La Señora abre el cielo de Córdoba
Los Dolores
En la salida de la cofradía servita sonaron tres marchas dedicadas a su Virgen
Pareció como si la Virgen de los Dolores, con su corona canónica por la ausencia de palio, hubiese rasgado esa maraña de nubes grises que cubrieron el cielo del Viernes Santo. Pareció como si la titular de los servitas disipara cualquier duda y retara a aquellos portales meteorológicos -incluida la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)- que días atrás habían vaticinado un alto porcentaje de probabilidad de lluvia. Esa espesa capota había tenido en vilo a cofrades y devotos de la Señora de Córdoba, pero finalmente la cofradía salió de la iglesia y sus titulares lo hicieron desde la sede ubicada frente al Hospital de San Jacinto.
Puede decirse que las nubes casi pasaron de largo al cruzar la plaza de Capuchinos. Tan sólo cayeron algunas gotas de agua, pero éstas fueron tan finas que la cofradía ni siquiera se planteó la posibilidad de regresar. A todo ello se le unió además que los rayos de sol prácticamente se colaban entre las nubes para iluminar, en primer lugar, el rostro del Cristo de la Clemencia, y después, la faz de la Virgen de los Dolores.
El tránsito rápido y decidido del cortejo -los penitentes fueron de tres en tres, como el pasado anterior, en lugar de hacerlo por parejas- sirvieron para que aquéllos que estuvieron presentes en Capuchinos ganaran en confianza. Frases como "no deberían haber salido" del comienzo de la estación de penitencia se tornaron en "creo que han hecho bien, porque seguro que son cuatro gotas de lluvia".
Seguro que en el recuerdo de algunos estaba aquel año en el que la Virgen de los Dolores no salió de su templo a pesar de que la probabilidad de precipitaciones era baja y el resto de las corporaciones habían decidido salir a la calle. Quizás por aquel recuerdo -fresco por la cercanía en el tiempo- se pudo valorar aún más el esfuerzo "valiente" -dijeron algunos- de esta hermandad por celebrar su estación de penitencia desde Capuchinos a la plaza de las Tendillas previo paso por la Catedral.
Hasta el inicio de la procesión fue brillante en el apartado musical. La Banda de la Expiración de Málaga interpretó tres de las marchas dedicadas a la Señora de Córdoba. Tras el Himno Nacional, los integrantes de la corporación malagueña hizo lo propio con Virgen de los Dolores, de Enrique Báez Centella; Los Dolores, obra de José de la Vega que fue estrenada el pasado año; y Reina de los servitas, compuesta y estrenada este mismo año por el Juan Antonio Pedrosa, catedrático de Armonía del Conservatorio de Sevilla.
Si aplaudidas fueron tanto la "valentía" demostrada en la salida como esas primeras piezas musicales que sonaron, también fue muy comentado el rigor con el que la hermandad fue cumpliendo sus horarios de paso. Marchó rápido -"como se hace en Sevilla", precisó uno de los cofrades- lo que permitió llegar en poco más de dos horas a la Catedral e iniciar esa especie de carrera oficial del Viernes Santo que cumple su segundo año consecutivo.
El Patio de los Naranjos y, sobre todo, los aledaños del primer templo de la Diócesis estuvieron repletos de personas para volver a disfrutar tanto con ésta como con el resto de procesiones.
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