Larga espera bajo el sol de San Francisco
La hermandad sale con puntualidad del templo con cientos de devotos como testigos
NI un minuto más ni un minuto menos. Como cada Domingo de Ramos el vocal de estación de penitencia de la Oración en el Huerto llama con fuerza a las 18:00 en punto en la puerta de la parroquia de San Francisco y San Eulogio. Centenares de personas abarrotan el compás de San Francisco con ganas de palpar y vivir el sentimiento más cofrade. Este año los nubarrones negros no cubren el cielo de la calle de la Feria. Un cielo completamente despejado espera la salida de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto.
Los fieles esperan con impaciencia la llegada de ese momento. Las mujeres echan mano de sus abanicos para poder aliviar un poco un calor más típico del mes de junio que de un Domingo de Ramos. Otros, sobre todo los turistas que se alojan en los hoteles cercanos, se protegen de los rayos de sol bajo gorras y sombreros. Pero unos y otros soportan estoicos los más de 30 grados que marcaban los termómetros para poder presenciar una de las estampas más bellas de la jornada. Hay ganas de Domingo de Ramos y por eso a nadie le importa esperar. Las campanas de la parroquia anuncian que el esperado momento está a punto de llegar. La bulla se agolpa aún más y en la calle de la Feria comienzan los primeros empujones para conseguir el mejor sitio. La Cruz de Guía sale dejando al descubierto las entrañas del templo. Las dos hileras de nazarenos se colocan en el compás de San Francisco para enfilar hacia la carrera oficial. La respiración de los fieles se contiene al ver salir al Señor en el Huerto, una imagen del siglo XVII que se atribuye a Pedro de Mena. Las ramas de olivo dificultan a los costaleros la salida a la calle de la imagen, pero con un movimiento lento y acompasado logran el reto. El aplauso se apodera del compás de San Francisco al ver aparecer el rostro ausente de Jesús orando en el monte de Getsemaní sabiendo que le quedan tan sólo unas horas de vida.
Las lágrimas empiezan a brotar por el rostro de una joven que contempla emocionada avanzar el paso. El sonido del caminar de los costaleros se funde con las notas musicales de la agrupación musical Nuestro Padre Jesús de la Redención.
Avanza el cortejo hacia la carrera oficial. Ahora es el momento del Señor Amarrado a la Columna, una valiosa talla del barroco granadino de la que la ciudad ha estado privada durante algo más de cuatro décadas y que volvió a salir en procesión en el año 2004. Mientras la imagen se adentra en el barrio con el cariño de sus vecinos y visitantes, todo está preparado para la salida de la Virgen de la Candelaria, tallada en 1974 por Antonio Rubio. Los costaleros calculan al milímetro el espacio de la entrada del templo para que el palio encaje sin rozar ni un solo milímetro. Su belleza cautiva a todos los que aún esperan y que saben que la larga espera ha merecido la pena.
También te puede interesar
Lo último