Federico Trillo: "la sentencia de Montilla a Jesús no es una condena, es una reafirmación de fe en la resurrección"
El exministro protagoniza en Montilla la XXXI Sentencia de la Centuria Romana Munda: "Te vamos a condenar porque nos sabemos miserables pero llenos de amor; te vamos a condenar, para que limpies nuestras miserias"
Las imágenes de la sentencia de Federico Trillo a Jesús en Montilla, en imágenes

Montilla/"La sentencia de Montilla [a Jesús] no es una condena, es una reafirmación de fe en la resurrección, de esperanza en que la repetiremos cada año, y de amor de un pueblo a su Dios, ¡por los siglos de los siglos!". Federico Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, que fue ministro de Defensa y expresidente del Congreso de los Diputados, ha puesto así el colofón a su lectura de la XXXI Sentencia organizada en Montilla por la Centuria Romana Munda.
En una extensa exposición en el salón de actos de San Juan de Dios ante numerosas autoridades y en un acto en el que ha centrado la argumentación de su sentencia en los elementos subjetivos del juicio a Cristo, tanto desde el punto penal como desde el procesal, Trillo ha invitado a los asistentes a introducirse en las escenas de la Pasión de Jesús como un personaje más, no como simples espectadores, y compartir así las responsabilidades, mirándose en la sentencia como en un espejo, como se propusieron los organizadores de la Centuria Romana Munda.
"Desde esta perspectiva, lo primero que resulta paradójico es darse cuenta de que el sujeto pasivo del proceso, el imputado, Cristo, resulta ser la víctima real, y que sus jueces judíos, encabezados por Caifás, se han concertado previamente para asesinarlo; es decir, han dado los primeros pasos del delito como conspiradores", ha relatado.
Sobre el proceso del prendimiento, Trillo ha destacado a los personajes auxiliares o secundarios de este proceso, los sayones, los soldados, la turba, "que tienen la conducta propia de los delitos cometidos en masa, que proyectan sus rencores, sus frustraciones y sus envidias en actos que no cometerían por separado, diluyendo así su responsabilidad".
El exministro ha defendido que la detención de Jesús se produce ilegalmente, sin imputación de delito concreto, como así se comprueba, insiste, en las contradictorias acusaciones de los testigos ante el Sanedrín, que, según ha incidido, solo consiguen la condena en la respuesta a la interpelación final del sumo sacerdote Caifás “en nombre del Altísimo” sobre si es el Hijo de Dios, que Cristo no puede, no quiere, eludir, pues “para ello ha venido al mundo, para dar testimonio de la verdad".
Trillo ha añadido que eso se repetirá en el juicio ante Pilatos, "de carácter eminentemente político", en el que finalmente los fariseos y el gobernador romano, coinciden en su propósito de condena para proteger sus poderes -religiosos y políticos- que ven amenazados. Circunstancia que provoca, tal y como ha subrayado, que las masas griten "crucifícale, crucifícale", pidiendo conjuntamente "que sacrifiquen al chivo expiatorio, que carga con las culpas de todos, de acuerdo con la moderna teoría antropológica de Rene Girad".
Entrada ya la noche, y ante el altar mayor de la parroquia de Santiago, a los pies de la imagen del Ecce Homo esculpida por el escultor e imaginero Juan de Mesa El Mozo a finales del siglo XVI y bajo el imponente Santo Cristo indiano de Zacatecas, ha llegado el momento irremediable del fallo a muerte.
El expresidente del Congreso de los Diputados ha emitido su fallo de la sentencia. "Sí, ¡Señor!, te vamos a condenar en Montilla un año más. Nos conviene que tú te vayas a prepararnos el camino. ¡Te vamos a condenar!, porque nos sabemos miserables, pero llenos de amor; te vamos a condenar, para que limpies nuestras miserias, nosotros te condenamos, ¡somos los jueces que ratificamos tu condena!", ha proclamado.
Trillo ha insistido en que "tenía que ser aquí donde la sentencia se pronunciara y donde Cristo volviera a subir a la Cruz cada año. Sobre la tierra y el trabajo de Montilla: ¡tú eres cada año, Señor, la vid, ¡y los montillanos los sarmientos!".
Para justificarlo en que "por qué aquí en Montilla, en la sentencia, unimos al tiempo nuestra contrición y nuestro perdón, nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, nuestra lucha y nuestra entrega. Sangre y vino. Porque así son las gentes de Montilla: sangre ardiente de trabajo y amor, que la Cruz transformó en el vino generoso mejor de España". "Por eso la sentencia de Montilla no es una condena, es una reafirmación de fe en la resurrección, de esperanza en que la repetiremos cada año, y de amor de un pueblo a su Dios, ¡por los siglos de los siglos!", ha concluido.
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