Miles de víctimas en el grave terremoto de Japón
La Embajada reduce a tres los españoles no localizados y cree que están bien. El seísmo, de 8,9 grados, pone en alerta a las costas de todo el Pacífico y desata la alarma en la central nuclear de Fukushima.
El devastador terremoto de 8,8 grados de magnitud en la escala de Richter ocurrido este viernes en Japón, el más grave de su historia, ha provocado un "número extremadamente alto" de víctimas, según el Gobierno nipón, que alertó sobre la intensidad de las réplicas. A primera hora de este sábado en Japón se estimaban en más de mil las víctimas mortales del seísmo, que afectó a la práctica totalidad de la costa este del archipiélago nipón, hizo temblar a Tokio y provocó un tsunami que se llevó centenares de vidas en la ciudad de Sendai.
El Gobierno ha enviado 8.000 militares para las labores de rescate a las áreas afectadas, sobre todo las provincias de Miyagi e Iwate, mientras se temen fugas radiactivas de una central nuclear de Fukushima, por lo que 3.000 personas fueron evacuadas. El terremoto destruyó edificios, provocó incendios y paralizó el transporte en el noreste de Japón, mientras en Tokio los edificios temblaron y se suspendieron las comunicaciones ferroviarias y el metro, por lo que centenares de miles de personas se quedaron bloqueadas sin poder regresar a sus casas. Casi más que la fuerza del temblor fueron las olas, de hasta diez metros de altura, las que causaron una mayor devastación en muchas localidades de la costa noreste nipona, llevándose a su paso coches, edificios y barcos.
En Sendai, la capital de Miyagi con un millón de habitantes, se calculan en unas trescientas las personas que fallecieron ahogadas por la fuerza del mar. Tras el fuerte terremoto, los sobresaltos continuaron hasta primeras horas del sábado en Japón. En plena madrugada, una nueva alerta de tsunami se activó para toda la costa oriental de Japón mientras seguían sucediéndose sin pausa las réplicas del seísmo.
Se contaron 60 sólo en la jornada del viernes, cuatro de 7 grados o más en la escala de Richter, y, ya de madrugada, otros tres terremotos de más de 6 grados en la escala abierta de Richter en Nagano (norte de Japón), en la otra costa del Mar de Japón, provocaron más inquietud en un país sobresaltado. La tierra no dejó de temblar en Japón desde que, a las 14:46 hora local (06:46 en España), se produjo el devastador seísmo, con epicentro a 130 kilómetros de la costa y una profundidad de 20 kilómetros, el más grave sucedido en un país habituado a temblar.
Japón, uno de los países más densamente poblados del mundo, se asienta en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico y los seísmos son relativamente frecuentes. Es el país más preparado del mundo para hacer frente a los terremotos, con normas de construcción muy estrictas, un protocolo de emergencia que paraliza los medios de transporte nada más producirse los seísmos y un código de respuesta que la población ha interiorizado desde la infancia.
En este caso, no obstante, la magnitud del seísmo, uno de los más graves de la historia, provocó cuantiosos daños personales y materiales, e interrumpió las comunicaciones en gran parte del país, sin que aún se haya determinado su verdadero alcance. El último cómputo oficial de las autoridades hablaba a las 06:00 hora local del sábado de 184 fallecidos y 708 desaparecidos, pero se teme que el número sea mucho mayor y los medios locales dan por hecho que sobrepasará el millar.
En el noreste del país el temblor también provocó al menos medio centenar de incendios, entre ellos un gran fuego en una planta de refinamiento de petróleo en la provincia de Chiba, vecina a Tokio. El portavoz del Gobierno, Yukio Edano, instó a la población a mantenerse alerta ante las numerosas réplicas y el tsunami generado por el seísmo, y recomendó a los ciudadanos de Tokio que no traten de regresar inmediatamente a sus viviendas y mantengan la calma para evitar escenas de caos. En la capital nipona el terremoto sacudió edificios, rompió vidrios y provocó una quincena de incendios, e incluso llego a doblar la antena de la Torre de Tokio, que con sus 333 metros de altura es una de las señas de identidad de la capital.
En la urbe se encontraba también en el momento del temblor el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, quien según la agencia Kyodo suspendió su agenda. Según la televisión NHK, el terremoto es el mayor en la historia de Japón, con una magnitud superior al de 7,9 grados Richter que en 1923 acabó con la vida de 140.000 personas. Algunos países ya han ofrecido su asistencia a Japón, uno de los países del mundo más preparados contra los terremotos, que sufre con frecuencia, aunque el Gobierno ha insistido en que está gestionando el ocurrido hoy con la suposición de que es el mayor de su historia, informó Kyodo. Las fuerzas militares de EEUU en Japón, donde mantiene 48.000 efectivos, también están preparadas para asistir a las autoridades niponas tras el seísmo, indicó el ministro japonés de Defensa, Toshimi Kitazawa.
Drástico aumento de la radiactividad en una planta nuclear
Los niveles de radioactividad en el centro de control de la planta nuclear de Fukushima aumentaron 1.000 veces por encima de los niveles normales, según informaciones de la entidad nacional de seguridad atómica. La empresa que opera la planta admitió que es posible que ya se hayan registrado pérdidas radiactivas a raíz de los daños causados por el terremoto.
El primer ministro japonés, Kan Naoto, amplió a diez kilómetros a la redonda la zona de evacuación en torno a la planta. El ministro se trasladó en helicóptero a la zona de la catástrofe. Previamente, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) había informado que las autoridades niponas decidieron rebajar los niveles de presión en el reactor que registraba los problemas. El objetivo era filtrar el vapor que fuese saliendo de manera supervisada a fin de mantener la radiactividad en las instalaciones. Sin embargo, los especialistas del organismo consideran muy poco probable que en un operativo semejante no se liberen sustancias nocivas.
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