Carreras hacia el buen comer
Las carreras de Sanlúcar de Barrameda afrontan su segundo ciclo los días 18, 19 y 20 de agosto, jornadas en las que se podrá disfrutar del arte culinario de la zona
El flamenco, género musical que palpita al son de Andalucía, expresa a la perfección el sentir de Sanlúcar de Barrameda. En concreto, una de sus letras dice así: "Solera de arte torero, pueblo marinero, desde la tierra hasta el mar, desde la mar a los cielos". Cádiz presume orgullosa y está vistiendo sus mejores galas para celebrar el 176 aniversario de las carreras de caballos. Son muchas las personas que llegan a lomos de la ilusión hasta este rincón del sur de España para disfrutar y deleitarse con el sentir más puro de la localidad gaditana y unos paisanos que hacen sentir a los visitantes como en casa.
Un sol de ensueño que se refleja a la perfección en el agua de las playas de Bonanza, la Calzada, la Jara o Bajo de Guía, un lugar en el que se atesora con recelo otro de los mejores secretos de Sanlúcar, su gastronomía. Entre arena fina y manzanilla en rama, los fogones sanluqueños no paran de esbozar creaciones culinarias cuya simplicidad y aderezo tradicional las encumbran a los cielos. Papas aliñás, tomate de la huerta, tortillita de camarones y unos langostinos tigre que son el culmen a una velada con un sabor inigualable.
Plaza del Cabildo
Sanlúcar de Barrameda es, sin lugar a dudas, uno de los pueblos de la provincia de Cádiz con más oferta culinaria. Sus bares y restaurantes son templos en los que cada manjar conquista el paladar de los más sibaritas. Desde el alba hasta que el Lorenzo decide dejar el protagonismo a Catalina, sus callejuelas son un hervidero de viandantes en busca de un suspiro de barra, unas barras en las que suelen estar expuestos los catavinos y productos típicos de la zona.
Sin ir más lejos, en la Plaza del Cabildo se encuentra Casa Balbino, el templo de unas tortillas de camarones que siempre están flanqueadas por los boquerones y bacalao fritos, pimientos del piquillo rellenos con atún y gambas o una sublime ensalada de marisco.
Puerta con puerta, prácticamente, saluda Barbiana, un lugar en el que las papas aliñás con melva hipnotizan con su sabor y olor a los osados clientes. Palomas al vuelo que se dirigen al bar La Gitana para estar cerca de las albóndigas de choco o los fideos de langostinos; y, una última parada en la calle Truco, para visitar la Taberna La Cigarrera, un pintoresco lugar que separa el Barrio Bajo del Barrio Alto y que ofrece a sus visitantes la posibilidad de preparar el pescado que compren en la plaza de abastos, eso sí, siempre acompañado de un majestuoso vino.
A los cielos desde Bajo de Guía
Tras un paseo por el idílico centro de Sanlúcar de Barrameda y con las despensas bien curtidas de gastronomía andaluza y gaditana, el personal todavía debe tener fuerzas para el plato fuerte, Bajo de Guía.
Se podría decir que no hay mejor sitio en la región y parte de la geografía española para degustar unos langostinos que cocidos a la perfección son la piedra angular de esta zona campesina y marinera. En el preciso momento que se atisba el monumento dedicado a la Virgen del Rocío y sus fieles, uno se adentra en una espiral de texturas, sabores y olores que marcan el camino por el paseo marítimo. Como siempre, con mucho ambiente, aunque ahora más prudentes que nunca, esta zona se caracteriza por amplias terrazas con veladores y una vida, tanto diurna como nocturna, que atrapa.
Siempre de frente y sin mirar atrás, bar o restaurante pisado ya es pasado porque si no, no acabamos nunca. La primera parada obligatoria es Casa Bigote. Aunque muchos entendidos afirman que el buen langostino puede disfrutarse en cualquier establecimiento que se precie, se podría decir que este local lo lleva a su expresión más absoluta. Aun así, su carta es amplia y tiene otros platos típicos como la corvina en salsa tártara o el marrajo con patatas a lo pobre que no dejarán a nadie indiferente.
Seguimos nuestro periplo por Bajo de Guía hasta toparnos con Doña Calma, un gastrobar que, partiendo de bases tradicionales y recetas de toda la vida, ha conseguido hacerse un hueco en el olimpo culinario. Entre fogones trabajan a la perfección el atún rojo y su risotto negro meloso con chocos y langostinos, que es para llorar de emoción.
Probablemente se ha llegado al punto de no poder más. Respirar profundo y disfrutar de las vistas a Doñana se antoja fundamental para rematar el día en la Casa Hermandad Virgen del Carmen, un establecimiento familiar y modesto que rehuye de la vanguardia porque su esencia es la de toda la vida. Pescaíto frito en condiciones, lagartitos y unos guisos de perol con chocos o atún que son perfectos para saciar el hambre sin temor a la comanda. En definitiva, las carreras de Sanlúcar de Barrameda –en su 176 aniversario–, son unas carreras al galope de los caballos, pero al trote inigualable de una gastronomía de quilates.
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