Este vino no hierve, es la fermentación natural del mosto en una tinaja

Puede parecer arte de magia, pero la verdad es que la fermentación del vino es el resultado de un increíble proceso químico capaz de transformar el zumo de uva en una bebida alcohólica. Este momento constituye una de las fases clave en la creación de cualquier caldo, y por ello los lagares, bodegas y cooperativas de la Denominación de Origen (DO) Montilla-Moriles lo hacen con tanto mimo.

En la Sierra de Montilla, considerada zona de calidad superior de la DO cordobesa junto a los pagos de Moriles Alto, la fermentación se realiza en las tradicionales tinajas, que se destapan para favorecer la oxigenación.

Esto permite ver el mosto burbujante, en movimiento, como si hirviera: “La pregunta más habitual que nos hacen muchos visitantes es si calentamos el vino, si quema, pero es un proceso natural que tiene lugar a temperatura ambiente”, explica Charo Jiménez, propietaria del lagar La Primilla, ante una tinaja de mosto en ebullición.

La vendimia en estos pagos empezó en los primeros días de agosto con el fruto más joven, del que se obtiene el espumoso Eterna Sonrisa. En las tinajas, como por arte de magia, el líquido burbujea y ya se puede probar.