José Luis Rejano emociona a Puente Genil con un pregón de Semana Santa emotivo y cargado de sentimientos

El pregonero, militar de profesión, recordó su historia personal, con referencias constantes a su familia

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Un momento del pregón de Juan Luis Rojano
Un momento del pregón de José Luis Rejano / J. M. Cabezas

Puente Genil/En un abarrotado Teatro Circo, la Agrupación de Cofradías, Hermandades y Corporaciones Bíblicas de Puente Genil ha celebrado el acto de lectura del pregón de la Semana Santa 2025, que ha correspondido a José Luis Rejano Molina, quien, para la ocasión, ha estado flanqueado por las cinco figuras de las Virtudes Cardinales, la bandera del Santo Sepulcro, un cuadro de la Patrona, el paso pequeño de Jesús Nazareno y, delante de este, la entrañable figura de El Faraón —un regalo de su padre—. Rejano ha deleitado a los asistentes con un Pregón cargado de emoción, simbolismo y una profunda vivencia de fe, a la que ha acompañado una puesta en escena única, con la presencia musical al piano de Daniel Matas y la guitarra de Rafael Ortega.

Rejano sorprendió desde el comienzo, apareciendo en escena sin papel alguno, elevando un rezo a María Santísima, encomendándose a la Purísima, algo que conquistó al público con una intervención sincera y directa al corazón. Transmitió sus miedos, sentimientos y recuerdos, en un testimonio de vida manantera marcado por la nostalgia de quien vive la Semana Santa desde la distancia. El pregonero, militar de profesión, recordó su historia personal, con referencias constantes a su familia. Nombró a su madre y dedicó palabras cargadas de cariño y gratitud a su padre: “Tú, papá, me enseñaste a venir a los pregones. Quién me iba a decir que un día sería yo uno de ellos. Me enseñaste a derramar poesía en las mesas de Puente Genil, como tantas veces hiciste tú”.

Rejano reivindicó el auténtico espíritu manantero, incidiendo en que "no eres dueño de un cuartel o una cofradía por llevar más tiempo. Hay que demostrar mucho más que eso. Saber abrazar en casa, saber decir te quiero, mirar al Nazareno y no permitir que tu cofradía caiga al suelo”. Sus frases llenas de verdad y sentimiento encendieron al público tocando fibras sensibles del alma, dirigiéndose a Jesús Nazareno desde una fe firme y convencida: “Sin fe no hay nada. Las corporaciones se vaciarían. La fe nos ayuda a levantarnos. Es la llama de esperanza que nos hace creer en la Resurrección. Me niego a pensar que no hay nada detrás de las lágrimas a María”.

También miró hacia la literatura, hacia los escritores partiendo de Miguel Romero y poniendo en valor al orador , al hermano que recita y hace mesa, y concluyó con un grito de esperanza: "¿Quién dice que vas muerto y no dormido? Busco al final en tus ojos un hilo de esperanza. La muerte no es el final. Aquí nadie se muere. Cuando la guadaña pase… arrópame con el blanco sendal. Entraré con mi carne de pontanés, y allí, sentados en una gran mesa… hombres buenos”.

Para finalizar, Rejano recitó una poesía dedicada a su mujer y en ella simbolizó a todas las de Puente Genil, descrita como su musa: "Dama de luz y membrillo, de infinita nobleza, con un castillo grabado en el alma. Me sabe a ochíos y pestiños. Es cofrade y manantera”.

En último término se dirigió a Puente Genil. "Todos vuelven aquí buscando la esencia, el alma de nuestra fiesta”, y a las madres, con un un nutrido grupo de ellas sobre el escenario portando las túnicas de las 17 advocaciones, un cierre excepcional que levantó a los espectadores de sus butacas.

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