Un sueño cumplido desde San Rafael
DICEN los cofrades que son algo soñadores. Pues bien, ayer la hermandad Universitaria cumplió uno de sus sueños más anhelados. Por fin, la cofradía del Cristo de Juan Manuel Miñarro y de la Virgen Nuestra Señora de la Presentación, la misma que en lugar de un puñal clavado en el pecho -como la mayoría de las titulares marianas de Córdoba- lo lleva en la mano, entró en carrera oficial. Por fin ayer, esta hermandad, que nació en el seno de la Universidad de Córdoba, y tras superar más de un contratiempo, hizo estación de penitencia en Semana Santa y no el Jueves de Pasión, tal y como ocurría hasta el año pasado.
Pero hasta llegar a la carrera oficial, la Universitaria se encuentra con el silencio más grande a su salida de la iglesia del Juramento de San Rafael. Silencio casi sepulcral. No hay música, no hay voces, y ese crujir de la pipas bajo los pies tan insistente estos días en cualquier calle, ni se intuye. Silencio, que sale la Universitaria, una de esas hermandades del buen hacer cofrade y de buena penitencia. Sin lujos, sin artificios, en solemne penitencia, en procesión. Un cortejo al que desde el primer día que se puso en la calle no falta el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, Eulalio Fernández, y al que este año se ha sumado la vicerrectora de Internacionalización, Carmen Galán. Un cortejo con sus hábitos negros, con sus faroles en mano, su incienso, su particular visión de la Semana Santa, que tiene su origen en la vida de San Pedro de Alcántara y en el sentir universitario antiguo, que tanto llama la atención en la actualidad, a pesar de ser una gran tradición.
Bien por el escaso número de penitentes enlutados -que, a buen seguro, aumentará en los próximos años-, bien por ese silencio, bien por esa austeridad, bien por el suave movimiento de los costaleros, bien por cualquier aspecto. La hermandad Universitaria supo hacer más que bien su primera estación de penitencia hacia la carrera oficial. Bien por pequeños gestos, como que un costalero antes de entrar en la casa hermandad se anudara un rosario en la muñeca, bien porque no hay fiscal de horas que llame a la puerta y que de ésta sólo provenga silencio y oración. A pesar de la extrañeza o la sorpresa de las caras de muchos de los presentes a lo largo del recorrido, la joven hermandad deslumbró en su largo trayecto hasta la Catedral. Al igual que el Cristo sindónico y la realidad de los azotes que recibió Jesús.
En poco minutos, no más de cinco, y sin que nadie avise, del templo del Juramento comienza a salir la Señora de la Presentación, en un paso ligero de adornos florales. En este punto, uno de los responsables del paso rompe el ensordecedor silencio de la tarde y exclama "venga de frente". Y así comienza el histórico desfile procesional de la Universitaria, con rumbo primero hasta San Andrés, donde también se detiene unos minutos ante la presencia de cuatro nazarenos de la hermandad del Buen Suceso. Nobleza obliga. Y desde allí, hasta la carrera oficial, que también calla. Y desde allí hasta el principal templo de la Diócesis para después regresar en profundo silencio y asombrado a su paso a Córdoba y hasta la plaza de San Rafael.
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