Luz cofrade para el barrio de Santiago
La plaza de la Corredera vuelve a convertirse en uno de los enclaves más característicos del Domingo de Ramos
El barrio de Santiago esperaba impaciente los colores negros y burdeos de los nazarenos de la hermandad de Las Penas. No eran aún las 17:00 cuando las puertas de la parroquia de la calle Agustín Moreno se abrían de par en par para dar paso al cortejo que precedía al Cristo gótico de esta hermandad que va acompañado, a sus pies, de la Virgen y San Juan. El paso, de madera oscura, iba un año más cubierto con sus tradicionales iris morados que este año no vieron ni una sola gota de lluvia, algo que sí ocurrió el año pasado pero que no impidió que la hermandad realizara su estación de penitencia.
La Cruz de Guía se encaminaba así segura hasta la plaza de San Pedro donde se produjo uno de los momentos más señalados del día de ayer. El alcalde, José Antonio Nieto, se convirtió en capataz improvisado de este paso y animando a los costaleros protagonizó una levantá con su toque de llamador.
Y a pesar de que la Virgen ya está junto al crucificado en el primer paso, también lo acompaña en un segundo paso. María Santísima de la Concepción hacía acto de presencia algunos minutos después de que su hijo lo hiciera y entraba en Agustín Moreno entre aplausos de vecinos y visitantes que acudieron hasta la parroquia de Santiago para apoyar a esta hermandad que tanta devoción y tanta tradición guarda de la Semana Santa cordobesa y que además otorga gratas instantáneas del Domingo de Ramos.
Los dos pasos continuaron su estación de penitencia hacia uno de los puntos clave de su recorrido y de los más característicos de toda la semana. La fuente de la plaza de la Almagra servía de taburete improvisado a los más pequeños que se alzaban entre sus mayores para poder tener una mejor visión de la entrada de los pasos. La calle por la que accedieron el Santísimo Cristo de las Penas y la Virgen de la Concepción hacia la plaza de la Almagra fue la estrecha Escultor Juan de Mesa, enclave en el que los costaleros marcharon cautos pero seguros al compás de los sones de las marchas. La gente allí congregada aplaudió el andar de estos costaleros que no dejaron de recibir aplausos hasta que accedieron a la plaza.
Pero aún quedaba mucho por disfrutar de esta hermandad. La ermita del Socorro, un año más, recibió a la cofradía con honores y ofrendas florales antes de que se introdujera en la Corredera, para dar paso a una estampa siempre típica, pero distinta. El bullicio de la plaza se transformó en silencio cuando el Cristo de las Penas y la Virgen de la Concepción entraron por el Arco Bajo y convirtieron a este enclave caracterizado por lo moderno en un rincón más donde la Semana Santa no desentona.
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