El vino continúa siendo clave para el desarrollo del Sur de la provincia
Cuatro décadas de ayuntamientos democráticos (15) | La evolución económica de los territorios
El sector vitivinícola, del que viven hace décadas miles de familia, ha ayudado a fijar la población a pesar de las constantes crisis que lo han azotado
La importancia económica y social del sector vitivinícola cordobés ha sido decisiva en la zona de Montilla-Moriles para fijar la población durante el periodo democrático –aunque cada vez menos–, a pesar de que el sector también ha pasado sus crisis.De hecho, en la actualidad, Montilla-Moriles está inmersa en una de ellas, después de que el número de hectáreas dedicadas al cultivo haya ido disminuyendo, así como la cifra de agricultores que se dedican a la vid y las exportaciones de vino que se realizan desde las cooperativas y las bodegas del Sur de la provincia.
Montilla-Moriles es la denominación de origen vinícola española que ampara legalmente la crianza y comercialización de los vinos producidos en los municipios de Aguilar de la Frontera, Montilla, Moriles, Doña Mencía, Montalbán, Monturque, Nueva Carteya y Puente Genil, así como en parte de Baena, Cabra, Castro del Río, Espejo, Fernán-Núñez, La Rambla, Lucena, Montemayor y Santaella.
Según el último balance publicado por el Consejo Regulador del marco vitivinícola correspondiente a 2018, esa cifra de hectáreas totales en casi la veintena de municipios que componen la denominación de origen se estancó en 4.822. Ese informe revelaba que la superficie había caído en 179 hectáreas con respecto a 2017 –un 3,5% menos–, la cifra más baja en toda la historia del marco.
Es más, en los últimos años ha desaparecido en total en los municipios que componen la denominación de origen un 38% del viñedo. Además, la actual cifra es paupérrima si se toma como referencia que al principio de la era democrática Montilla-Moriles contaba con unas 20.000 hectáreas. Ese descenso en la superficie de viñedo contrasta con el incremento en mucho de esos municipios, así como en los de muchas otras zonas de Córdoba, del olivar, un cultivo que los agricultores consideran más rentable.
No en vano, en las últimas décadas se han consolidado en la provincia de Córdoba cuatro denominaciones de origen del aceite, las de Baena, Priego, Montoro-Adamuz y Lucena. Además, con zumos de oliva, algunas de ellas, que suelen copar los primeros puestos en los certámenes internacionales. Según ese informe del Consejo Regulador correspondiente a 2018, desde el año 2016, el número de agricultores o empresarios que se dedican al cultivo de la vid ha menguado casi un 50%, hasta los 1.883 productores.
Todo ello después de que se vieran con cierto optimismo las posibilidades del marco vitivinícola cordobés a principios del actual periodo democrático, época en la que se defendía que Montilla-Moriles aseguraba 6.000 puestos de trabajo fijos para la zona y que, a pesar de que el sector tampoco atravesaba su mejor momento, los caldos cordobeses eran a medio plazo un producto con futuro.
Según quedó plasmado en las hemerotecas de la época de boca de entonces representantes del sector, “Montilla-Moriles es un vino con futuro. No existen en los países comunitarios y en el resto del mundo caldos similares a los elaborados en Andalucía Occidental –generosos secos– lo que en unión se su calidad, son una garantía de valoración y aprecio por parte de una demanda selectiva de carácter internacional”.
En palabras del entonces Consejo Regulador, en ese momento la comarca aguantaba la crisis del vino “gracias a la dimensión reducida, en general, de las explotaciones del ramo. Estas permiten un mayor control de los costos. También la demanda del mercado interior y exterior favorece el mantenimiento del sector”.
A pincipios de los 80 ya se apuntaba desde el marco que la viña dejó de ser rentable para el agricultor a partir de 1975 y que, en ese escenario, las pérdidas en los cultivos eran enjugadas, según el Consejo Regulador de entonces, “por unos salarios que los cultivadores directos raramente contabilizan, aunque se han registrado en el transcurso de los últimos años la disminución de sus ahorros como consecuencia del obligado arranque de viñas”, un arranque que desde aquellos años no ha parado. a pesar incluso de contar con unos caldos únicos en los que la estrella de la corona es el pedro ximénez.
Los caldos típicos de esta zona se elaboran con diferentes variedades de uva blanca. Se someten a crianza bajo velo de flor por el sistema de criaderas y soleras. Podemos encontrar además, según su maduración, vino joven, fino, amontillado y oloroso.
El Consejo Regulador ha combatido en la últimas décadas las malas cifras del sector, entre otras acciones, con importantes campañas de promoción y con la organización de eventos como la Cata del Vino Montilla-Moriles, que este año ha cumplido su XXVI edición.
Actualmente, la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles también ampara los vinagres de la zona. El Vinagre de Montilla-Moriles es un vinagre de vino obtenido de la fermentación acética de vino certificado de la DOP o, en su caso, un vinagre procedente de vinagre de vino obtenido de la fermentación acética de vino certificado de la DOP con adición de mostos igualmente certificados de dicha denominación vínica, y sometido a envejecimiento. Los mostos son procedentes de uva pasificada o no, según el caso, de las variedades pedro ximénez o Moscatel e igualmente certificados de la DOP .
En la actualidad son casi 7.000 las familias de los municipios que conforman la Denominación queviven de la producción de vino, cifra que da una idea de la importancia de este cultivo y esta industria para la vida de los pueblos y la permanencia de una cultura ligada a esta producción. Mientras que los planes de reconversión y reestructuración del viñedo benefician a más de 3.200 hectáreas en la provincia.
Desde 2001 los viticultores han modernizado en concreto 3.224 hectáreas de viñedo, con unas ayudas de 30,5 millones de euros para 1.283 beneficiarios. Además, La DOP cerró la vendimia de 2018 con el mayor incremento de producción de toda Andalucía. Si las buenas condiciones climatológicas favorecieron el aumento de la cosecha en un 19% respecto a la campaña anterior en el conjunto de la región, en el caso de la zona productora del Sur de Córdoba el repunte fue del 33%, hasta los 44,6 millones de kilos. Así consta en el informe final de la pasada vendimia de la Junta.
En Andalucía se recolectaron 178.476 toneladas de vid, de las que Córdoba aportó el 26%. Además, el viñedo amparado por alguna DO representa el 61% del total plantado en la comunidad destinado a uva para vinificación y produce el 69% del total de hectolitros de vino andaluz. Son datos esperanzadores para un sector que los necesita.
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