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A Tatiana Coinac, una mujer moldava de 44 años residente en Oviedo, concretamente en el barrio de Teatinos, la encontraron en la bañera de su casa sin vida. Quien había dado la voz de alarma de que le podía haber pasado algo fue su madre después de estar varios días sin saber nada de su hija.
Cuando los agentes llegaron a su domicilio pensaron que la mujer habría sufrido un accidente mientras se duchaba, pero luego comprobaron que su cuerpo tenía signos de violencia que habían intentado borrar a conciencia.
Por este motivo abrieron una investigación para esclarecer qué le había pasado a Tania, que era como la conocían sus amigos, y quién estaba detrás de su muerte.
A pesar de las muchas incógnitas que aun rodean al caso, los investigadores han estado trabajando en la toma de muestras de ADN que se podían encontrar en la vivienda y que ya están siendo analizadas en el laboratorio según ha compartido Caso Abierto, portal de sucesos e investigación del grupo Prensa Ibérica. Estas muestras se han obtenido en zonas sensibles de la escena del crimen y del propio cuerpo de la víctima.
La autopsia realizada al cadáver ha determinado que la mujer murió entre el jueves y el viernes de la semana pasada, los días 9 y 10 de marzo, aunque no fue hasta el domingo, día 12 cuando la encontraron.
A pesar de que Tania estuviera en la bañera cuando entraron los agentes en su vivienda, el estudio de la escena del crimen y la autopsia han determinado que la víctima falleció en otra habitación diferente. Todo parece apuntar, hasta el momento, a que la mataron en su dormitorio tras haberla atado a la cama y que luego la trasladaron al baño.
Allí, quien acabó con su vida lavó su cuerpo a conciencia para limpiar todo rastro del crimen y, posiblemente, hacer pensar a los investigadores que la muerte había sido accidental o, incluso, un suicidio.
Tal y como recoge Caso Abierto, esto demostraría que la persona que lo hizo tenía conocimiento sobre cómo haces desaparecer posibles pistas, que es lo que se conoce en la jerga criminal como ‘conciencia forense’.
Esto, unido a la violencia con la que esta persona actuó hace pensar a los investigadores que el autor del asesinato puede haber actuado en ocasiones anteriores y tener antecedentes por hechos parecidos. De hecho se piensa en el perfil de una persona con antecedentes por violencia hacia las mujeres.
Para conocer si las muestras de ADN recogidas en el inmueble pertenecen a alguien con antecedentes, los investigadores desplazados a Oviedo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta, la UDEV Central, introducen el perfil genético en la base CODIS, un registro de perfiles de ADN de autores de hechos delictivos graves, tanto anónimos como fichados y condenados, para buscar coincidencias.
Con este mismo método, la UDEV ya ha resuelto varios casos como el crimen de Elche y Orihuela, en 2020, que habían sido obra de un asesino en serie a su paso por España. El rastro genético y las coincidencias en el CODIS permitieron localizarlo en Moscú, donde cumplía condena por hechos similares.
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