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El ictus ocurre cuando se interrumpe o reduce el suministro de sangre a una parte del cerebro, lo que impide que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes causando la muerte de las células cerebrales en pocos minutos. En España mueren 40.000 personas al año por esta causa, es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en varones, según la Federación Española de Ictus que mantiene que la mayoría, un 80%, de casos de ictus se pueden evitar si se controlan los factores de riesgo. Cualquier persona puede padecerlo, especialmente a partir de los setenta y cinco años, pero cada vez ocurren más casos por debajo de los cincuenta y cinco. En las últimas dos décadas ha aumentado un 25% el número de casos de ictus entre 20 y 64 años.
En esta línea, un grupo de científicos adscritos al International Childhood Cardiovascular Consortium ha identificado cinco factores de riesgo en la infancia que predicen un riesgo elevado de sufrir infarto o ictus en la vida adulta, tal y como publican en un artículo en el medio científico New England Journal of Medicine. Pero, ¿cómo identificar los síntomas en niños?
El estudio empleó datos de una cohorte de 38,589 personas de Estados Unidos, Australia y Finlandia, a las cuales se les realizó una evaluación inicial entre los 3 y los 19 años de edad y posteriormente se les efectuó un seguimiento durante 50 años, lo que lo convierte en una investigación longitudinal sin precedentes.
Los factores a tener en cuenta fueron el índice de masa corporal, presión sanguínea, los niveles de colesterol, los niveles de triglicéridos y el tabaquismo infantil.
La incidencia de sufrir un ictus o accidente cerebrovascular en niños menores de 15 años de edad es de aproximadamente 6 casos por cada 100.000 niños cada año. Las enfermedades cardíacas son uno de los factores de riesgo más frecuentes para sufrir un ictus infantil y se consideran responsables de un 30% de los casos.
Los investigadores subrayan que en algunos casos comenzaban a observarse depósitos grasos en los vasos sanguíneos ya a los cinco años de edad, una circunstancia que debe ser considerada como un predictor importante de condiciones como estrechamientos arteriales en el futuro.
En niños pequeños, que aún no son independientes en la movilidad ni han desarrollado el lenguaje por completo, podemos observar:
En niños con una mayor madurez en el desarrollo, podemos basarnos en la escala FAST utilizada para la población adulta, aunque con algunas señales añadidas:
Igualmente, mencionan que aunque las actuaciones durante la vida adulta (como dejar de fumar, llevar una dieta baja en colesterol o realizar ejercicio físico con frecuencia) mejoran sensiblemente el pronóstico de los pacientes, estos resultados resaltan la importancia de prevenir las enfermedades cardiovasculares ya desde la infancia temprana.
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