De los Óscar con bofetón a la moda motera
Las alfombras rojas
El incidente protagonizado por Will Smith ensombreció una alfombra roja donde se intentó recuperar la estética de la era dorada de Hollywood
Rosalía pone de moda con su último disco la estética de los amantes del motociclismo
Dior y Setenil, moda y campo en la sierra de Cádiz
Fue la gala del bofetón. Así nos hemos levantado este lunes, con las web digitales de los periódicos refiriendo la guantá con toda la mano abierta que Will Smith propinó al humorista Chris Rock por una broma -con poquísima gracia- que hizo sobre la alopecia confesada que sufre su mujer, Jada Pinkett. Una agresión que se ha convertido en la protagonista indiscutible de la 94 edición de la ceremonia de los Óscar, que tenía como uno de sus principales objetivos, a nivel estético, recuperar la belleza perdida de la era dorada de Hollywood.
Una alfombra roja ensombrecida por el bofetón de Smith que, en un primer momento y ante el desconcierto de invitados y telespectadores, se pensaba que formaba parte de un sketch poco atinado. Pero, pese al inmenso eco que ha tenido el incidente, el paseíllo de los nominados a la estatuilla dorada también ha tenido su cierta importancia, aunque se haya quedado en esta ocasión en un segundísimo plano.
La Academia de Hollywood exigía en sus normas de protocolo -y para evitar looks dantescos de ediciones anteriores- que el largo de los vestidos estuviera por debajo de la rodilla. Como en esto de hacer una selección de los mejores y peores modelos siempre hay un factor subjetivo de gran preponderancia, permítanme que les deje una pequeña selección de lo más subrayable -para bien y mal- de lo que se ha visto en la madrugada de este lunes en tierras estadounidenses.
Si me tengo que quedar con alguien, lo hago con mi admirada Zendaya, con un dos piezas de Valentino, bicolor, a juego con su combinación de mechas. También de Valentino era el dos piezas, con pantalón y larga capa roja, de Ariana De Bose, que se ha llevado una de las estatuillas por West Side Story. Ha sido una de las protagonistas de la noche, con un discurso en el que ha hablado abiertamente de su homosexualidad. No menos espectacular me ha parecido Jessica Chastein, de Gucci, (quizás un poco excesivo en fantasía), acompañado de una coleta que promete convertirse en una de las tendencias capilares de la nueva temporada. Y también, por supuesto, a nuestra compatriota Penélope Cruz, que ha vuelto a apostar por Chanel.
Y en cuanto al repertorio masculino, pues sin resaltar grandes apuestas, me quedo con el español Javier Bardem (su inconfundible predilección por el negro) y con el modelo que lució Will Smith, que ha demostrado tener muy buenas costuras. Olvídense, para los que copian todo lo que ven por la pequeña pantalla, de emular a Timothee Chalamet y su pecho al descubierto, por mucho que Louis Vuitton firme el conjunto. Pueden pillar una pulmonía y es indecoroso acudir a una gala como el que va al chiringuito playero.
Cambiemos ahora de tercio, aunque sigamos hablando de moda. Con casco y a lo loco. Así se presenta una de las tendencias más acuciantes de cara a la primavera que ya se ha iniciado (aunque el polvo sahariano de estos días no la impida ver). El estilo motera se ha implantado en nuestra vida, como la calima del desierto en los cielos de Andalucía (llévense de regalo este ripio, que estamos en época propicia). Y todo gracias a la cantante catalana que ha roto los esquemas musicales de aquello que le da por interpretar. Rosalía y su último trabajo discográfico, Motomami, están detrás de este nuevo interés por lo que suene -y huela- a cilindradas. Las firmas internacionales ya apuestan por ello.
Muchos la tildan de visionaria, pero lo cierto es que la joven convierte en oro todo lo que toca, canta, vista o se coloque sobre su cabeza. El ejemplo más evidente lo encontramos en la portada del disco que salió al mercado hace escasos días. En un émulo posmoderno de la Venus de Botticelli, Rosalía aparece casi desnuda, tapando las partes pudendas con sus manos y esas uñas XXL que ya forman parte indisoluble de su iconografía. Sobre ella, un casco de moto. Vehículo al que ha hecho alusión en sus posteriores apariciones televisivas.
Sus chaquetas moteras se han convertido en una constante en cada entrevista que ha concedido, en las que los índices de audiencia se disparan. Y claro, después de provocar el deleite en los salones de belleza con uñas que se salen por la tangente, ahora le toca el turno al mundo del corte y confección, donde el estilo motero es ya una tendencia predominante a la hora de salir a la calle. Desde hace meses ciertas marcas vienen apostando por las chupas de cuero, acolchadas y con diseños propios de los amantes del motociclismo.
Una de las firmas que se ha decantado por el mundo de las motos a la hora de vestir a la mujer es Dior, gracias al acuerdo de colaboración con una empresa italiana especializada en tecnologías de seguridad del mundo del motociclismo. Así que ya saben, en estos primeros días de una primavera aún fría pónganse una buena chupa y tarareen esa letra del single de Rosalía, unos versos que, a buen seguro, tendrán un trasfondo existencialista que yo, a priori, no acabo de encontrarle. Aquí se los dejo, por si vuesas mercedes lo hallan: Okay, motomami / Fina, un origami / Cruda a lo sashimi. Serán cosas de la posmodernidad.
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