El hambre, la sed y el terrorismo se ceban con Somalia
Casi 11 millones de somalíes están en situación de emergencia humanitaria · Las familias huyen a países vecinos como Kenia
Somalia sufre la peor sequía de los últimos 60 años, según datos de la ONU y del Gobierno del país, que está dejando a millones de niños y ancianos famélicos y a madres con pechos estériles, situación que se ve agravada por la presencia del grupo terrorista Al Shabab, vinculado a Al Qaeda.
Ayer mismo, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PAM) anunció que necesita otros 260 millones de euros para afrontar, de aquí a final de año, la crisis del Cuerno de África, afirmó su directora, Josette Sheeran.
"Es la emergencia alimentaria más grave en el mundo", subrayó Sheeran durante la rueda de prensa celebrada ayer en Nairobi.
La sequía del Cuerno de África ha colocado a cerca de 11 millones de somalíes en situación de emergencia humanitaria, advierten las ONGs. "Esto es más que una sequía. No ha llovido en los últimos tres años. Somos granjeros y dependemos de la lluvia, así que estamos pasando la peor hambruna", dijo Haji Ali Osman, un anciano que guió recientemente a 74 familias desde la zona rural de Gurban hasta Mogadiscio en una travesía de cientos de kilómetros para huir de la miseria y buscar alimento en la capital somalí.
Pero "Al Shabab nos está afectando más que el hambre y las sequías. Han secuestrado a todos los hombres para que combatan para ellos, y no dejan que la población hambrienta se acerque a las zonas controladas por el Gobierno para obtener ayuda", aseguró Osman.
Según el anciano, los 18 días de marcha con las familias hasta Mogadiscio causaron estragos en el grupo, que se tenía que alimentar de las hojas de los árboles. "Cada una de las 74 familias perdieron al menos a un niño. Algunas los perdieron todos", afirmó Osman, quien denunció la "desesperanza y olvido" que sufren por parte de la comunidad internacional.
Saredo Hilowle, de 39 años, apenas puede contar los sufrimientos del camino, en el que perdió a sus cuatro hijos: "No pude enterrar a ninguno. Los dejé bajo un árbol".
Si la sequía acabó con sus hijos, Al Shabab hizo lo propio con su marido, a quien mató bajo la acusación de espiar para el Gobierno Federal de Transición de Somalia.
Esta conjunción de factores forzó a desplazarse a cientos de miles de personas, bien a Mogadiscio, bien a la vecina Kenia, mientras que la ayuda humanitaria tarda en llegar.
Pero la sequía y el hambre son sólo una parte de un conflicto agravado por la presencia de Al Shabab, que hasta el 5 de julio no levantó el veto fijado a la actuación de organizaciones humanitarias en las zonas bajo su control.
"Al Shabab prohibió a las agencias humanitarias operar en las zonas afectadas y ahora está dejando morir a la gente sin dar ningún tipo de ayuda. Tratan de ocultar lo que está sucediendo", señaló Meymun Sheij, un trabajador de una ONG. "De esta forma, están llevando a cabo un lento pero constante genocidio. La sequía ha acabado con miles de vidas, pero como no hay medios presentes, nadie lo sabe", añadió Sheij.
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