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Resumir en una sola página el urbanismo de Córdoba y sus cambios a lo largo de estos 20 años no es tarea fácil. Son varios los hitos que marcan la historia urbanística de la ciudad y otros muchos los apuntes que podrían ayudar a entender cómo ha evolucionado en ese sentido. Si se echa la vista atrás, hay un hecho que supuso toda una revolución: el Plan Renfe.
Hasta finales de 2001, Córdoba tenía una barrera que partía a la ciudad en dos y no era otra que la conformada por las vías del tren. Fue con Rosa Aguilar de alcaldesa y con el socialista José Mellado al frente de la Gerencia Municipal de Urbanismo cuando se inauguró ese Plan Renfe, o el Vial Norte, como a día de hoy lo denomina la mayor parte de la ciudadanía. Fue una auténtica revolución urbana que cambió para siempre la imagen de la ciudad y la forma de vivirla. Atrás habían quedado los pasos a nivel de Valdeolleros o de Las Margaritas para dejar paso a un enorme paseo de 118.000 metros cuadrados.
El mismo año en que Córdoba derribó el muro de las vías, el Pleno del Ayuntamiento aprobaba por unanimidad su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Heredero del Plan Municipal de Ordenación de la Ciudad, que nació en el año 58 al amparo de José Rebollo, y revisado en el 86, ya con un gobierno democrático, ese marco normativo sigue aún vigente y respondiendo a las necesidades actuales. Las revisiones, claro está, se hacen necesarias, lo que no quita que la ciudad cuente con un PGOU que le ha permitido crecer de manera ordenada a lo largo de estos años.
Precisamente esta norma urbanística ha sido la que ha permitido el nacimiento de los nuevos barrios de la ciudad en estos últimos años, la mayoría en Poniente, como Turruñuelos o el Cortijo del Cura, muchos de ellos en lo que ahora se conoce como la zona del Hipercor. De ahora en adelante, la ciudad sigue contando con suelo suficiente como para seguir creciendo en el plano residencial: la Ciudad de Levante, la carretera del Aeropuerto, el Patriarca o el Cordel de Écija son los puntos, ahora mismo, más atractivos para la inversión inmobiliaria.
Pero hablar de urbanismo no es hablar únicamente de bloques de pisos. Al igual que ocurriera con el Plan Renfe, hay otros hechos marcados en el calendario de la ciudad como punto de inflexión a la hora de entender la vida y cómo se desarrolla. Si el Vial Norte o Miraflores fueron las grandes obras de Rosa Aguilar como alcaldesa, la peatonalización de Cruz Conde fue la de Andrés Ocaña.
En 2010, el por entonces alcalde anunció que quería eliminar el tráfico de la céntrica calle. No fueron pocos los que se le echaron encima, pero pese a las críticas, un año después Cruz Conde lucía tal y como la conocemos ahora. Fue una demanda del comercio acogida de la mejor manera por el Ayuntamiento de entonces y supuso una revolución en la forma de pasear el Centro, de comprar, de ir trabajar. Su revalorización la convirtió en la calle con el metro cuadrado más caro de toda la capital y años después la obra fue reconocida con el premio Jean Paul L’Allier para el Patrimonio 2015, concedido por la Organización de Ciudades Patrimonio Mundial.
El concepto de peatonalización sigue estando muy presente a día de hoy en la mayoría de conversaciones urbanísticas de las grandes ciudades. Córdoba ha sabido, sin duda, aprovecharlo al máximo, aunque todavía le quede camino por andar. Si el cambio en Cruz Conde supuso una revolución, atrás no se quedó la remodelación del Puente Romano. Como todos los cambios, generó suspicacias (son pocos los que vivieron aquello y no recuerdan la polémica del granito rosa).
Bajo, una vez más, el mandato de Rosa Aguilar, el Casco cambió su imagen para siempre con la inauguración el 1 de enero de 2008 de una obra importantísima que actuó sobre un bien Patrimonio Mundial (dado que está incluido dentro del Casco Histórico). Cinco años después, con José Antonio Nieto al mando, se concluiría el plan del Casco Histórico diseñado por la Junta (se invirtieron 33 millones) con un remodelado Paseo de la Ribera (el Centro de Recepción de Visitantes, acabado en 2011, no se pondría en carga hasta 2014).
Pese a ese crecimiento ordenado y a la nueva imagen de modernidad que se le ha querido dar a la ciudad y que, en gran parte, se ha conseguido, no se pueden dejar de señalar aquellos errores más destacados en materia urbanística en todo este tiempo. Sobresalen, por encima de todos ellos, las parcelaciones ilegales que, a fin de cuentas, son otra forma de entender la manera de vivir y actuar en Córdoba.
Fue a finales de los años 70 cuando estas edificaciones empezaron a proliferar por las afueras de la ciudad, muchas veces como segundas residencias, pero otras tantas como primera vivienda de muchos cordobeses. Las imágenes de parcelaciones completamente inundadas siguen presentes hoy en día, como las que se otean cerca, muy cerca, de Medina Azahara.
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