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En los últimos años, el sector porcino de capa blanca español ha experimentado una profunda transformación que le ha permitido crecer, de forma sostenible, año a año. También ha sido así en el año 2020, a pesar de la crisis mundial provocada por la COVID-19.
Durante todo este tiempo, es de recibo resaltar el esfuerzo y la gran labor realizada en general por todos los agentes del sector agroalimentario. En el caso del porcino de capa blanca, podemos decir con mucho orgullo que ha estado a la altura de las circunstancias demostrando, como debe ser en los momentos más difíciles, su grado de compromiso con la sociedad. Un trabajo que, en estas terribles circunstancias, ha puesto de relieve el carácter esencial de la actividad.
Por un lado, el sector porcino es esencial en su tarea de garantizar el abastecimiento de carne y elaborados del porcino a toda la sociedad. Es el primer proveedor de proteína animal -cerca del 19% de toda la proteína de origen animal- que ingieren los consumidores españoles, por delante de lácteos, otros cárnicos, huevos o miel. La carne fresca y los elaborados de porcino, conjuntamente, representan más del 46% del consumo cárnico total.
A dicho aporte a la alimentación cabe destacar la intensa contribución del sector porcino a la salud de los españoles a los que provee de alimentos, carne y elaborados del cerdo de capa blanca, sanos y nutritivos. La carne de cerdo es uno de los productos de nuestra Dieta Mediterránea con más bondades nutricionales. Aporta proteínas de alto valor biológico. Es rica en zinc, fósforo o potasio como minerales más destacados, y se caracteriza por su contenido en vitaminas del grupo B como la B1, B3, B6 y B12 y su moderado aporte graso en el que priman los ácidos grasos insaturados (cortes como el solomillo o el lomo solo contienen 104 kcal por cada 100 gramos).
Por otro lado, el sector porcino ha demostrado su carácter esencial como responsable de evitar la paralización de la economía de miles de pueblos de nuestra geografía, y es un sector económico clave en el proceso de recuperación que debe transitar la economía española tras la crisis vivida.
Crecimiento en cifras
Durante este tiempo el porcino ha sido uno de los sectores que más y mejor han contribuido al sostenimiento del sistema agroalimentario español, mejorando, en 2020, todas sus magnitudes básicas: el censo porcino (+3,1%), la producción de carne (+6,7%), el consumo de carne fresca de porcino en hogares (+12,4%), y de elaborados cárnicos en hogares (+8%), las exportaciones (+17%) y el grado de autoabastecimiento sectorial (hasta alcanzar el 209%).
También en los primeros meses de 2021 el sector porcino ha seguido su trayectoria de crecimiento y de cara a los próximos meses, aunque su comportamiento vuelva a estar condicionado por la evolución e incidencia de muchos de los factores que ha superado en estos meses, los profesionales del porcino ven con optimismo su futuro e incluso creen que será un sector todavía más potente y competitivo.
Sin duda, uno de esos factores determinantes será la evolución de la pandemia, su impacto socioeconómico y la disponibilidad o no de fondos de recuperación.
Recuperación de la economía de las zonas rurales
El sector porcino tiene un papel determinante en ese proceso de recuperación y transformación de la economía española. Su fortaleza radica en su potente y productiva estructura, más de 86.000 granjas, 2.630 industrias, 550 empresas y cooperativas; en su alta capacidad de generación y mantenimiento de empleo estable, más de 427.200 trabajadores, que representan el 12,5% de todo el empleo directo agroalimentario de España; y en su importante contribución a las arcas públicas con más de 2.100 millones de euros anuales.
Asimismo, se trata de un sector clave en la lucha contra la despoblación, un 43% de las granjas y un 45% de las industrias de porcino están ubicadas en el medio rural, donde cuenta con una alta experiencia y especialización en la generación de actividad y empleo y donde está altamente capacitado para generar nueva actividad económica y empresarial y nuevo empleo.
Por otra parte, los profesionales del sector porcino tendrán que seguir muy atentos a la evolución de la Peste Porcina Africana (PPA) en Europa y por supuesto en China, que representa el 55% de nuestras exportaciones. Además, están sobre la mesa las posibles consecuencias de los objetivos, políticas y normativas derivados del Pacto Verde Europeo; el comportamiento de los precios de las materias primas para alimentación de ganado; o los efectos del Brexit o de otros posibles nuevos acuerdos y convenios internacionales.
Estas son cuestiones coyunturales, pero ante sus posibles consecuencias el sector porcino de capa blanca español actúa trabajando en el largo plazo con el objeto de no tener que depender de un solo país y siempre con el apoyo de la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC), que entre sus principales objetivos está contribuir al desarrollo económico y la rentabilidad del sector y apoyar su proceso de internacionalización. Pero también: mejorar la percepción de la carne y elaborados del cerdo de capa blanca trasladando a consumidores y profesionales de la salud sus propiedades nutritivas, sus ventajas saludables y su alta calidad; impulsar la innovación y la investigación en el sector; potenciar su imagen como ejemplo de producción sostenible; o poner en común las preocupaciones sectoriales de toda la cadena de valor.
El sector porcino español cuenta con una gran fortaleza económica y con un alto grado de competitividad y prestigio en los mercados internacionales, lo que sin duda facilita su capacidad de adaptación para mantener atractivos objetivos de crecimiento y rentabilidad, así como su posicionamiento en el mercado mundial.
Para logarlo, fomenta cada día cada uno de los pilares que lo fortalecen, en los que se asienta su modelo de producción y con el que se ha convertido en un referente internacional: calidad y seguridad alimentaria, protección del medio ambiente y cuidado del bienestar animal.
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