Viernes de Dolores en Capuchinos: a los pies de la Señora de Córdoba

Miles de personas se dan cita para honrar a la Virgen de los Dolores, Nuestra Señora de la Paz y al Císter en el día de la despedida de Demetrio Fernández

El Viernes de Dolores de Córdoba en Capuchinos, en imágenes

Demetrio Fernández preside la eucaristía en San Jacinto
Demetrio Fernández preside la eucaristía en San Jacinto / Miguel Ángel Salas

En su altar majestuoso de la plaza de Capuchinos, el Santo vigía del lugar, el Cristo de los Faroles, observa con sus puros ojos de mármol blanco como dos ríos humanos en forma de dos largas filas caminan hacia esos mares de fe que son el santuario de la antigua iglesia hospital de San Jacinto y la iglesia conventual del Santo Ángel. Se repite la más típica y esperada imagen del Viernes de Dolores en Córdoba. El primero de esos ríos desemboca en la visita a Nuestra Señora de los Dolores y el segundo, en la visita a la María Santísima de la Paz y Esperanza.

Este día tan especial para el mundo cofrade cordobés es, en este 2025, especialísimo para el administrador apostólico de la Diócesis, Demetrio Fernández, monseñor que este mismo año ha dejado de ser obispo de Córdoba. “Empecé en una Semana Santa y termino con una Semana Santa. Eso se llama literariamente una inclusión temática. Uno empieza por un tema y termina por el mismo tema. Para mí no es una simple coincidencia, sino que es una alegría y una satisfacción. Llegué a Córdoba el 20 de marzo del año 2010 y lo primero que hice fue ir al pregón de la Semana Santa”, recuerda el prelado durante su homilía de la eucaristía de la Fiesta de Regla en la iglesia de hospital de San Jacinto.

En el santuario de la Virgen de los Dolores no cabe ni un alfiler al mismo tiempo que unas personas entran y otras lo abandonan. “Estamos en esta iglesia santuario, a los pies de la Señora de Córdoba, empezando los cultos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. La Semana Santa comienza en Córdoba con esta fiesta de la Virgen de los Dolores”, destaca monseñor.

Al mismo tiempo, en una de las dependencias de la iglesia varios hermanos de los Dolores venden recuerdos de la cofradía que tienen colocados sobre una mesa. “Tenemos réplicas del Cristo de la Clemencia en tamaño pequeñito, imanes de los azulejos que hay en Capuchinos del Cristo y de la Virgen, pines y medallitas de la hermandad, también del Cristo y de la Virgen, las medallas de la hermandad, mucha variedad de pulseras, escapularios...”, comenta a quien se interesa por lo que hay en la mesa uno de esos hermanos de los Dolores, Juan Luis Medina. “Las pulseras, las estampitas, los pines y los carteles de la Virgen de los Dolores son las cosas que más se suele llevar la gente”, añade.

Mientras, Demetrio Fernández prosigue con la que será la última homilía que proclame en una eucaristía de Viernes de Dolores en San Jacinto. El próximo año la presidirá quien es ya su sucesor como obispo de Córdoba, Jesús Fernández, “a quien ya le he transmitido el gran fervor con el que en Córdoba se vive la Semana Santa”, incide. “Los misterios de la fe son los mismos en toda España y en el mundo entero. Pero la Semana Santa, tal como se vive, no es lo mismo y la de Córdoba es especial”, añade.

Besamanos a la Paloma de Capuchinos
Besamanos a la Paloma de Capuchinos / Miguel Ángel Salas

Una última homilía, la de Demetrio Fernández en San Jacinto, proclamada después de la lectura de unos versículos del capítulo 29 del Evangelio de San Juan, del 25 al 27: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena / Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo / Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”.

En esa su última homilía, Demetrio Fernández insiste en que “María, como madre, nos invita a valorar la maternidad” y pide “que la Virgen nos libre de la epidemia del aborto, una guerra sorda, mitigada, domesticada en el ambiente, disfrazada y camuflada, en la que mueren más personas que en la guerra, lo que conlleva consecuencias fatales, entre ellas, que no tenemos niños o jóvenes para el relevo generacional”. También en sus palabras hay un recuerdo para los pobres y necesitados de la ciudad. “María Madre nos invita a valorar la maternidad y pedimos que la fiesta de la Virgen de los Dolores nos lleve a ser más sensibles, a procurar y aliviar las necesidades de los más necesitados de la ciudad”, subraya.

Fuera del santuario, el Cristo de los Faroles escucha con sus puros oídos de mármol blanco a varios hermanos del Remedio de Ánimas de un tema recurrente en la jornada de Viernes Santo en Capuchinos. “¿Saldremos este año en procesión o no saldremos como nos pasó el Lunes Santo del año pasado?", le pregunta uno a otro. “Otro de los hermanos también de Ánimas me ha dicho que va a estar lloviendo desde las cinco de la tarde del Lunes Santo hasta las dos de la mañana del Martes Santo, pero vete tú a saber”, le contesta. “Esperemos que se rompan las previsiones y que no tengamos una Semana Santa pasada por agua”, le añade.

Colas de gente en Capuchinos
Colas de gente en Capuchinos / Miguel Ángel Salas

Frente a ellos y junto a ese gran río humano que desemboca en el mar de Santo Ángel para honrar en besamanos a la Nuestra Señora de la Paz, César Bermúdez declara su amor por la también llamada Paloma de Capuchinos. “Llevo 30 años de costalero de la Paz, entré el 1995 y cuando me iba a retirar entró mi hijo el mayor, Raúl, y decidí continuar con él. Eso tira yya no hay quien te quite salir con él”, relata.

César se emociona hasta las lágrimas a la hora de explicar qué es lo que siente un costalero cuando lleva sobre los hombros la imagen a la que ama. “Es una emoción muy grande que llevas esperando todo un año. Es algo que no se puede explicar”, sostiene quien pertenece a una familia muy relacionada desde hace bastantes años con la Semana Santa de Córdoba. “Mi relación viene de cuando yo era un chiquillo, de cuando mi padre montaba la carrera oficial de la Semana Santa y después lo hicimos sus hijos”, relata.

“Dejé ya de montar la carrera oficial, y ahora salgo el Miércoles Santo con la Virgen de la Paz y el Sábado de Pasión con la Virgen de la Paz”, destaca César, mientras grupos de personas como arroyos humanos salidos de esos ríos, observados por los puros ojos de mármol blanco del Cristo de los faroles, buscan por otro mar de fe en el que desembocar, un mar de fe en el que honrar a los titulares de la Hermandad del Císter, expuestos en Capuchinos.

Exposición de los titulares de la Hermandad del Císter
Exposición de los titulares de la Hermandad del Císter / Miguel Ángel Salas
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