Análisis
Santiago Carbó
Tras un buen año en lo macroeconómico, en 2025 hará falta mucho más
Semana Santa 2023
Lunes Santo de sol, de bulla y de silencio. Lunes Santo de contrastes y de novedades. Lunes Santo de Merced, Estrella, Vera-Cruz, Sentencia, Vía Crucis y Remedio de Ánimas. Atrás quedó el recuerdo amargo del año pasado, en el que la lluvia hizo añicos los sueños de muchos hermanos. Sol y calor para un día primaveral en una Córdoba que disfruta de su Semana Santa y en la que de nuevo las hermandades brillaron con luz propia, cada una a su estilo, con su sello propio.
Desde el Zumbacón, en la parroquia de San Antonio de Padua, arrancó un Lunes Santo que se cerró en San Lorenzo con los titulares de la hermandad del Remedio de Ánimas. Silencio roto por el Miserere y el Stabat Mater. También hubo maestría en la Huerta de la Reina con la Estrella y en el Campo de la Verdad con la archicofradía de la Vera-Cruz, que de nuevo cruzó el Puente Romano, como lo hizo este Domingo de Ramos la del Amor. Bajo la Torre de San Nicolás, salió Jesús de la Sentencia junto a la Virgen de Gracia y Amparo. A escasos metros, en La Trinidad, solo se escuchaban los tambores enlutados con el Cristo de la Salud. Lunes Santo de fervor cofrade, de ilusión, esperanza y de rezos en forma de saetas para los titulares de este radiante día.
Puntual a su cita, la hermandad de la Merced abrió este Lunes Santo desde la parroquia de San Antonio de Padua. Más de nueve horas de un recorrido que dejó todo tipo de estampas para el recuerdo para una cofradía que fue la primera en llegar a la Santa Iglesia Catedral. Lo hizo a buen ritmo tras una salida en la que la Virgen de la Merced recibió su primera saeta tras su primera chicotá. Los fieles y devotos arroparon a esta corporación que tiene lazos de unión con el centro penitenciario.
Con un exorno floral compuesto por tonos rojos, el Señor de la Coronación de Espinas, con los sones de su banda, transitó con un ritmo elegante durante su estación de penitencia, en la que recibió ofrenda floral por parte de las hermandades del Rescatado y del Cristo de Gracia a su paso por la plaza del Alpargate. También lo hicieron estas cofradías con la Reina del Zumbacón, que pasó por Alfonso XII al ritmo de la marcha Al cielo de Capuchinos en recuerdo a Fray Ricardo de Córdoba. Previamente, en la iglesia de San Lorenzo, hubo otra ofrenda y también el rezo por el descanso de los difuntos por parte de una hermandad del Remedio de Ánimas que aguardaba aún su hora de salida. Detalles de corporaciones hermanadas, que dan luz a un Lunes Santo en el que no faltó de nada a la cofradía mercedaria por las calles de la ciudad.
Emocionante fue la salida de la hermandad de la Estrella en el barrio de la Huerta de la Reina. La cofradía, tras la misa de nazarenos previa a la estación de penitencia, entregó a Juan Rodríguez Aguilar el nombramiento de capataz honorífico en la parroquia de San Fernando, desde donde partió esta corporación hacia la Santa Iglesia Catedral.
Con la presencia de numerosos fieles, el cortejo avanzó por su barrio. Juan Rodríguez Aguilar, a pesar de dejar el martillo por motivos de salud, hizo la primera llamada al Señor de la Redención. Tras abrazarse a Carlos Lara en el interior del templo, el actual capataz del primer paso indicó a sus costaleros que tocaba repartir "Redención".
A pesar de las lágrimas que caían por su rostro, Juan Rodríguez Aguilar también estuvo ante su Virgen de la Estrella e indicó a los costaleros: "Las madres son lo más importante que hay. Todo el barrio espera a su Virgen. La Estrella ya está en Córdoba. No se puede hacer mejor. Vamos a disfrutarlo y a llevarla con mimo, como vosotros sabéis". No tardó tampoco en llegar la primera petalá a una Virgen de la Estrella que dejó, al igual que el Señor de la Redención, imágenes para recuerdo por los Jardines de la Agricultura y también en su regreso a su templo, en el que se reencontró con su barrio tras su tránsito por Tendillas y Cruz Conde. Previamente, lo hizo por la carrera oficial y la Santa Iglesia Catedral, donde entró tras la Merced y la archicofradía de la Vera-Cruz, a la que le cedió el segundo puesto con el que lo hizo el año pasado.
Desde el Campo de la Verdad, la Vera-Cruz se reencontraba con Córdoba. Abrazado a la Cruz de la Vida, la cual tiene una gran carga simbólica, Nuestro Padre Jesús de los Reyes recibió pronto el cariño de la hermandad del Descendimiento, con la que comparte sede canónica. Con los sones de la banda de Rosario de Linares, el cortejo volvió a cruzar el Puente Romano para adentrarse en la carrera oficial.
Tras el Señor de los Reyes y con los sones musicales de la banda de María Santísima de la Esperanza, el elegante caminar de la Virgen del Dulce Nombre, obra también de Antonio Dubé de Luque. Entre las novedades de esta corporación destacaba el rostrillo de oro, diamantes y piedras preciosas para ornamentar el relicario del Lignum Crucis.
Tras tres años de paréntesis por el coronavirus y la lluvia, la hermandad de la Sentencia volvió a hacer estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral. En el que puede ser el último año en el que lo haga desde el atrio de San Nicolás –se espera que lo haga en 2024 desde su casa hermandad–, el Señor de la Sentencia, que lució de nuevo la túnica de los Dragones, se hizo paso entre la multitud de fieles que no quisieron perderse una complicada maniobra de salida. Llegaron los sones de la banda Cristo de la Victoria de León y la hechura de Juan Martínez Cerrillo dejó atrás la Torre de una iglesia en la que aguardaba la Virgen de Gracia y Amparo.
Una de las grandes novedades fue el estreno del manto de la titular de la hermandad de la Sentencia –bordado por Francisco Pérez Artés y diseñado por Rafael de Rueda–, que por fin veía la luz en las calles de la ciudad tras no poderlo hacer en 2022 por la lluvia que obligó a suspender la estación de penitencia. De nuevo, los costaleros se tuvieron que fajar bien para realizar la complicada maniobra de salida de un atrio que pasará a la historia para esta corporación.
A escasos metros de San Nicolás, en la Trinidad, el bullicio de los fieles y devotos presentes se tornó en silencio roto por los tambores enlutados que anunciaban la salida del Cristo de la Salud, obra del siglo XVI y que da otro aire a la Semana Santa cordobesa. Portado a hombros por sus hermanos, esta hermandad volvió a destacar por su recogimiento y por su paso por las calles más estrechas de la Judería.
Imágenes simbólicas y que recuerdan una Semana Santa más austera, aunque muy elegante. La nube de incienso es el preámbulo al paso del Crucificado, que en la madrugada del Martes Santo transita entre saetas y poemas de regreso a la parroquia de la Trinidad.
De la luz del Domingo de Ramos con la Borriquita, todo se tornó en negro en San Lorenzo con el Remedio de Ánimas. Silencio sepulcral en la plaza de la iglesia, donde aguardaban multitud de fieles a la salida de un Crucificado que data del siglo XVII. Con el estreno de los faldones del paso –diseñados por el hermano mayor y capataz José Ignacio Aguilera y bordados por José Luis Guerra–, el Cristo de Ánimas, tras solventar su salida, se eleva lentamente mientras suena solo el Miserere. Imagen impactante y cargada toda ella del simbolismo que despliega esta cofradía en todo su cortejo.
Tras el Crucificado, uno de los más llamativos de cuantos salen en la Semana Santa por su cuidado barroquismo y por su singular imaginería, Nuestra Señora de las Tristezas sale a la calle cada año bajo un baldaquino dorado muy característico. Con el cántico del Stabat Mater gregoriano, avanzaba lentamente hacia la Santa Iglesia Catedral. De lejos aún el tono fúnebre de las campanas de San Lorenzo, que daban más sobriedad a una estampa clásica y muy simbólica de una cofradía a la que estuvo ligada el Grupo Cántico. Una imagen que se recupera tras tres años sin hacerlo por el Covid y la lluvia y que pone el mejor broche posible a un Lunes Santo de contrastes.
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