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Guía ante la procesionaria
Llega la primavera, y con ella llega uno de los calvarios para nuestras mascotas y la familia: la oruga procesionaria. Los dueños de mascotas temen las posibles graves consecuencias para sus animales (necrosis en hocico, lengua y fuertes irritaciones cutáneas, y con muy mala suerte la muerte ) y el resto de mortales temen un posible contacto con ella por las reacciones alérgicas. Pero, ¿qué es exactamente la procesionaria? ¿Cómo se puede actuar ante ella? ¿es curable su reacción? ¿está siempre la oruga en el mismo estado? ¿qué consejos hemos de seguir para evitar daños? Para responder a esta y otras respuestas la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado una guía para conocer al insecto en profundidad y poder actuar correctamente ante su presencia.
La procesionaria es una oruga, y como todas las orugas su objetivo es convertirse en una mariposa. La procesionaria es típica del mediterráneo y nocturna. Hace la puesta de huevos en los pinos, y tras pasar por cinco estados de larva, forma las famosas procesiones de orugas.
Las orugas bajan de los árboles y buscan un sitio cálido en el suelo, donde enterrarse y pasar la fase de crisálida. En verano saldrán las nuevas mariposas o polillas y se reanudará el ciclo.
En sus últimos tres estados larvarios la oruga dispone a lo largo de su cuerpo de unos 500.000 pelos especiales parecidos a pequeñas flechas o dardos de muy pequeño tamaño que utiliza como defensa. Estos se pueden desprender fácilmente, lo que implica mayor riesgo de urticaria no solo por contacto directo sino por vía aérea, ya que pueden ser transportados por las corrientes de aire o viento.
Los pelos y espículas de esta oruga, cuyo nombre científico es Thaumetopoea pityocampa, tienen una capacidad urticante, es decir afecta a cualquier persona que se vea expuesta. Estos pelos pueden producir distintas afecciones. La más frecuente es la cutánea, urticaria de contacto y dermatitis, pero también se puede dar afectación ocular, rinitis e incluso manifestaciones respiratorias y anafilaxia.
Parece perogrullo, pero no se deben tocar ni molestar a las orugas. Es importante comunicar a los más pequeños que tampoco lo hagan. También son un riesgo para las mascotas, sobre todo los perros, que al acercarse a olisquear o lamer las orugas, pueden tener reacciones bastante graves e incluso mortales. Por ello hay que estar prevenidos y tener cuidado cuando se saca a pasear. La peor zona para pasearlos es la zona de pinares, sobre todo de enero a abril, ya que el pino es su hábitat natural y suelen caer al suelo.
Gran parte de las reacciones no son muy graves, de hecho son leves y pasajeras, pero en ciertos casos, los de las personas más proclives a reacciones alérgicas, podrían requerir de ir al médico.
El médico suele mandar antihistamínicos, corticoides y duchas de agua fría. ¡Importante! No hay que rascarse. Sólo empeora la reacción.
-Eliminar los bolsones de orugas o nidos de invierno (cuanto más avanzado el invierno es peor, más peligroso, debido a que las orugas ya han desarrollado los pelos urticantes).
-A lo largo del año se pueden ponen trampas de feromonas en las que caen los machos y si hay muchas polillas se trata contra ellas, mediante fumigaciones.
-Otros métodos novedosos son poner trampas en el tronco para atraparlas en su descenso al suelo.
-La lucha biológica con depredadores naturales, por ejemplo las chicharras o las aves insectívoras. Colocar cajas nido es una buena medida indirecta de control de la procesionaria.
-Las predicciones apuntan a que la procesionaria incrementará su expansión debido al calentamiento global. Como solución a más largo plazo se plantean medidas como la reducción de densidad y la diversificación y heterogeneidad de los pinares.
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