facebook, Google o Apple están invirtiendo en ello", advierte Mohedo.
Su apuesta ha sido incorporar las últimas tecnologías de vanguardia de la realidad virtual 3D, ya sea mixta, aumentada o una combinación de ellas, "para mejorar la conexión y la motivación entre el alumnado y su profesorado". Para lograr este objetivo, ha partido de unas actividades sencillas de geometría descriptiva en la que los alumnos pueden ver la pieza a representar gráficamente interactuando con ella. Aunque el fin último -avanza- es realizar ejercicios de mayor complejidad, en los que confluyan varias competencias curriculares como el patrimonio cultural, su comprensión y su interactividad con el público general. "Y más especialmente nuestra herencia ya desaparecida", propone Mohedo.
En este caso concreto, el autor se centra en la arquitectura defensiva medieval, de manera que reconstruye una hipótesis de representación virtual hiperrealista de la torre del homenaje del Castillo de Montilla dentro del metaverso. Su trabajo engloba los conceptos de realidad aumentada, mixta y virtual, lo que permite experimentar un conjunto de percepciones que no se dan con otros sistemas de comunicación tridimensional, ahonda. "Mediante el resultado obtenido, se ha podido comprobar cómo la aplicación de esta tecnología mejora notablemente la percepción visual y contribuye al conocimiento científico e histórico. Su aplicación en el aula sería una potente herramienta que facilitaría el proceso de enseñanza-aprendizaje", valora.
Y eso que el concepto de metaverso en sí, como reconoce, "no es nada nuevo", aunque sí el enfoque que se da en su trabajo. "A lo largo de los años, el metaverso ha recibido diversas denominaciones, más técnicas que populares, como realidad aumentada, realidad virtual o realidad mixta. Y hasta no hace demasiado tiempo carecía de una designación global. Ha sido precisamente el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, quien le ha dado un nombre que trasciende a lo puramente técnico o popular: el metaverso, un apelativo dirigido directamente a las masas", reflexiona el ingeniero, máster en Representación y Diseño en Arquitectura e Ingeniería.
¿Cómo se reconstruye la torre?
Montilla, por su situación fronteriza con el reino de Granada, resultó un puesto estratégico durante la última campaña militar de la reina Isabel la Católica contra el Islam. Sin embargo, su castillo no fue utilizado militarmente en la contienda ni sufrió ningún asedio ni ataque, por lo que sería un buen ejemplo de fortaleza de transición entre el edificio de arquitectura puramente militar al tipo de construcción representativa del poder de la nueva nobleza.
"Es posible que por este motivo fuera mandado destruir por el rey Fernando el Católico tras la muerte de la reina de Castilla, su mujer, aparte de todas aquellas rencillas que siempre tuvo abiertas con el Gran Capitán", recuerda el autor, quien para reconstruirlo de manera fidedigna a como pudo ser ha revisado las fuentes gráficas históricas.
El documento más antiguo que se conoce, y por tanto el que se considera más importante, es la obra de fray Francisco Espejo, un dibujo realizado en 1639. Se trata, realmente, de la copia de una ilustración de un libro de 1511 que se encontraba en la biblioteca del convento de San Agustín de Montilla y, a pesar de tratarse de un dibujo esquemático en un mismo plano de alzado -es decir, sin perspectiva- destaca la importancia en la fecha a la que alude fray Francisco, ya que el arrasamiento de la fortaleza fue en 1508. Por lo tanto, tres años después, cuando se realizó el gráfico original, aún se conservaban en pie algunas torres.
Es la primera imagen de muchas otras, un material que el autor ha contrastado en persona con otros castillo ubicados en las cercanías que pudieran tener características similares y que se encuentran en un buen estado de conservación. Tras un estudio exhaustivo, fueron dos los seleccionados: el de Belalcázar, con su colosal torre del homenaje, la más alta de España, y la torre de Garci Méndez en El Carpio, que despunta sobre el caserío en perfecto estado. Por último, se tuvieron en cuenta las referencias históricas y fuentes escritas documentadas por cronistas e historiadores, así como todo tipo de informes arqueológicos.
En base a todo esto, y mediante la utilización de softwares especializados, Mohedo recompone la torre montillana en su estado original, junto al actual alhorí.
Educación en el siglo XXI
Durante ocho años, la tesis ha pasado por distintas fases, y ha girado desde la concepción inicial de la aplicación del metaverso en la recuperación del patrimonio arquitectónico y arqueológico hasta, finalmente, su aplicación en la educación universitaria. El autor, en este sentido, realizó una muestra real en el aula que le permitió obtener resultados preliminares con alumnos de grado matriculados en Dibujo Técnico.
Para ello, se realizaron una serie de actividades docentes en el metaverso y se habilitaron gafas de realidad virtual para que los alumnos se sumergieran en esa experiencia virtual y tridimensional. Supone el verdadero "salto evolutivo" en la investigación, pues los resultados fueron publicados en la revista Virtual Reality, de referencia en este ámbito.
Para el autor, la conclusión es clara: "El uso del metaverso aplicado a las materias de expresión gráfica complementa la metodología tradicional docente en los cursos de grado y posgrado. La aplicación de estas tecnologías emergentes de realidad virtual y aumentada en el aula asienta el aprendizaje cognitivo del alumnado".
El campo que abre esto es amplísimo, explica, y avanza cómo podría ser la educación en el siglo XXI. "Los estudiantes reaccionaron de manera positiva a la inclusión de los recursos 3D generados en su proceso de aprendizaje", concluye la tesis. Y, además, estas tecnologías ayudaron a aumentar el grado de motivación de los estudiantes. Es más, las gafas inmersivas para la visualización de los ejercicios son la "opción preferida" por los estudiantes durante la experiencia práctica en el metaverso. ¿Irá por ahí la educación del futuro?
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