“La falta de servicios e Infraestructuras era terrible hace cuatro décadas”

Cuatro décadas de ayuntamientos democráticos (10) | Testigos y protagonistas: Salvador Blanco

Salvador Blanco es vicepresidente de la Diputación, institución sobre la que defiende que “si no existiera, había que inventarla”, por su contribución a los municipios

Salvador Blanco, junto al expresidente de la Junta Manuel Chaves, durante una visita de éste a Palma del Río.
Salvador Blanco, junto al expresidente de la Junta Manuel Chaves, durante una visita de éste a Palma del Río.

Salvador Blanco es uno de los testigos y protagonistas de cuatro décadas de ayuntamientos democráticos. Fue en 1979 el número dos de la lista que presentó el PSOE a las primeras elecciones municipales en Palma del Río y que estaba encabezada por Manuel López Maraver. “Cogobernamos en coalición con el Partido Comunista y a los seis o siete meses hubo una crisis importante en la gestión y se acordó que yo tuviera dedicación exclusiva al Ayuntamiento como teniente de alcalde; y a partir de ahí, en la gestión, hasta hoy”, recuerda.

Durante la legislatura 1982-1986 ocupó un escaño en el Congreso de los Diputados, donde fue vocal de la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca y vocal de la Comisión de Política Social y de Empleo. Entre 1990 y 1994 se conviertió en parlamentario andaluz, cargo que simultaneó con el de alcalde de Palma del Río, Alcaldía que ocupó desde 1991 hasta 2007. También fue delegado Provincial de la Consejería de Trabajo y de Delegado Provincial de Gobernación de la Junta en Córdoba. Todo ello lo convierte en testigo y protagonista de esas cuatro décadas de cambio en la provincia de Córdoba, cambio que empezó a fraguarse con los primeros ayuntamientos democráticos.

“Los primeros ayuntamientos democráticos eran unos entes con muy pocos recursos”, destaca. “Quiero recordar que el presupuesto de Palma del Río estaba en 78 millones de pesetas y el 80% del presupuesto era para pagar la plantilla de personal y el resto era para pagar la luz y los gastos de oficina y de funcionamiento”, añade. Era un tiempo en el que aún no existían las comunidades autónomas “y, por ejemplo, era la Administración central la que se encargaba de grandes obras públicas en los municipios, como los colegios. La prueba está en que nadie iba a los municipios; la figura central en aquellos tiempos en los ayuntamientos era el secretario, eran entes administrativos”.

Con el tiempo, como apunta, jugaron un papel muy importante los interventores, “porque ya los ayuntamientos empezaron a recibir muchos más recursos y a realizar actividades que no habían hecho nunca”. Eran tiempos en los que, como destaca, una gran cantidad de calles, por ejemplo, estaban sin pavimentar y en los que también había problemas de saneamiento, de abastecimiento de agua potable, de alumbrado público... “Había barriadas que tenían tres bombillitas, en las que no se veía nada de noche, faltaban los servicios básicos”, insiste. Recuerda que las calles empezaron a mejorar “un poco” con el empleo comunitario. Los vecinos pagaban los materiales y el ayuntamiento ponía la mano de obra a través de los desempeados; había necesidades de infrsestructuras básicas”.

Salvador Blanco destaca que durante el primer mandato municipal postfranquista los ayuntamientos se volcaron en dotar a los municipios de infraestructuras básicas, mientras que en el segundo mandato comenzaron a dotarlos de equipamientos sociales,culturales y deportivos, “como los pabellones cubiertos, por ejemplo, sobre todo, en los pueblos grandes en los que había equipos que estaban, como le ocurría a Palma, en la Primera División de Balonmano”.

“Ya empezamos, por ejemplo, a contratar a trabajadores sociales”, apunta. Cuenta también que en el tercer mandato la Diputación empezó a prestarle a los ayuntamientos servicios urbanísticos a través del SAU, “lo que fue un gran avanca para la ordenación urbanística de todos los pueblos cordobeses. Fue una magnífica iniciativa de la Junta de Andalucía llevada a cabo con las diputaciones. Nos facilitaban un equipo multidisciplinar compuesto por servicios jurídicos, arquitectos, aparejadores para el asesoramiento urbanístico y la posterior ordenación”, añade.

“Luego, en los primeros 80, cuando empezaron las autonomías a tener competencias, empezamos a gestionar temas relacionados con la mujer, también temas de drogodependencias”, apunta. En ese tercer mandato, además, en municipios como Palma del Río se empezó a apostar por el desarrollo económico. “Comenzamos el trabajo para la puesta en marcha de polígonos industriales, a promover suelo industrial, naves industriales y a crear áreas de Desarrollo Económico dentro del Ayuntamiento”, detalla. “Los ayuntamientos, junto con la Junta tuvimos escuelas de empresas, luego llegaron las escuelas taller...e insisto, empezamos a apostar por el desarrollo industrial de nuestros pueblos”, incide.

Salvador Blanco defiende que la Diputación ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de los municipios cordobeses.

“La Diputación está sobre todo pensada para los pequeños y medianos municipios y creo que España tiene un altísimo porcentaje de municipios menores de 1.000 habitantes. Si no tuviéramos las diputaciones, habría que inventarlas”, insiste. “En el caso concreto de Córdoba, hasta para los medianos y grandes municipios nos ha supuesto y nos supone un avance considerable”, añade. Recuerda que la Diputación comenzó sellando vertederos incontrolados de residuos “que estaban al lado de los pueblos, por lo que recibió un premio de Europa; la basura no se trataba y estaba tirada en las entradas de los pueblos, algo que hemos visto hasta hace tres días en algunos lugares de Córdoba”, resalta, para destacar la posterior creación de Epremasa y lo que la empresa pública supuso para los municipios.

“Epremasa empezó a prestar un servicio homogéneo de recogida y tratamiento de residuos sólidos urbanos, un servicio que luego se hizo más selectivo”, sostiene. También destaca la importancia del servicio de bomberos que presta la Diputación. “Recuerdo que hasta principios de los 90 el servicio de extinción de incendios se prestaba en los ayuntamientos de forma comunitaria y con electricistas y fontaneros de los propios ayuntamiento que estaban de guardia y a los que se le había dado cursos al respecto, pero que no eran bomberos profesionales. Se creó el Consorcio Provincial de Bomberos, que tiene un costo muy importante, el servicio de bomberos de la Diputación ronda los 16 millones de euros y ahora tenemos parques comarcales y un servicio permanente llevado a cabo por profesionales, que no es poco”, puntualiza.

Salvador Blanco recuerda en lo que respecta al abastecimiento de agua que “contábamos con unos consorcios y cada ayuntamiento se buscaba la vida como podía” hasta que la Diputación creó Emproacsa “y se unificaron dichos consorcios”. “A día de hoy, la empresa provincial Emproacsa atiende en alta a prácticamente toda la provincia y en baja a 51 municipios, con una tarifa única, lo mismo paga un ciudadano de una aldea de Fuente Obejuna, que uno de Aguilar de la Frontera; y en la basura pasa igual, lo mismo se paga por la recogida de la basura en Puente Genil o Lucena que en un pueblo del Norte de la provincia”, apunta. “Es un modelo totalmente solidario y de equilibrio y vertebración territorial”, añade.

Otro de los temas a los que hace referencia es al de la recaudación de impuestos. “Recuerdo que había un consorcio que no funcionaba prácticamente, y la Diputación creó lo que en un primer momento fue Eprinsa y que ahora es Hacienda Local”, destaca.

“Desde Eprinsa se empezó a prestar el servicio informático a todos los municipios que si no hubiera sido así hubieran tardado muchísimos años en contar con ellos o no lo tendrían”, defiende. Salvador Blanco resalta asimismo que se unificó la recaudación de impuestos tanto en voluntaria, “que es lo más fácil”, como en ejecutiva, “que es lo difícil; para que haya un buen servicio de recaudación en voluntaria tiene que funcionar la ejecutiva”, insiste. Para recordar que actualmente, en enero, la Diputación adelanta a los municipios el dinero correspondiente al 80% de la recaudación prevista para cada año.

“Además, si un ayuntamiento tiene necesidad de asistencia de un letrado, se le presta desde la Diputación, sobre todo a los menores de 20.000 habitantes. Todo el papel que he comentado anteriormente es el de la Diputación respecto de los municipios, lo que ocurre es que es la gran desconocida; es que sería imposible, por ejemplo, que un municipio menor de 1.000 habitantes tuviera un servicio de recaudación si no existiera la Diputación”, insiste. En medio de todo ello nacieron las mancomunidades, que agrupan municipios de la misma comarca, “en las que yo nunca he creído, aunque sé que algunas funcionan y que han sido importantes en el tema de maquinaria, por ejemplo, para el mantenimiento de caminos”, sostiene. “Siempre, entre mancomunidades y diputaciones he defendido a las diputaciones; estoy de acuerdo en que la comarca que lo quiera se vuelque en su mancomunidad, pero defiendo que no sea una alternativa a la Diputación”, añade.

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