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"Todo el mundo está en la calle. Hay mucho miedo y destrozos". La localidad murciana de Lorca se convirtió en la tarde de ayer en escenario de pánico e incertidumbre al ser sacudida por varios terremotos en el lapso de dos horas.
Miedo, desolación y mucha incertidumbre se reflejaban ayer en las caras de los miles de vecinos de Lorca que desde la tarde deambulaban por sus calles, destrozadas muchas y colapsadas al tráfico las que quedan abiertas, mientras luchaban contra el pánico para decidir donde van a pasar la noche.
En Lorca hay carritos de bebé sobre la calzada empujados por padres cargados con bolsas con ropa, enseres de aseo y algo de comida. Van, por lo que parece, a alguno de los jardines en los que se concentran los vecinos, sorteando los cientos de cascotes y restos de escaparates que ha roto el terremoto.
"Parte del techo de mi casa se ha venido abajo", decía Pedro, sin poder contener el nerviosismo. Los automóviles aparcados en las calles quedaron completamente aplastados por partes de edificios desprendidas, los tejados y cornisas se fueron abajo, las carreteras se agrietaron y miles de personas, a quienes los terremotos sorprendieron en su casa o en el trabajo, se lanzaron a las calles ante el temor a derrumbes. El pánico a otro terremoto era grande.
"Hemos notado un gran temblor, todo moviéndose y una pared resquebrajándose", narraba un médico de uno de los hospitales de Lorca, que tuvo que ser desalojado parcialmente. "Mi mujer ha visto cómo caía la torre de la iglesia", contaba otro vecino.
Los equipos de emergencia iban ayer por la tarde edificio por edificio en busca de posibles víctimas. "La situación es de caos y desastre generalizado", dijeron fuentes de la Delegación del Gobierno en Murcia. La región se encuentra en la zona de mayor actividad sísmica del país, pero sus vecinos no recordaban hoy nada similar.
El Gobierno central, por su parte, movilizó a unos 350 miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que se desplazaron con ayuda a la zona afectada para participar en las tareas de rescate y desescombro.
"El muerto podría haber sido yo", decía nervioso uno de los vecinos del barrio de Las Viñas, una de las zonas más afectadas, en la que un joven murió al caerle encima parte del tejado de un edificio.
Los servicios de emergencias pidieron a los habitantes de Lorca que no entrasen en sus casas y que se dirigieran a parques y plazas para evitar el peligro de los desprendimientos. Las autoridades habilitaron el recinto ferial de la localidad para que unas 10.000 personas que fueron evacuadas pudieran pasar allí la noche.
"Aquí no puede caerme nada encima", decía María, que se fue a dormir a un campo cercano a Lorca por miedo a las réplicas. Solo se ve a gente asustada y absorta.
Todos con mochilas y pequeñas bolsas de viaje y los móviles en la mano o pegados a la oreja. El ruido en la calle desde ayer tarde también es distinto, puesto que las sirenas de policía y sanitarios sobresaltaban constantemente y era lo único que se oía.
Los bares permanecieron ayer cerrados, por supuesto, y son muchos los que abandonaron la ciudad hacia segundas residencias en la playa o las casas de sus familiares.
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