Los olímpicos cordobeses: un puñado de privilegiados que ya ocupan su lugar en la historia
Córdoba en los Juegos Olímpicos
Solo una decena de deportistas de la provincia han estado presentes en las cuatro últimas ediciones de los Juegos, aunque el botín de momentos para el recuerdo del deporte cordobés es notable
En sus 20 años de existencia, el Día ha contado puntualmente las hazañas de los deportistas de toda la provincia. También sus malos momentos, pero sobre todo sus objetivos y el esfuerzo que conlleva conseguirlos. De todas las gestas deportivas que estas dos décadas hemos tenido la suerte de acercar a los cordobeses, los Juegos Olímpicos siempre han significado un evento especial. La cita más relevante que existe para un deportista supone también una de las metas más ambiciosas y complicadas de conseguir. Un momento único que solo se repite cada cuatro años y que, en ocasiones, puede justificar toda una vida de sacrificios con tal de alcanzar ese momento tan especial de sentirse parte del movimiento olímpico, de ser por unos días uno más entre la nómina de los atletas de todos los países que asombran al mundo entero.
El carácter singular de los Juegos lo marca también la dificultad que supone lograr una plaza entre los elegidos. Para muestra, basta con señalar que en la provincia de Córdoba son poco más de una veintena de deportistas los que pueden presumir con orgullo de haber alcanzado la categoría de olímpicos. La mitad de ellos lo logró en los últimos 20 años, un periodo que ha supuesto la explosión del deporte femenino y la consolidación de las disciplinas de equipo en España, acompañadas por esos mirlos blancos que aparecen prácticamente de la nada para poner en el ideario colectivo deportes hasta entonces muy poco conocidos. Ejemplos claros de esos tres perfiles son Lourdes Mohedano, Felipe Reyes o Víctor Sojo, y Fátima Gálvez. Ellos son algunos de los cordobeses que en estos 20 años nos han ilusionado con sus gestas y que nos han permitido vivir una cita tan especial como los Juegos Olímpicos con ese plus de emotividad que aporta la cercanía con el protagonista.
Nuestra historia con los Juegos arrancó en Atenas 2004. Cuatro años antes, el Día era un proyecto aún en desarrollo cuando Rafael Lozano coronó su excelsa trayectoria con una plata en Sidney 2000. El boxeador cordobés ya había saboreado las mieles del éxito cuatro años antes, en Atlanta 96, e incluso tuvo la suerte de vivir desde dentro los Juegos de Barcelona 92, que para muchos siguen siendo los mejores de la historia y que supusieron un antes y un después en el deporte nacional.
El Balita abrió un camino en el que pronto le cogerían el testigo un puñado de privilegiados, una decena de deportistas cordobeses de disciplinas dispares que han conseguido los hitos más grandes que cualquiera pueda soñar.
Atenas 2004 significó la primera participación olímpica de uno de esos deportistas que quedarán en todos los rankings de mejores registros. Un Felipe Reyes que a sus 40 años aún captura rebotes y anota canastas en el Real Madrid de baloncesto y que con la selección española ha conseguido una inigualable cosecha de medallas. En la capital griega, el pívot cordobés vivió su primera experiencia olímpica, saldada con un séptimo puesto que sirvió de aprendizaje para una generación que años más tarde arrasaría en su deporte.
En esa cita, los pontanenses Edu Aguilar y Víctor Sojo pusieron el hockey hierba en el radar del aficionado cordobés con el cuarto puesto logrado con la selección masculina. También cerca del podio se quedó Juan Antonio Jiménez Cobo en hípica, aunque el castreño se desquitó colgándose la plata en la competición por equipos en doma clásica.
Pekín 2008 supuso el siguiente reto para la armada cordobesa, que compareció en la cita de nuevo con Felipe Reyes y Víctor Sojo y con la presencia del nadador Rafa Muñoz. Reyes y Sojo dieron un paso más en su trayectoria y se colgaron sendas medallas de plata. Muñoz, por su parte, no pudo plasmar en los Juegos el descomunal talento que le llevó a ostentar el récord mundial de los 50 mariposa, aunque siempre podrá guardar el grato recuerdo de aquella cita en la capital china.
La progresión de los deportistas cordobeses alcanzó su momento cumbre en 2012, con cinco atletas de la provincia en los Juegos de Londres. La capital británica vio a Felipe Reyes repetir el podio con la selección de baloncesto y también la primera experiencia de Lourdes Mohedano, la integrante más joven del equipo español de gimnasia rítmica. Además, Fátima Gálvez logró un meritorio quinto puesto en foso olímpico y Carlos Machado se quedó con el mal sabor de boca de su eliminación en primera ronda en el torneo individual de tenis de mesa.
Pero por encima de todos esos resultados emergió la figura de Alfonso Cabello, que rompió barreras con su oro en los Juegos Paralímpicos, en la prueba del kilómetro contrarreloj de ciclismo en pista. Eran solo los primeros pasos de un hombre llamado a dominar mundialmente su disciplina, algo que ha ido confirmando con el paso de los años.
En Río 2016, la última cita olímpica que hemos podido disfrutar hasta la fecha, el papel de debutante recayó en Julia Figueroa. La judoca cordobesa experimentó esa amarga sensación de caer eliminada en primera ronda, después de cuatro años de duro trabajo para hacerse un hueco entre las mejores mujeres de un deporte como el judo, venerado dentro del movimiento olímpico.
En la ciudad brasileña revivió el sueño de unos Juegos Fátima Gálvez, que dio un paso más en su trayectoria al ser cuarta en foso olímpico, de nuevo al borde de la medalla.
Las preseas cayeron con Lourdes Mohedano, con una brillantísima plata con el equipo de gimnasia rítmica, y con Felipe Reyes, esta vez bronce en uno de los últimos grandes torneos de la mejor generación de baloncesto de la historia de España.
Cabello, en los paralímpicos, redondeó la fiesta con dos bronces, en individual y por equipos, confirmando que su récord mundial del kilómetro y su colección de títulos internacionales no eran una casualidad.
Esa suma de éxitos y algunas decepciones componen las dos décadas más fructíferas para el deporte cordobés en clave olímpica, que llegaron gracias a una hornada de deportistas que a buen seguro tardará en repetirse y que han dejado para la historia un gran legado y la prueba fehaciente de que con talento, trabajo y disciplina, los sueños pueden tornarse en una bonita realidad.
Las mujeres mandan en la ruta hacia Tokio
La irrupción del coronavirus se llevó este pasado verano por delante la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La capital nipona había trabajado a conciencia durante años con la esperanza de que fuera una edición inolvidable y el Comité Olímpico Internacional decidió el aplazamiento hasta 2021 para evitar la pérdida de toda esa labor. Ahora, con las primeras vacunas contra el covid-19 ya en producción, el deporte mundial cruza los dedos para que Tokio pueda acoger a la élite internacional del deporte el próximo verano. En esa cita, si finalmente se celebra, estarán dos cordobesas. Fátima Gálvez y Julia Figueroa son la punta de lanza del olimpismo cordobés. La baenense, en su tercera participación, buscará por fin el podio que antes se le resistió. Figueroa, por su parte, anhela también una medalla en judo. Además, en los Paralímpicos habrá que contar de nuevo con la excelsa figura de Alfonso Cabello, que volverá a ser candidato a todo en la prueba del kilómetro contrarreloj de ciclismo en pista.
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