“La transformación de los riegos ha sido clave para el valle del Guadalquivir”

Cuatro décadas de ayuntamientos democráticos (11) | Testigos y protagonistas: Salvador Blanco (II)

Salvador Blanco ha sido testigo y protagonista del cambio que a todos los niveles ha experimentado Palma del Río –ciudad media que gobernó– y el Valle del Guadalquivir, un cambio que ha generado un modelo productivo del que destaca que ha servido para fijar la población a la zona en unos tiempos en los que el despoblamiento del mundo rural es un hecho

Regadíos en acción en una finca de la Vega del Guadalquivir. / El Día

Salvador Blanco recuerda que los primeros años de los ayuntamientos democráticos fueron “durísimos”. Este testigo y protagonista de los 40 años de ayuntamientos democráticos recuerda que “en la Transición, por ejemplo, el alcalde era hasta el responsable del empleo y si había problemas de paro los trabajadores iban a encerrarse en el Ayuntamiento y te presionaban para que buscaras soluciones; te pedían que solucionaras de forma urgente muchos problemas de todas las materias que no eran de competencia municipal. Los primeros años fueron durísimos”, insiste el actual concejal socialista de Palma del Río, exalcalde de ese municipio y actual vicepresidente de la Diputación.

“La Transición fue muy dura porque había problemas de empleo muy fuertes, había habido cambios importantes, cultivos tradicionales sociales como el algodón se habían mecanizado , no existía en el Valle del Guadalquivir la arboleda que hay hoy, no había ni naranjos, ni almendros, ni la cantidad de mano de obra que hay hoy en día en el sector primario”, insiste. “Fueron momentos durísimos, lo que pasa es que nuestro compromiso de servir a la ciudadanía era tan grande que nos echamos esos problemas a la espalda”, puntualiza. “Podemos estar orgullosos de que desde ese momento España empezó a sufrir una gran revolución en todos los aspectos, de infraestructuras, de acceso de la mujer al trabajo...”, añade.

A esa revolución que ha supuesto desarrollo económico para España y Andalucía en general ya para Córdoba en particular le pone prólogo con estas palabras: “Yo fui en el 1978 al Norte de España y cuando volví tras esos días fuera cogí una depresión, porque la diferencia en lo que a desarrollo se refiere del País Vasco con Andalucía era terrible, y el Sur de España tiene dificultades, pero en absoluto se parece al Sur de Italia respecto al Norte de Italia. No obstante, Andalucía ha dado un salto muy importante en estos últimos 40 años, digan lo que digan unos y otros.

Andalucía, y con ello Córdoba, se ha modernizado, coincide con la entrada en Europa en el año 1986. En los 60 se decía que España había pasado de la alpargata al 600 y el segundo paso que da España hacia la modernidad es el de la entrada en Europa. Y los que hoy critican la Transición, vamos a ver lo que son capaces de hacer, porque lo que hicieron los hombres y mujeres de la Transición, los partidos de la Transición, ahí queda. Fue un gran acuerdo y un gran consenso”.

Y sobre el desarrollo económico la zona del Río y la Vega del Guadalquivir durante los últimos 40 años destaca que “de la necesidad se suele hacer virtud”. “Una de las cosas más importantes en ese aspecto fue la transformación de los riegos. Las comunidades de regantes tanto del río Guadalquivir como del río Genil, del Bembézar y el Gadalmellato han hecho posible que haya una regulación del agua que suponga que todo el año al igual que se tiene para beber, se tenga también para regar, lo que ha permitido la transformación de la agricultura”, mantiene.

Para defender que en la comarca de la Vega y el Valle del Guadalquivir “hemos tenido la suerte de que ha habido una apuesta por el sector agroindustrial, lo que supone no sólo que se haya quedado la mano de obra, sino que el valor añadido también se ha quedado en parte”. “El campo se ha mecanizado y además, por ejemplo, falta mano de obra, no hay suficientes podadores en la zona. Hay tantos millones de árboles que hay que podar, regarlos, fumigarlos...que cuidarlos.

Después, una gran parte de ese producto se manipula en almacenes, para salir después a la exportación”, comenta. Este modelo de sistema productivo ha traído consigo que, según defiende, “antes el trabajo agrícola en estos pueblos duraba escasamente dos meses, tanto en el sector de la naranja como en el de la remolacha, y hoy podemos estar con la naranja desde finales de octubre hasta junio y julio del año siguiente. Es decir, estamos casi completando todo el año, y eso es otro mundo”.

Salvador Blanco recuerda que las tensiones sociales que se vivían hace décadas en el campo hacían pensar “que esto iba a llegar a arder en un momento dado” y ese cambio de desarrollo del modelo productivo ha supuesto que esas luchas hayan quedado para la historia. “Y sobre todo, lo importante es que hasta ahora hemos tenido la suerte de que en esta zona no ha habido despoblamiento, sino que ha habido una fijación de la población, un asentamiento, que no se ha tenido que marchar de la zona nadie, como se marchaban en pasadas décadas o como está ocurriendo en otras zonas, en las que el medio rural está sufriendo una despoblación”, insiste.

“Las personas se van cuando no tienen más remedio, pero vivir en ciudades medias, como es el caso de Palma del Río, es algo muy agradable; tienes un nivel de servicios altísimo, un nivel también importante de equipamientos, y una vida muy tranquila, muy sosegada y muy apacible. Me alegra ver cómo la sociedad reivindica la vida en el medio rural, porque supone una calidad de vida importante que no debemos perder”, añade.

Defiende asimismo que otra punta de lanza para el desarrollo de los municipios ha sido “ese tan criticado y denostado PER, ese que ninguno de los que lo han criticado, haciéndole un daño terrible a Andalucía, cuando han gobernado no lo han quitado”.

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