Una prioridad social para cuidar de los más vulnerables

Coloquio Digital

Vencer al estigma de la enfermedad y favorecer la integración siguen siendo áreas clave para mejorar la vida de las personas que viven con una enfermedad mental

El impacto de la pandemia se evidencia en los índices de suicidio y depresión, especialmente en jóvenes

Los participantes del coloquio celebrado el pasado miércoles en Córdoba. / Juan Ayala
Ramiro Navarro

06 de junio 2022 - 09:01

La Salud Mental es un área del ámbito sanitario compleja, a veces invisible y que requiere una especial sensibilidad social. La pandemia ha evidenciado algunas carencias importantes en la salud mental general de la población y ha impactado en la calidad de vida de las personas afectadas por una enfermedad grave y sus familiares. Del mismo modo, el suicidio o la salud mental infanto-juvenil son temas emergentes, que requieren nuevos enfoques y protocolos. Con el objetivo de compartir algunas reflexiones sobre estos temas, Grupo Joly con la colaboración de EuroGaza Emergencias y Lundbeck, organizó el pasado miércoles el coloquio ‘Protocolos y entornos asistenciales de calidad para la salud mental’. El encuentro contó con la presencia del consejero de Salud, Jesús Aguirre, que desglosó algunos de los avances desarrollados en los últimos años y subrayó el esfuerzo realizado desde su administración en áreas determinadas como la Patología Dual, “poniendo en marcha las primeras Unidades Integrales de Patología Dual con inversiones específicas”.

El consejero de Salud, Jesús Aguirre, fue el encargado de abrir el encuentro. / AYALA

Aguirre hizo énfasis en la humanización en la atención en salud mental, “que debe basarse en un abordaje efectivo, pero también afectivo”. Del mismo modo, puso de relieve la atención a jóvenes de entre 14 y 18 años, “donde hay que mejorar abordajes específicos para esa franja de edad estrechando los vínculos entre los dispositivos y las familias”. “Por ello se ha puesto en marcha la elaboración de Guías de Atención en salud mental infantojuvenil y la puesta en marcha del grupo consultor de Salud Mental, la elaboración de guías para el personal sobre experiencias adversas en la infancia y la apuesta por la colaboración intersectorial entre educación, Atención Primaria y los centros de colaboración y orientación”, indicó. Entre otras medidas, destacó la puesta en marcha de dos Unidades Especializadas en Trastorno Alimentario, una en Málaga y otra en Huelva. Por último, consideró que “aunque hemos dado grandes pasos, aún queda por hacer para el abordaje integral de todos los pacientes y lograr acabar con los estigmas”.

Por su parte, José Guerrero, co-coordinador del Plan Andaluz de Salud Mental y director de la UGC de Salud Mental del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, ahondó en algunos detalles de la estrategia autonómica, que comenzó con la redacción de un documento sobre Aspectos de mejora en la Atención Sociosanitaria a personas con problemas de Salud Mental. Guerrero subrayó “la importancia de la visibilidad de estas patologías y de seguir trabajando en la detección, prevención, atención y recuperación de estos colectivos de pacientes y familiares”. Asimismo, hizo alusión al valor de la colaboración con las asociaciones y al “aumento de recursos que ha permitido incrementar las plantillas en más de 220 profesionales entre 2021 y 2022”. Guerrero defendió la incorporación de nuevos abordajes y figuras para seguir avanzando y puso como ejemplo el modelo de tratamiento asertivo comunitario en Salud Mental, “un modelo que acerca la asistencia al entorno más cercano de las personas con enfermedad mental grave, orientado a favorecer la atención domiciliaria, también de especial relevancia para pacientes con adicciones, trastornos de difícil recuperación o jóvenes con un brote psicótico”.

Entre las medidas recientes, Guerrero destacó la apuesta por la incorporación en las Unidades de Gestión clínica de un psicólogo clínico y el desarrollo de la psicología en Atención Primaria. “Sin ser una consulta estándar, se plantea como un refuerzo asistencial para determinados pacientes o grupos de pacientes”. Por último, hizo referencia a la salud infantojuvenil y a la creación de un grupo consultor intersectorial y una red de colaboradores”.

Tras las dos exposiciones iniciales, el encuentro acogió la mesa redonda en la que se lanzaron algunas reflexiones desde varias perspectivas. Manuel de la Cal, coordinador general de los grupos asistenciales del Centro de Emergencias Sanitarias 061 repasó algunos datos de la actividad de sus ocho centros coordinadores, que entre 2020 y 2021 atendieron más de 12.000 llamadas de pacientes con afecciones de salud mental. Sin embargo, hasta este año no se había dispuesto un plan de actuación específico en este ámbito. “Viendo que los centros del 061 son una importante puerta de entrada, y la necesidad de estas actuaciones, hemos creado un grupo específico de salud mental que está desarrollando un proyecto para mejorar la atención con actuaciones específicas para tratar conductas autolíticas o de suicidio, con Guías de triaje telefónico y protocolos de detección de pacientes de riesgo y nivel urgencia de la actuación para aplicar el recurso más adecuado”, explicó. Además, destacó el desarrollo de programas de formación del personal implicado en todos los niveles.

Retos

Patología dual, prevención en salud mental infantojuvenil o la persistencia del estigma social son temas que preocupan a los expertos

Lucía Rodríguez, directora gerente de Asaenes Salud Mental Sevilla, fue la encargada de dar voz a las personas afectadas por un problema de salud mental y sus familias. “Toda la población se ha visto sobrestresada por la pandemia y es un factor de riesgo que influye especialmente en las personas más vulnerables, quienes tienen un problema de salud mental, un problema de aislamiento y han visto un retroceso en sus procesos de recuperación, con miedos y sufrimiento a nivel emocional, que son temas consustanciales a las enfermedades de salud mental”, explicó.

El movimiento asociativo en salud mental surgido desde los orígenes de la desinstitucionalización de los antiguos psiquiátricos en los años 80. Décadas después el movimiento asociativo ha ido evolucionando e innovando. “En gestión sanitaria siempre ha sido más fácil articular una tecnología para una cardiopatía que articular un recurso para una persona que padece un sufrimiento emocional o un trastorno mental grave. Las inversiones van orientadas a profesionales, a equipos multidisciplinares que colaboren con la parte social. Al final, la salud mental es tanto un problema sanitario como un problema social y debe abordarse desde ambas visiones”, afirmó.

Por otro lado, hizo alusión la integración social y laboral de estas personas, “con tasas del 80% de desempleo en esta población”. Para Rodríguez, “son enfermedades vertebradoras del proyecto de vida, que se rompe por un problema de salud mental; el empleo es esencial para el desarrollo de la persona y la mejora de su calidad de vida”. Además, recalcó que las personas con problemas de salud mental hoy día todavía sufren problemas de estigmatización social y de aislamiento y defendió que “los recursos destinados a la atención en salud mental no son un gasto sino una inversión que a la larga ahorra costes”. Por último, hizo énfasis en “la prevención en la atención a la salud mental infanto-juvenil para cuidar la salud emocional desde que somos pequeños” y dejó sobre la mesa otros debates de calado como la revisión de la política de hospitales psiquiátricos penitenciarios.

Miguel Ruiz, psiquiatra y responsable del Programa de prevención de la conducta suicida del Hospital Virgen del Rocío, constató que durante la pandemia ha habido un aumento de la conducta suicida que se ha multiplicado por cuatro en menores de 18 años. “La pandemia ha sido un catalizador de una tendencia que ya estábamos viendo, con mucha demanda creciente y una necesaria prevención del bulling. En los últimos diez años, muchas patologías graves como el VIH, la hepatitis o algunas leucemias reducen su mortalidad, pero no logramos bajar los índices de suicidio”, expuso. El experto hizo hincapié en que “tenemos fármacos eficaces para la depresión, pero el abordaje requiere más perspectiva social y nuevos protocolos que faciliten la accesibilidad y la cita ya que muchos pacientes que llegaban a Urgencias después no acudían a una cita médica”. En su opinión, cualquier programa estratégico “debe reforzar la accesibilidad, favorecer tratamientos eficaces clínicos y no clínicos y encontrar soluciones también fuera del ámbito sanitario”.

Desarrollo ocupacional e integración

Silvia Maraver, como gerente de la Fundación Pública Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (Faisem), acercó durante el coloquio la actividad de los distintos programas que sostiene la entidad “para cubrir necesidades de vivienda, desarrollo ocupacional, empleo, apoyo social y de modo complementario a la atención sanitaria”. Faisem, que el año próximo cumple 30 años, cuenta con 57 casas hogar, 170 viviendas supervisadas, 27 centros de día y 50 centros sociales. Atiende a unas 9.000 personas con un equipo de 1.200 profesionales. “Con toda esta red de recursos se ha demostrado que las personas con un trastorno mental grave son capaces de avanzar en la recuperación y disfrutar de más calidad de vida e integración”, afirmó. “Tratamos de detectar las necesidades y de ahí la insistencia por contar con un recurso para la patología dual y comprobar que aun el estigma está muy presente”, afirmó haciendo alusión al rechazo social e institucional recibido a la hora de implantar una unidad integral de atención a personas con patología dual de adicciones y salud mental. Por último, el coloquio contó con la intervención de José Repiso, director general de Cuidados Sociosanitarios de la Consejería de Salud, que defendió que “la colaboración con las asociaciones es clave, para que la interlocución sea la educada e ir de la mano”. Repiso repasó algunas iniciativas, como la puesta en marcha de Unidades de la Conducta Alimentaria, la apuesta por el ámbito comunitario y la Atención Primaria, y el valor de herramientas como la atención psicológica y la prescripción de ejercicio físico.

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