El Trono, para un triunvirato
Balance de la Feria de Abril
Perera, Luque y Roca Rey coparon el foco con una Puerta del Príncipe por coleta
Para la historia, la faena de Juan Ortega a un toro de Domingo Hernández llamado ‘Florentino’
Daniel Luque, triunfador de la Feria y Juan Ortega, autor de la mejor faena
A la terminación de una Feria, resumen habemus con el que recordar las cimas acaecidas en los quince festejos celebrados en la Maestranza. Una Feria de varios triunfadores en el ruedo y de uno indiscutible fuera del amarillo albero, el empresario Ramón Valencia. Una Feria con tres Puertas del Príncipe pone en un brete a la hora de dar por bueno un solo triunfador. Miguel Ángel Perera es el de mejor porcentaje, ya que las tres orejas que le dieron el pasaporte para salir por el Paseo de Colón las logró estando anunciado una sola tarde. Enfrente, esos enemigos íntimos que son Daniel Luque y Andrés Roca Rey que lograron ese mismo salvoconducto pero contando con tres tardes para conseguirlo.
Ha sido una Feria con siete no hay billetes y únicamente dos entradas con claros en los tendidos, pero es que hasta la de la oportunidad que mataron Lama de Góngora, Ruiz Muñoz y Calerito contó con una afluencia mayor de la esperada. De ahí que el premio a Ramón Valencia no sólo sea simbólico, sino que le llegaría por el merecimiento que tiene haber sabido ajustar nombres y fechas para alcanzar el éxito obtenido y que se antoja muy parecido al de la temporada anterior, aquella del rabo de Morante.
Y en llegados a este punto no puede pasarse por alto la triste Feria que ha vivido el orfebre cigarrero. Mató ocho toros y sólo obtuvo cierto parecido con él mismo la tarde de los juampedros. Esa tarde, segunda de las cuatro que mató, recordó algo al propio Morante con el primero, que se llamaba Mágico y con el que obtuvo una muy leve petición de orejas. Pero la Feria del llamado a ocupar el Trono de Sevilla se fue entre gestos de abatimiento y mala suerte en los sorteos.
Ha tenido este ciclo el aditivo del veto de Roca Rey a su vecino en Gerena Daniel Luque. Un veto que llevó a la confrontación en los tendidos cuando en la tarde de los victorinos hubo espectadores que intentaron sabotear las faenas de Roca Rey. Eso ocurrió justo al día siguiente de que Luque hubiese abierto la Puerta del Príncipe con la corrida de Núñez del Cuvillo. Claro que la reacción del peruano no se hizo esperar demasiado, pues a la primera oportunidad supo trabajarse y conseguir otra Puerta del Príncipe con los toros de Victoriano del Río.
El primero en tocar a rebato para afrontar la conquista del Trono que tanto se publicitó en las vísperas fue Miguel Ángel Perera. El extremeño venía a una sola corrida y bien que la aprovechó con el lote que mandaron los Moya Yoldi bajo el hierro de El Parralejo. Dieciocho años después de presentarse en Sevilla como matador de toros, Miguel Ángel lograba el sueño de su vida, franquear en hombros la Puerta del Príncipe. Le cortó una oreja a Panadero y las dos a Oloroso, una máquina de embestir que obtuvo el premio póstumo de la vuelta al ruedo.
Dos días después, viernes 12 de abril, se anunciaban toros de Núñez del Cuvillo para la única presencia de Diego Urdiales, que le cortó una oreja a Pantomimo tras faena preñada de clasicismo con el colofón de la que quizá fuese la estocada más ortodoxa de la Feria para que el riojano cortase una oreja. Claro que esa tarde iba a ocurrir un tsunami torero por obra y gracia de Daniel Luque, el torero vetado por el líder. El gerenense estuvo cumbre, le cortó una oreja a Ricardillo y las dos a Contento, con lo que ya teníamos la segunda Puerta del Príncipe.
Al día siguiente se escribió una página épica con toros de Victorino Martín y tuvo de protagonista principal Manuel Escribano. Cogido de salida por Disparate, salió de la enfermería para matar a su segundo, corrido en sexto lugar, y embutido en un pantalón vaquero volvió a irse a portagayola con la música solemnizando aquello en un tobogán de sensaciones culminadas con las dos orejas de Fisgador en manos del bravo torero. Todo ocurrió en el día de la consagración sevillana de Borja Jiménez mientras ciertos espectadores intentaron sabotear la labor de Roca Rey en claro acto partidista a favor de Daniel Luque.
Tras el asueto del domingo de rejones en el que volvió a brillar con luz muy propia el gran Diego Ventura llegó la explosión de un Juan Ortega en estado puro. Tras pasar de puntillas Morante y cortar una oreja Luque apareció en carne mortal Juan Ortega. Su diálogo con Florentino, el toro que salvó el honor de los garcigrandes, ya está en lo mejor de la historia de esta plaza y del toreo en general. Ese lunes, 15 de abril, poco antes de las nueve de la noche, la Maestranza vibró como vibra en esas ocasiones de diálogo fluido y lleno de toreo puro entre un torero y un toro.
Tocó pelo Emilio de Justo de un garcigrande llamado Azafrán y la Feria entró en un bucle que duró hasta que el jueves 18 apareció Manuel Jesús El Cid entendiendo a la perfección a Dorado, un gran ejemplar de La Quinta premiado con la vuelta al ruedo. Fue la única tarde en que Daniel Luque se fue de vacío y también en la que Emilio de Justo volvió a cortar oreja. Al día siguiente fue la catástrofe del hierro de Alcurrucén, última tarde de Morante y la constatación del buen momento de Castella y de las ganas de ser torero importante que alberga Tomás Rufo.
Ya estamos en el tramo final y el sábado se da uno de los carteles más esperados, pues a Roca lo acompañan esas dos ilusiones de Sevilla que son Juan Ortega y Pablo Aguado. Tarde del huracán Roca mediante el corte de tres orejas, dos a Cojito de Victoriano del Río y una a Descreído con el hierro de Toros de Cortés en el lomo. Pero esa sabatina no quedó ahí, ya que Pablo Aguado bordó el toreo con el capote a Soleares y con la muleta a Forajido, cortándole una oreja a éste.
Y para bajar la persiana, la corrida de Miura en tarde muy sensible con Manuel Escribano en el recuerdo de su gesta con la de Victorino. Fue un recital en banderillas del gerenense con El Fandi en presencia de un Esaú Fernández que supo cortarle una oreja a Charrán, una mole de pelo cárdeno oscuro que dio en la báscula la friolera de 595 kilogramos.
En el apartado ganadero hay que dejar constancia del extraordinario lote de toros que envió Santiago Domecq. Saleroso, Diestro, Listillo, Coronado, el gran Tabarro y Dormidito eran los nombres de la corrida de toros más completa que se recuerda. De otros hierros hubo un buen número de toros buenos, pero ninguna tan redonda como ésta. La Feria de 2024, esa en la que se dilucidaba quién ocuparía el Trono de Sevilla, acabó con un triunvirato, una faena para la historia y un ciclo para el recuerdo.
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