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Uno de los principales problemas que enfrentan los pacientes de dolor crónico no es solo el dolor en sí, sino la falta de herramientas para convivir con él y la falta de comprensión por parte de su entorno y a veces incluso por parte de los profesionales. Porque vivir con dolor no es nada fácil.
Por ello, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes, la Sociedad Española del Dolor (SED), en colaboración con Dolor.com, ha organizado una nueva edición de la jornada #TuDolorImporta. En este evento han participado expertas como abogadas, dietistas-nutricionistas, psicólogas o fisioterapeutas para dar algunas recetas para que los pacientes tengan más recursos para afrontar su autocuidado.
Así, la primera idea que remarcaba Alexandra Alonso, fisioterapeuta especializada en el tratamiento del dolor crónico, era que “el ejercicio se tiene que adaptar a nosotros y no al revés”, pero además, “el ejercicio tiene que estar adaptado a la persona en cada día y en cada etapa de su vida”. En este sentido, recordaba que a veces se intenta imponer a los pacientes con dolor crónico rutinas que en realidad no son capaces de enfrentar y que solo suponen frustración. “A una persona con gastroenteritis no le pedimos que se coma una hamburguesa”.
En este sentido, insistía en que lo importante es que la persona se mantenga en movimiento y no solo que realice una actividad física concreta durante un momento puntual del día. Para ello, más que tablas de ejercicios, proponía mantenerse activo aparcando el coche un poco más lejos, subiendo al menos un piso a pie o al menos acostumbrarse a hablar por teléfono mientras andamos en casa en vez de estar sentados o dejar el mando lejos del sofá, para tener que levantarnos del mismo varias veces. No obstante, es el movimiento regular el que contribuye a “desensibilizar el sistema nervioso que, en casos de dolor crónico, puede estar en alerta y reaccionando de forma desproporcionada a estímulos normales. Además, mejora la circulación sanguínea, lo que favorece la regeneración de los tejidos y reduce la inflamación, entre otros”.
Aunque se trate de actividades sencillas, la experta reconocía que en ocasiones nuestro cuerpo tiende a la inercia de evitar moverse y hay que vencer esa resistencia. Algo parecido a lo que ocurre con la alimentación, tema que abordaba Laura Isabel Arranz, dietista, nutricionista y paciente de fibromialgia.
“La alimentación emocional tiene que ver con cuando no se come por hambre, sino buscando una recompensa, algo reconfortante”, lo que suele llevar a alimentos con exceso de grasa y azúcar. Pero además, “con el dolor se complica todo, porque el paciente tiene un factor de estrés continuado, lo que supone un peor control emocional para controlar los impulsos. Además, comer tiene un efecto analgésico, como si mientras comemos nos doliera menos”.
Sin embargo, según la nutricionista, “los circuitos del placer se pueden reeducar, para que me guste lo que es saludable”. Así, la experta apostaba por “buscar una alimentación emocional en positivo, sin renunciar al placer y a esa sensación de recompensa para sobrellevar el dolor”, pero con alimentos más saludables.
Almudena Mateos, psicóloga especializada en el tratamiento del dolor crónico, indica que en casa no solo hay que mejorar los hábitos del paciente con dolor crónico, sino que muchas veces quien peor autocuidado tiene es precisamente su cuidador, lo que también tiene consecuencias. “Es muy frecuente encontrar pacientes con dolor que han sido cuidadores”. Asimismo, la psicóloga ha subrayado la importancia de salir de casa porque “si no, el único estímulo es el dolor y, aunque sea por un momento breve, se consigue no estar todo el día centrado en la enfermedad”. Además, subraya que uno de los problemas más frecuentes provocados por el dolor es la disminución de la actividad, que empeora el estado físico, reduce sustancias que contribuyen a tolerar el dolor, como las endorfinas, y provoca que las personas se sientan enfermas.
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