Un trozo de historia en el olvido

La antigua Huerta de San Lorenzo yace en el abandono El muro que la circunda apenas se sostiene en pie, la alberca ha sido vallada y la portada plateresca exhibe su desnudez

El antiguo caserón y la torre neomudéjar, muy deteriorados.
Ángel Robles

12 de julio 2015 - 05:01

Entre tierras que parecen baldías, palmeras descabezadas y una tapia que se derrumba. Hace tiempo que la Huerta de San Francisco, reconocida como Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía en junio de 2006, cayó en el olvido. Aunque nunca como ahora su situación había sido tan desdichada: el lienzo que ampara los antes fértiles campos apenas se sostiene en pie, vencido por el forraje; las palmeras centenarias que hasta hace un tiempo pespunteaban el horizonte montillano han sido cercenadas por el picudo rojo; la torre neomudéjar del conjunto no es más que un excelso palomar, y la alberca, antaño el corazón que bombeaba el agua a estos campos, puede apenas disimular un color verde reflejo de su inutilidad.

Por no hablar del elemento arquitectónico que corona este conjunto donde tomó sus hábitos San Francisco Solano, evangelizador de Perú y patrón de la localidad: la portada de acceso, atribuida a Hernán Ruiz I y uno de los escasos ejemplos del estilo plateresco de toda la provincia. Expoliado durante años, el arco luce ahora envuelto en forraje y comido por los avisperos.

Como hasta hace poco ha pasado con el convento de Santa Clara o el castillo del Gran Capitán, la Huerta de San Francisco es otro ejemplo más de la dejadez en la conservación del patrimonio histórico local en décadas pasadas. La Junta de Andalucía achaca la situación al Ayuntamiento: "Está claro que la Consejería ha cumplido de sobra la obligación de asesoramiento en las obras a realizar y actuaciones precisas que requiere este bien para el cumplimiento de su deber de conservación que, en este caso, corresponde al Ayuntamiento", informó la Administración autonómica.

La finca, de propiedad privada, pertenece a la familia Jiménez-Castellanos. En el año 2006, los propietarios firmaron un acuerdo con el Consistorio por el cual la administración local asumía "por tiempo indefinido" el uso de la tierra donde se halla ubicada la portada para proceder a su restauración y su puesta en valor, recordó la Junta. No obstante, en virtud de las visitas de inspección que la Delegación de Cultura realizó al bien, constató su "gran deterioro" y solicitó a la entonces denominada Dirección General de Bienes Culturales financiación para el encargo y redacción del proyecto básico y de ejecución de restauración de la portada plateresca.

El proyecto de intervención, redactado por el arquitecto Arturo Ramírez, planteó cuatro fases: la primera, de consolidación, protección, numerado y siglado; la segunda, de desmonte y traslado al taller de restauración; la tercera, de intervención en el taller, y la cuarta, de montaje final de la portada. El proyecto, presupuestado en 197.465 euros, fue autorizado por la Delegación de Cultura el 22 de enero de 2008, aunque la portada posa aún su robustez casi desnuda, despojada de la mayoría de la filigrana en piedra arenista que la convertía en un monumento único.

El antiguo convento de San Lorenzo, que la comunidad franciscana ocupó hasta 1794 en que debió abandonarlo por problemas de conservación, se hallaba dentro del perímetro delimitado por una cerca de mampostería. El BIC no sólo comprende el arco plateresco, la alberca y la casa de labor, sino toda la tierra de cultivo que la circunda, una medida con la que la Junta de Andalucía quiso proteger este paisaje del urbanismo incipiente en esta zona del término municipal, que constituye la entrada a la localidad desde la carretera de Espejo. La parcela de la Huerta de San Francisco constituye, de hecho, la primera no urbanizable a partir del núcleo urbano de Montilla.

La fundación del convento franciscano de San Lorenzo se remonta a 1512, a las disposiciones testamentarias de don Pedro Fernández de Córdoba, primer marqués de Priego, y su construcción debió estar concluida a fines del primer tercio del siglo XVI, época de esplendor de la ciudad. Históricamente, el convento es referencia en la vida de San Francisco Solano (1549-1610), el montillano evangelizador de Perú y otros territorios americanos, que tomó en él sus hábitos. En la iglesia conventual, en 1647, se adoptó el compromiso de que sería patrón de la ciudad cuando se produjese su canonización.

Durante la tramitación del procedimiento para la declaración como BIC, la Administración autonómica recibió alegaciones de Agustín Jiménez Castellanos y Jiménez Castellanos, que finalmente fueron desestimadas. Pasados los años, el tiempo parece darle la razón. Las dificultades para actuar en los inmuebles debido a la protección de la que gozan impide su recuperación, al tiempo que el apoyo institucional en los últimos años ha brillado por su ausencia. Y, mientras, la Huerta continúa su declive.

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