Ante la vulgaridad, más de lo mismo

Opinión Taurina

Una vez presentados los grandes carteles de las ferias taurinas solo falta que todo comience para ver si la fiesta continúa con sus vicios y pecados o se atisba alguna esperanza

El Juli y Enrique Ponce salen a hombros la pasada temporada. / Efe
Salvador Giménez

07 de abril 2019 - 06:00

Como quien no quiere la cosa, esto ya ha empezado. Han pasado las Fallas en Valencia y la Magdalena en Castellón. La temporada taurina ya está aquí un año más. Los carteles, tanto de la feria de Abril en Sevilla como los de San Isidro en Madrid, ya son públicos.

Ahora solo falta que todo comience para ver, una vez que pase el Pilar en Zaragoza, si la fiesta continua con sus mismos vicios y pecados o, por el contrario, se atisba alguna esperanza en el horizonte al solo objeto de despejar su futuro.

Valencia y Castellón han supuesto, un año más, el punto de partida. De las dos primeras ferias del año pocas conclusiones se pueden sacar por el momento.

Ante la ausencia de Ponce por una lesión, el peso de la temporada recaerá en El Juli

Por lo pronto, la lesión de Enrique Ponce, que le va a privar de desarrollar campaña casi seguro, por lo que el mayor exponente del toreo de los últimos veinticinco años no estará presente.

Sin el ilustre veterano el peso de la temporada recaerá, sin lugar a dudas, en El Juli, que no se dejará ganar su estatus por nadie. Posición de privilegio que le querrá arrebatar Roca Rey, que cuenta con el favor de los públicos, bajo la mirada de un estético y superficial Manzanares.

Los llamados emergentes no acaban, por causas propias y ajenas, de dar el paso definitivo. Luego quedan, como convidados de piedra, muchos que por unas causas u otras gozaron de cierto predicamento y ahora siguen recogiendo las migajas por esas plazas repartidas por el mundo, quién sabe por qué dinero y en qué condiciones.

Del llamado mesías, léase José Tomás, mejor no hablar. Sus actuaciones puntuales y a modo, comparables a los partidos de exhibición de los Harlem Globetrotters, sin medirse con nadie, ante toros elegidos para la ocasión y alejado de las plazas de responsabilidad, no es más que una anécdota en estos tiempos de tanta vulgaridad y medianía donde el sistema impuesto volverá, sin lugar a dudas, a dominar un año más el planeta toro.

Roca Rey, en una faena en la Maestranza, el pasado año. / Juan Carlos Muñoz

Vivimos tiempo de mucha vulgaridad en los ruedos. Los espadas ponen de manifiesto un gran oficio, despliegan una técnica abrumadora, pero entre la falta de un toro que emocione y de personalidad de quien está delante de él, todo es ramplón y en exceso banal. De ahí que Roca Rey, con tan poco, esté en la cima.

El peruano no es un estilista, pero al menos su personalidad y juventud hacen que corra aire fresco, que traiga una auténtica renovación a un escalafón donde los rostros comienzan a hacerse demasiados conocidos, por no decir cansados.

Tanto es así, que el actual Paquirri, antes Rivera Ordóñez, se anuncia para torear en la feria de Jerez tras haberse despedido de los ruedos en dos ocasiones, privando así de un hueco a otro torero que pueda decir mucho más que él, pues lo que tuvo que decir en el toreo ya está dicho y, si somos justos, incluso olvidado.

Tras los fogonazos de torería de Juan SerranoFinito de Córdoba en Valencia y Castellón, lástima de su mala espada, se comenta en los mentideros taurinos que nadie lo ha llamado por el momento.

La juventud y personalidad de Roca Rey hacen que traiga aire fresco y renovación

Un torero, al que se le podrán censurar muchas cosas, pero con una personalidad única y un toreo caro, no puede, ni debe, permanecer en el banquillo esperando una sustitución que le permita torear en las ferias.

Finito continúa como estaba, olvidado, sin apoderado y alejado de los grandes ciclos, donde las combinaciones son las mismas año tras año, alejando a muchos de las plazas. Finito ahí sigue, fiel a sí mismo, con su rol de artista, con un toreo que con solo con tres muletazos puede sacudirte el alma, lo que otros con sesenta no son capaces de hacer.

Madrid, y posiblemente Córdoba, serán los próximos puertos del fino torero cordobés, donde sin lugar a dudas será esperado tanto por partidarios como por escépticos.

Tal vez un triunfo en Madrid le supondría volver a ocupar un lugar estelar, pero las Ventas ya no garantiza nada, muestra palpable del momento que vivimos. Recientes triunfadores en Madrid, como el caso de Ginés Marín y Álvaro Lorenzo, apenas se anuncian en los carteles, cuando no hace mucho les hubiera valido para dar un par de vueltas a España. Muestra palpable de que hoy todo es vulgaridad y más de lo mismo.

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