La gran ausencia del Lunes Santo lucentino
El Nazareno de Pasión se queda en el templo por el litigio eclesial que mantienen Luque y Lucena.
LAS cofradías, como todo en la vida, también tienen altibajos y vicisitudes que marcan su intrahistoria y, por ende, la del municipio al que pertenecen. Simples anécdotas para los profanos en la materia pero que, sin embargo, para los cofrades significan verdaderos hitos. En la mayoría de los casos, estos contratiempos siempre dejan un amargo paladar del que es complicado recuperarse, ya que las mieles y satisfacciones que otorgan las vivencias en torno a los titulares podrán sofocar el ardor de un sinsabor pero nunca borrar el recuerdo de haberlo padecido.
La hermandad franciscana de Pasión vive en este 2014 una situación que podría definirse como incómoda. Para comprenderla hay que remontarse a mediados de la década de los setenta del siglo pasado. Tras participar en las obras de adaptación de un antiguo convento de la localidad de Luque, el constructor Antonio Rodríguez decide pedir permiso al sacerdote de este municipio para hacerse con la vieja y deteriorada imagen de un nazareno que yacía en su interior. Con la firma del pertinente documento eclesiástico el Señor llegó a Lucena con la idea de fundar una hermandad que estuviese vinculada al gremio de la construcción. Y así fue. La restauración de la imagen y la realización del ajuar básico para su salida procesional coparon los primeros trabajos de la corporación, que varios años después se fusiona con la franciscana de Pasión, radicada en el convento de la Madre de Dios, donde formaría parte del cortejo penitencial de la cofradía cada Lunes Santo.
La devoción al nazareno fue creciendo hasta que, de manera sorpresiva, su pueblo de procedencia inició hace pocos años una campaña para solicitar a la Diócesis de Córdoba el regreso de la imagen. Todo ello en base a una investigación que atribuía su autoría al escultor de origen francés Juan Verdiguier, lo que cargaba de valor una obra que hace apenas cuatro décadas se encontraba casi destrozada.
La batalla librada entre el constructor y los demandantes, que incluso ha trascendido lo canónico para saltar al terreno de la justicia ordinaria, causó gran revuelo entre los devotos de esta hermandad que ya el pasado año realizaron una estación de penitencia con aires de despedida.
Así las cosas, el Señor permanece en su capilla a la espera de que Palacio emita un dictamen final, algo que presumiblemente se decantará a favor de Luque por considerarse nulo el documento original de cesión. La cofradía decidió poner sus otros tres pasos en la calle y no designar manijero para este año reservando así a una imagen que, más temprano que tarde, sólo encontrará veneración en el recuerdo de quienes lo sanaron, vistieron y salvaron de la destrucción a la que le condenó el olvido.
Un paso que se queda en la iglesia y otro que se recupera, como es el caso del misterio de la Crucifixión de la cofradía del Amor que volverá a las calles de Lucena el Martes Santo. Paradojas de la Semana Santa.
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