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El deporte reivindica su lugar
Las dos últimas décadas del deporte en la provincia han sido una mezcla de sonrisas y lágrimas no siempre bien encadenadas. Más allá del deslumbramiento individual de deportistas que han alcanzado cotas increíbles, en las disciplinas colectivas también ha habido lugar para disfrutar de éxitos que hoy tienen su sustento más notable en la provincia. La capital, con alguna luz que otra en el horizonte, sigue buscando su camino hacia la cima, sorteando dificultades de todo tipo para ser referencia en lo suyo, y tratando de burlar el destino cruel que tuvieron que tomar otros en el pasado.
Perdidas en la memoria, sólo de los que ya están por encima de la treintena, quedan los planes de baloncesto de aquel Cajasur que provocó las primeras grandes entradas en Vista Alegre. Una aventura única que luego ha tenido continuidad en un puñado de clubes intentando recuperar su estela, pero con guerras intestinas que lejos de crear un gran proyecto han terminado por diseminar los mimbres que la cantera siempre ha dado para un deporte que también peleó la élite con las féminas de la Universidad de Córdoba, y al que hoy le toca buscar su sitio varios escalones más abajo.
Era la primera década del nuevo milenio, esa que inició la recuperación del fútbol sala con el Grupo Pinar Adecor que ha terminado de cuajar de la mano del Córdoba Futsal, y que permitió celebrar dos títulos ligueros en la máxima categoría nacional por parte de un Deportivo Córdoba que, como tantos otros, batalla ahora por recuperar su estatus tras vivir al límite muchos años. No son las únicas féminas que pasearon el nombre de Córdoba por España, con gestas contadas en las páginas de el Día; las chicas del voleybol, tanto del Cajasur como del Adecor, también tuvieron sus momentos brillantes con las mejores, aunque con un final más precipitado y efímero que no evita que esa semilla, de importante escuela, siga manteniendo unos pilares sólidos en la base.
El relevo a aquellos años de bonanza llegó desde la provincia, con proyectos asentados, perennes en el tiempo pese a las vicisitudes del día a día. El más claro ejemplo es el Cajasur Priego, que va camino de los 30 años de historia con un palmarés envidiable, con seis títulos ligueros y siete de la Copa del Rey –el último doblete firmado este 2020–, bajo el liderazgo del mejor jugador del tenis de mesa nacional y once veces campeón de España, Carlos Machado, y el trabajo desde las divisiones inferiores que sigue dando sus réditos, de la mano también del Priego Mujer y Progreso, con paseos por Europa que para sí quisieran otros megaproyectos con pilares de barro.
Un trabajo, piano a piano, que sirvió de guía para alcanzar la cúspide en el balonmano al Ars de Palma del Río, hoy con un receso para retomar el aliento, o el Prasa Pozoblanco, y que tuvo su continuidad, y de qué manera, en Puente Genil con un Ángel Ximénez que cumple su octava temporada en la Liga Asobal con el disfrute de haber participado en tres fases finales de la Copa del Rey.
Igualar esos registros sería el mejor regalo para el Adesal, en ese ida y vuelta continuo, pero siempre peleando en las principales categorías femeninas y haciendo encaje de bolillos en las oficinas; o un Cajasur Córdoba BM ejemplo de compromiso para el deporte que sigue dando pasos para terminar de llamar a las puertas de la élite desde una Córdoba que necesita proyectos de los que poder seguir informando en las páginas de este periódico.
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