Miguel, el chico al que encontraron muerto con 19 puñaladas y un crucifijo en su casa de Córdoba
La madre del joven apunta a su padre como autor del asesinato de su hijo mientras que éste asegura que lo encontró así cuando llegó a su vivienda.
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Miguel tenía 19 años cuando murió en la localidad cordobesa de Palma del Río en el año 2012. Su cuerpo apareció calcinado, con varias heridas en el pecho provocadas por el fuego que dificultaron a los forenses darse cuenta de que, en realidad, había recibido 19 puñaladas. Quien lo encontró fue, en teoría, su padre. La versión que éste dio giró en torno al accidente y a la posibilidad de que su hijo se hubiera autolesionado.
Miguelín, que era como lo conocían, padecía síndrome de Tourette, una afección nerviosa que hace que algunas personas tengan impulsos descontrolados. Su madre nunca creyó la versión del padre y siempre sostuvo que su hijo no tenía ningún trastorno mental, solo esta afección.
Para ella quien lo agredió fue su padre y por eso ahora lo acusa del asesinato de Miguel, en un juicio que se está celebrando 11 años después.
Los días previos
Antes de que ocurrieran los hechos Miguel acudía, en ocasiones, a una vidente para que lo tratara, por recomendación de su padre. Éste estaba separado de la madre y según contó la progenitora, la relación entre ambos era tensa.
El chico, que era supersticioso, se había aficionado a criar aves exóticas y a venderlas por internet. Según contó la madre, en una ocasión la Guardia Civil había tenido que intervenir en la casa de campo en la que vivían porque su padre disparó a una de las crías. En esa ocasión el hombre fue arrestado, pero tras este suceso no hay constancia de la relación que había entre él y Miguel.
El día de los hechos
El día que tuvo lugar la explosión de la bombona de gas que desató el incendio en el que encontraron a Miguel, el chico había llamado a su padre para advertirle de que unos perros que tenían no dejaban de ladrar.
El padre se acercó a la finca y, según declaró, fue el joven quien le pidió que se marchara de nuevo. Y así hizo. Según él, acudió al centro de salud dos veces, a la churrería, a tomar un café y a lavar el coche. Además, fue visto en otros lugares públicos del pueblo. En opinión de la acusación, para urdir una coartada.
Cuando volvió a esa casa, según su relato, apreció humo denso y oscuro saliendo de las ventanas. Aparcó, entró a prisa y registró todas las habitaciones, pese a la humareda, hasta que dio con el cuerpo de su hijo. Entonces, explicó, procedió a apagar la llama y a comunicar lo sucedido a sus familiares y a los cuerpos de seguridad.
La autopsia
La muerte, según los trabajos periciales, debió producirse entre las 8.00 y las 10.25 horasde aquel diciembre de 2021. El cuerpo presentaba varias punzadas, con puñaladas que llegaron a atravesarle pulmón y corazón.
Una de estas, de tal fuerza, le perforó el esternón e hizo que el cuchillo quedara doblado. En su cabeza apareció una herida correspondiente con un golpe producido desde atrás que no se pudo determinar si se había dado antes o después de las puñaladas. Junto a una de las manos, apareció un crucifijo y un rosario. Por la pruebas extraídas de aquel día, en estos once años no ha sido posible determinar si las heridas fueron causadas por él o por un tercero.
El juicio
La Audiencia Provincial de Córdoba ha retomado el caso, enjuiciado en primera instancia en Posadas, once años después, al considerar necesario, en línea con el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que sea un jurado quien dirima si se sustenta el relato de la acusación particular o las apreciaciones de la Fiscalía.
En esta nueva vista han declarado la vidente, que asegura que Miguel no puso autolesionarse, la madre, que confirmó que estuvo hablando con su hijo sobre planes de futuro, y el último amigo con el que estuvo el chico. En este caso este amigo ha cerrado la sesión reconociendo que percibió algo raro en su conducta un día antes del fallecimiento, cuando rehusó quedar con la pandilla. Y, pese a no recordar las palabras exactas de aquel día antes, hay una frase que le marcó: "A los buenos les pasan cosas buenas y a los malos cosas malas".
La madre sigue señalando que fue el padre quien asesinó a su hijo y por eso pide 22 años de prisión para él. El progenitor de Miguel, por su parte, mantiene su inocencia desde entonces y alude a que su hijo tuvo que marcharse por voluntad propia, coincidiendo con la fecha del fin del mundo según el calendario maya.
Ahora, tanto acusación particular como defensa deberán esperar para conocer el veredicto del jurado para este caso.
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