La fe materializa el sueño de los cofrades de Las Palmeras
La cofradía llega por primera vez a la carrera oficial y muestra un comportamiento ejemplar en las 12 horas recorridas desde su inicio hasta recogerse en la parroquia
"Hoy salimos sí o sí". El mensaje del capataz de la Hermandad de la Piedad, Luis Maya, no ofrece el más mínimo resquicio a la duda y sí la rabia contenida desde que el pasado año no pudiera celebrarse la procesión por el elevado riesgo de precipitaciones. Las nubes que cubren el barrio de Las Palmeras no son óbice alguno para que la cofradía dé un paso atrás que alguno ya aventura a comentar en el entorno de la parroquia de San Antonio María Claret. Ni siquiera la probabilidad de lluvia que ofrece la Agencia Española de Meteorología (Aemet) atenúa lo más mínimo el pundonor que rezuma esta corporación. Éste es el día, y no otro, para que los cofrades de Las Palmeras escriban una página de oro tanto en su historia como en la de la Semana Santa de Córdoba. En el recuerdo quedan esos años en los que el cortejo daba unas vueltas por el barrio y esos otros, todavía más pasados, en los que la cofradía se atrevía incluso a ir a Ciudad Jardín. Una hazaña.
Las Palmeras, Miralbaida, Poniente y Ciudad Jardín son puntos que llegaron a pisar los cofrades de la Piedad entre finales de la década de los 80 e inicios de los 90. Pero hablar del barrio de la Trinidad y las céntricas calles de Gondomar, Alfonso XIII y Capitulares es un peldaño muy superior. De ahí las caras de asombro entre las personas que cubren las aceras de cualquier calle del centro, y más aún, de los que se encuentran sentados en palcos y sillas de la carrera oficial, cuando la Agrupación Musical de Santa Cecilia, de Aguilar de la Frontera, va abriendo el cortejo. No terminan de creerse que la Piedad haya llegado al centro. Cinco Llagas, Oración, Sagrada Cena y Redención, Pasión y Amargura son algunas de las marchas que suenan entre la calle Alfonso XIII y Claudio Marcelo.
Es una procesión nueva para la mayoría. Muy pocos habían visto hasta este momento a los nazarenos de túnica burdeos y borde de color blanco y verde. A pesar de que ésta es la primera vez que llegan a la carrera oficial, su comportamiento es ejemplar allá por donde pasan. "La fe, amigo, la fe", es la explicación que ofrece una costalera al preguntarle por esa proeza que suponen las 12 horas de recorrido y el paso por escenarios tan poco agradecidos para cualquier desfile procesional, como la carretera de Palma del Río o las avenidas que han de cruzar hasta pisar el centro. Es por ello que la cofradía necesita dos bandas, una para el recorrido de ida, la de la Salud de Córdoba, y otra para el regreso, la citada de Aguilar de la Frontera.
Los cubrerrostros impiden detectar la alegría del sueño cumplido y el trabajo bien hecho, pero está sensación es más que evidente en los rostros descubiertos del propio Maya y el de su hermana mayor, Pilar Torrecilla, que camina tras el titular con una sonrisa nerviosa. La hermandad ha demostrado que es una más entre las cofradías que llegan a la carrera oficial y que Las Palmeras reclama la integración que puede resulta esquiva por todos esos estereotipos que hay ligados a esta zona de la capital. La hermandad, en definitiva, ha sacado pecho por los vecinos de Las Palmeras.
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