Miércoles Santo en Baena: El sonido atronador cuando los judíos echan las cajas
Semana Santa en la provincia de Córdoba
Baena despierta antes de lo habitual con los tambores de coliblancos y colinegros y una marea de chaquetas rojas
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El Miércoles Santo en Baena no es un día cualquiera en el calendario cofrade de esta ciudad amante por antonomasia de sus costumbres y tradiciones, de su Semana Santa. Este día Baena despierta antes de lo habitual. No es necesario que cante el gallo, los tambores judíos ya se han encargado de activar al ciudadano y de decirle que hoy es un día grande, el día en el que los judíos echan las cajas.
Con los primeros albores del día, ya eran cientos los judíos que recorrían las calles del casco histórico convirtiéndolas en una algarabía de color y sonido, en una marea del color rojo de las chaquetas, en un perfecto contraste de colas blancas o negras, del cegador brillo de los cascos de coracero, del baile de los plumeros de infinitos colores mecidos por el viento y del inconfundible sonar de las cajas al golpe de las baquetas.
Y, de nuevo, ese judío disfruta como si de la primera vez se tratara de poder llevar a cabo el arte de echar las cajas. No tenía aún los dos años cuando por vez primera, y acompañado de un emocionado padre, se colocó su pequeño tambor sobre su tahalí recién estrenado y vivió esta experiencia que, 14 años después, sigue siendo inconmensurable.
Ahora no necesita de la misma ayuda que antes a la hora de llevar a cabo el ritual judío a la hora de vestirse, aunque sigue buscando apoyo para colocarse el talabarte o ponerse el pañuelo al cuello asido con el anillo, en esta ocasión con el crismón de Baena y regalo anticipado de cumpleaños.
Aunque desde pequeño apuntaba maneras, el paso del tiempo lo han convertido en un judío exigente, un judío que no sale a la calle de cualquier manera. El largo de la cola debe ser el adecuado, el plumero redondeado y las plumas han de ir perfectas, el tambor apretado al máximo y nunca se saca de la casa si no suena perfecto, el pañuelo sobre el pellejo y caminando “con estilo”.
Un judío que protege sus tradiciones, que aboga por la recogida, por la asistencia a todos los actos, que defiende que el judío es ante todo cofrade y que lo mejor que tiene esta Semana Santa es la convivencia, la amistad, el reencuentro, la belleza de la sana rivalidad por el color de las colas, por los ratos de cuartel, las risas, el respeto y la hermandad.
Y es que esto es ser judío. Un redoble bajo el Arco Oscuro o el Arco de la Consolación. Un que tan, que tan plan, que tan plan, plan, plan por las sinuosas calles de la Almedina entre un grupo de amigos que conjugan colas negras y blancas. El tocar conjunto de un padre y de un hijo, con suerte, de un abuelo que sigue siendo aferrao al tambor y que hoy no entra de orgullo en la chaqueta.
El Miércoles Santo es el día grande para los judíos, la figura más simbólica y peculiar de esta Semana de Pasión. Desde hoy, los tambores no dejarán de sonar hasta el Domingo de Resurrección inundando las calles baenenses y llenando de color y sonido las diferentes procesiones.
El arte de echar las cajas
El arte de echar las cajas es una antiquísima tradición con la cual se cumple en Baena desde antaño pero que en las últimas décadas ha ido ganando en afluencia, tanto de los que se visten de judíos como de todas aquellas personas que salen a la calle a disfrutar de este extraño y a la vez precioso espectáculo.
Son en Baena casi 3.000 los judíos coliblancos y colinegros que enaltecen su Semana Santa.
Es esta una tradición que puede costar entender al llegado de fuera, algo a lo que no se le encuentre sentido, pero es que el judío nace, no se hace, lo lleva dentro. Por eso, el judío de verdad no dejará de tocar el tambor desde las primeras luces del día, solo lo hará cuando tenga lugar el desfile en procesión de una cofradía que no pertenezca a su cola.
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