San Andrés se tiñe de rojo

Buen Suceso

El Buen Suceso sale con una hora de retraso hasta tener la confirmación de que no iba a llover

Hermandad del Buen Suceso. / Óscar Barrionuevo
Hermandad del Buen Suceso. / Óscar Barrionuevo
Lourdes Chaparro

20 de abril 2011 - 07:13

La espera mereció la pena. Y mucho. Con una hora de retraso y, tras un sonoro aplauso en el interior del templo, la hermandad de El Buen Suceso salió a San Andrés y tiñó de rojo todo el barrio. La lluvia ya había impedido salir a dos cofradías horas antes: La Sangre y La Agonía. En la calle, ya estaban El Prendimiento y la Santa Faz. Por eso, el Buen Suceso no quería tomar una decisión de la que arrepentirse a mitad de camino, apuró hasta el máximo del tiempo permitido y decidió salir hasta tener la confirmación más esperada. Mientras los máximos responsables consultaban todo tipo de pronósticos, el gentío, falto de procesiones por la lluvia, iba poco a poco tomando posiciones, al tiempo que el cielo iba abriéndose poco a poco.

En la puerta de la iglesia que da a la calle Fernán Pérez de Oliva, un grupo de costaleros esperaba nervioso la decisión final. Unos apurando un cigarro, otros hablando por teléfono. Todos mirando al cielo, pidiendo tregua.

El cielo dejó salir a ese paso de misterio que por primera estuvo en la calle hace ya 37 años. Los balcones del Realejo están abiertos, al igual que los de la calle San Pablo, cuando el fiscal de horas da tres golpes a la puerta del templo fernandino. La cruz de guía no abre el cortejo de la hermandad, sino que va detrás de tres nazarenos con túnica de cola y cubrerrostro rojo. El aplauso es largo para los costaleros que llevan el paso de misterio, que este año tiene una nueva composición y que, además, estrenó la terminación del canastos y los arbóreos.

La salida calma San Andrés, también San Pablo y al gentío, que se sorprende al ritmo que marca uno de los capataces del paso Antonio Jesús Varela. El cortejo procesional avanza rápido -casi vertiginoso en San Pablo-, al mismo tiempo que unas gotas comienzan a desafiar a la hermandad. Los paraguas se abren. Uno, dos, casi todos los que aguardan la salida de la María Santísima de la Caridad y San Andrés Apóstol. El temor y la incertidumbre se apoderan del gentío que espera su llegada. Son sólo unas cuantas gotas. El palio asoma, tímido, al tiempo que deslumbra su nueva candelería que recorrió parte del Casco Histórico hasta llegar también a la carrera oficial y a la Catedral y continuar para regresar a su barrio.

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