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Investigación con ratas
Un equipo de expertos del grupo de Neuropsicofarmacología del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), han determinado que el consumo de alcohol afecta a sistemas de señalización en determinadas regiones del cerebro, alterando la respuesta emocional en edad adulta.
El objetivo de esta investigación básica se ha centrado en definir la influencia de la ingesta de etanol en una etapa temprana, como es la adolescencia, sobre la respuesta cerebral a nivel emocional en edad adulta y que se relaciona con la aparición de trastornos como la ansiedad y la depresión.
Los investigadores indican que la ingesta de alcohol afecta principalmente al hipocampo y la corteza cerebral, que se asocian con el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. El estudio ha sido publicado en la revista científica European Neuropsychopharmacology.
Los expertos del IBIMA se han centrado en la adolescencia, ya que es considerado un periodo clave y extremadamente sensible en la transición hacia la etapa adulta y la consolidación de las respuestas cerebrales.
“Estudiamos esta etapa porque en ella la capacidad de decisión suele ser más vulnerable y porque aún hay órganos del cuerpo en fase de maduración que son especialmente susceptibles a las acciones de sustancias de abuso como el alcohol. De hecho, el patrón de consumo más habitual entre jóvenes y adolescentes suele ser de borrachera o atracón, y estas cantidades excesivas de alcohol en un corto período de tiempo se ha vinculado con la aparición de alteraciones emocionales y déficit cognitivo en etapas posteriores”, explica a la Fundación Descubre la investigadora Antonia Serrano, autora del estudio.
En el laboratorio, los investigadores trabajaron con dos grupos de ratas Wistar de entre 21 a 50 días de vida, que equivale a la etapa adolescente en estos animales. Divididas en jaulas, un grupo de ratas dispuso en todo momento de alcohol y agua, mientras que el otro grupo sólo disponía de agua.
Para realizar el experimento, las botellas se mantuvieron cuatro días por semana durante un mes. Tras este periodo, al grupo de ratas que disponía de alcohol y agua en la jaula se le sustituyó la botella de alcohol por otra de agua, dando comienzo a la fase de abstinencia.
“Esta fase se caracteriza por la aparición de un estado afectivo negativo, mostrando ansiedad, estrés e incluso depresión. Las evaluaciones que realizamos indicaron que a las dos semanas después de haber interrumpido el consumo de alcohol, no se observan síntomas físicos, pero sí había alteraciones a nivel emocional”, afirma Serrano.
La evaluación de la conducta emocional por medio de respuestas locomotoras y exploratorias se realizó con una batería de pruebas de comportamiento. Junto con ellas, los expertos realizaron un estudio postmortem a las ratas en edad adulta, extrayendo partes del cerebro y plasma de la sangre.
“Con estos análisis observamos que las ratas que habían consumido alcohol en edad adolescente presentaban cambios importantes en la expresión del sistema endocannabinoide en la corteza prefrontal y el hipocampo. Estos cambios podrían estar detrás del estado emocional negativo que se produce durante la abstinencia, con la aparición de síntomas de ansiedad”, argumenta la científica.
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