Los síntomas reveladores con los que no hay dudas de que una amistad está acabada
Investigación y Tecnología
Uno de los síntomas más claros es cómo te sientes después de pasar tiempo con tus amistades
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¿Cuánto tiempo os habéis llevado ese amigo y tú diciendo que vais a quedar y nunca llega a producirse? Ese "a ver si quedamos" o "cuando quieras, nos vemos" es engañoso porque nos lleva a pensar que hay un deseo de las dos partes por verse, cuando en realidad es justo lo contrario, es una forma de despedirse con cortesía porque ya no es lo que era y esa amistad que un día fue fuerte poco a poco se va debilitando.
Cuando una amistad se está deteriorando, se nota porque ya no hay el mismo deseo de hablar o de pasar tiempo juntos y cuando os juntáis las conversaciones son un poco banales y superficiales. Eso cuando hay comunicación porque las conversaciones entre vosotros cada vez son más esporádicas hasta que, incluso, llegan a desaparecer. Otro signo es la distancia emocional, donde sientes que ya no puedes contar con esa persona como antes, o que no te entiende. Las cosas que antes compartías con naturalidad ahora parecen forzadas o incómodas.
Las prioridades cambian
Cuando una amistad se acaba, no tiene que haber un motivo concreto como una discusión, sino que poco a poco las personas empezamos a tener prioridades e, inconscientemente, esa amistad ya no entra en la lista. Siempre se deja para otro momento porque "no tienes tiempo" o "estás muy liado" o tú no entras en la de ellos como pasaba antes.
Normalmente, la amistad se rompe por un distanciamiento de las dos partes. También puede suceder que te des cuenta de que ya no puedes contar con esa persona como antes en los momentos difíciles o importantes.
El cambio personal a lo largo de la vida es normal, pero cuando ese cambio sobre todo en la mentalidad, te aleja creando una distancia emocional que parece insalvable es hora de decir adiós porque ya no tenéis los mismos intereses ni los mismos valores, por lo que la amistad entre vosotros ha dejado de ser lo que era. Habéis tomado rumbos diferentes con intereses y prioridades diferentes que es difícil de mantener. Da pena y cuesta despedirse emocionalmente, por eso cuando os encontráis, charláis un rato y os despedís soltando la gran mentira, "A ver si quedamos".
Por otro lado, puede suceder que sí que haya habido conflictos y se quedaron sin resolver, acumulando los problemas y creando una distancia aún más grande entre vosotros. Además, si notas que las interacciones son más críticas o negativas de lo habitual, que hay más críticas que apoyo, esto también es un indicio de que la relación se ha deteriorado.
Finalmente, uno de los síntomas más claros es cómo te sientes después de pasar tiempo con ellas. Si después de estar con tus amigas o con tus amigos te sientes agotado, frustrado o simplemente vacío, es posible que la amistad haya perdido su esencia.
¿Se puede recuperar el contacto perdido?
Si nada de lo anterior ha sucedido, puede que te cueste retomar el contacto después de un tiempo bastante largo sin hablar. Hay miedos por la reacción de la otra persona, también orgullo y sueltas frases como "quien quiere, te busca". En cualquier caso, no hay nada más que levantar el teléfono para saberlo con certeza.
A veces, romper el hielo con un saludo amistoso puede ser todo lo que hace falta para abrir las puertas a una conversación más profunda. Este primer contacto debe ser relajado, sin expectativas demasiado altas, ya que no sabes cómo se siente la otra persona o lo dispuesta que está a reanudar la relación.
Si la otra persona responde positivamente, puedes proponer un encuentro o una charla más extensa para reconectar. En este punto, es importante ser honesto y abierto. Hablar de lo que los distanció, pero sin enfocarse en reproches, es clave para reconstruir el vínculo. La comunicación sincera es fundamental, pero debe hacerse desde un lugar de empatía, reconociendo lo que cada uno sintió o experimentó durante el tiempo separados. Aceptar los errores y pedir disculpas si es necesario es un paso esencial, ya que muestra madurez y disposición para sanar la relación.
Con tiempo, paciencia y voluntad se puede volver a recuperar el vínculo perdido.
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