El Señor de San Pedro a la luz de las velas

3La Misericordia

El barrio se vuelca con la salida procesional de su Crucificado y Nuestra Señora de las Lágrimas ya entrada la noche

Cristo de la Misericordia en las inmediaciones del convento de Santa Ana.
Cristo de la Misericordia en las inmediaciones del convento de Santa Ana.
Á. Alba

24 de marzo 2016 - 01:00

UN camino de luz procedente de los cirios y túnicas blancas ascendía desde la Basílica de San Pedro hasta la plaza de la Corredera. El esplendor del elegante cortejo del Cristo de la Misericordia pasaba entre la multitud que abarrotaba anoche la plaza de su templo y la calle Juan de Mesa hasta llegar a la Almagra. Un poco más arriba, a la entrada de la Corredera, las campanas de la Ermita del Socorro repicaban al paso de la Hermandad de Nazarenos del Santísimo Sacramento y Santos Mártires de Córdoba, el Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo. Imposible moverse por esas calles ante la afluencia de gente que esperaba el paso de la última cofradía en salir el Miércoles Santo, cerrando así una jornada histórica para la Semana Santa cordobesa.

El sobrio caminar del Crucificado al salir de su barrio casaba con la solemnidad de su imagen, el dorado de su paso y el morado de su exorno floral. Nada más salir de la Basílica de San Pedro, la primera levantá tuvo un significado muy especial ya que estuvo dedicada a José Carlos Larios, hermano mayor de la hermandad fallecido de forma repentina a finales del pasado año. Mientras, una saeta recibe al Señor de la Misericordia en la plaza de su templo, llena para ver a la cofradía.

La admiración y amor al Cristo de la Misericordia se hizo latente a lo largo de todo su recorrido pero mucho más lo fue en las calles de su barrio, igual que ocurrió con Nuestra Señora de las Lágrimas. Ambos recibieron una petalada a su paso por la calle Juan de Mesa en su subida hacia la Carrera Oficial.

El paso de palio de la Dolorosa de San Pedro, uno de los más característicos de la Semana Santa cordobesa por su terciopelo malva y el dorado en la totalidad de su orfebrería, con respiraderos de madera tallada y dorada, se abrió camino hasta la Mezquita-Catedral, donde cerró un Miércoles Santo que quedará para la historia.

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