Madurez en Las Palmeras

Un alto riesgo de precipitaciones deja en su casa a la cofradía de la Piedad, después de un año de preparativos para hacer la carrera oficial tras un recorrido de casi 12 horas de duración

Hermandad de la Piedad. / José Martínez
Hermandad de la Piedad. / José Martínez
J. Cabrera

21 de abril 2011 - 01:00

LA ilusión de este año estaba puesta en los cofrades de Las Palmeras. Y no pudo ser. El hecho de cruzar un buen puñado de kilómetros para hacer la carrera oficial era un hecho que había despertado la admiración de cofrades y no cofrades por el esfuerzo que supone. Este último año ha sido un camino en el que se ha trabajado duro para hacer posible esta aspiración que es algo más que sumar una hermandad más a las que llegan a la plaza de las Tendillas.

Al mediodía todo se iba al traste por culpa de la inseguridad meteorológica. ¿Hizo bien la hermandad de la Piedad? En ese momento, a las 14:00, los miembros de su junta de gobierno tenían en sus manos el mismo pronóstico que tenían el resto de responsables cofrades de la capital, un servicio exclusivo de la Aemet para las hermandades cordobesa y que era tajante en la probabilidad de un 60% de precipitaciones.

Los hermanos de Las Palmeras tomaron en ese momento la misma decisión que hubiera tomado cualquier otra junta de gobierno -con siglos de historia a sus espaldas, incluso- de la capital. El patrimonio de una cofradía, sea mucho o sea poco, sea rico o sea pobre, no se pone en juego por el simple capricho de salir a la calle. Estos cofrades saben del trabajo que cuesta tener un paso en condiciones o comprar un manto para su Virgen, aunque sea liso. Todo tiene un esfuerzo que no hay que arriesgar.

La excepcionalidad del momento hizo que muchos cofrades estuvieran en este momento en la parroquia de San Antonio María Claret, junto a un grupo de concejales de todos los grupos políticos, así como el obispo, Demetrio Fernández. Todos ellos fueron testigos de lo que se vivió en el templo cuando se comunicó la noticia de que la estación de penitencia quedaba suspendida, lo que hizo que hubiera reacciones de todo los tipos. Desde lo que la asumieron con madurez, hasta quienes se desmoronaron al ver cómo quedaba rota la ilusión vivida durante todo un año. Qué largo se ve, en estos casos, el tiempo que queda hasta la próxima Semana Santa.

El 60% de probabilidad de chubascos generaba una densa incertidumbre por lo que podía pasar en un itinerario de largas avenidas despejadas en las que es imposible buscar un refugio. Ésta fue la principal razón que barajaron para adoptar la decisión definitiva. Rápidamente corrió la noticia. Quedaba por delante toda la jornada del Miércoles Santo y aún estaba fresco el recuerdo del día anterior.

Las cinco hermandades restantes temían que el pronóstico fuera cierto y se echase a perder una jornada por culpa de la lluvia o de la amenaza de la misma y se volviesen a repetir escenas como las del Martes Santo.

Desde las 14:00 hasta la hora de salida de la siguiente, las 16:40, transcurrió el tiempo suficiente para contar con la certeza de que el Miércoles Santo estaría en la calle con la ausencia de la Piedad. Así, a esa hora las calles de la Judería eran un bullir de personas -muchos turistas entre ellos- que buscaban el recoveco en que se encuentra la iglesia de San Roque para presenciar la salida de la cofradía del Perdón. Tarea imposible. Los que tuvieron la suerte de llegar hasta la misma puerta del templo comprobaron un año más que no hay estrechez que se le resista a este paso de misterio. Tras él, el remozado paso de la Virgen del Rocío y Lágrimas estrenando una confección en terciopelo rojo que le da un aire completamente distinto al de los últimos años.

A partir de este momento la jornada transcurrió con plena normalidad. Ninguna cofradía solicitó siquiera la media hora de cortesía para estudiar qué hacer en caso de un probable chubasco primaveral. Una hora más tarde, en el barrio de San Basilio se vivía uno de sus días grandes con la salida del Señor de la Pasión. Uno de los detalles que no pasó desapercibido a quienes presenciaron este cortejo a lo largo de su recorrido fue la candelería, tanto por el número de cirios, como por la altura de algunos de ellos, que llegaban hasta la misma cara de la Virgen del Amor y San Juan Evangelista.

El Miércoles Santo seguía avanzando y en las calles se hablaba del otro acontecimiento del día, de la final de la Copa del Rey. Madridistas y barcelonistas vivían los prolegómenos del encuentro entre nazarenos y marchas procesionales. Pese a lo que muchos se temían, la llegada de la hora del partido no disminuyó de forma ostensible el número de personas en la calle. En Las Tendillas, por ejemplo, no había un solo palco vacío a las 22:00.

Los hermanos del Calvario disfrutaron de una jornada plena, en la que se hubo nuevos sones musicales que se estrenaron en la plaza de San Lorenzo. A muchos llamó la atención el detalle de las camisetas que lucían los costaleros, con la reproducción de un antiguo documento de la cofradía.

También fue un día de gozo para los de la Misericordia. Al fin pudieron ver en la calle el nuevo paso de su Cristo recién tallado, reluciente, rico en detalles. La silueta sigue siendo la misma y ayer se comprobó en la calle.

Por último, La Paz llenó de luz las calles de la ciudad en un recorrido que volvió a pasar por Santa Marina y San Andrés envuelta en una marea humana que alcanzó su máxima dimensión cuando ya entrada la madrugada cruzó los jardines del Campo de la Merced.

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