El Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, tesoro patrimonial al cobijo de Sierra Morena
Turismo
Conseguir una entrada -previa inscripción- para visitar esta joya arquitectónica no es nada fácil, ya que sólo está abierto durante unos cuantos días al año

El Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso (Ctra. Palma del Río, Km 5,5) es todo un gran desconocido para muchos cordobeses pues conseguir una entrada es normalmente tarea harto complicada. De hecho, sus actuales propietarios tan sólo autorizan la entrada al público durante unos cuantos días al año -que suelen ser en otoño- y previa inscripción -con prioridad a los visitantes que nunca antes hayan estado.
La asistencia a la actividad es gratuita, con visitas guiadas organizadas por la asociación Amigos de Medina Azahara y se realiza a través de Medina Azahara.
El Monasterio está ubicado frente a la impresionante Medina Azahara, al cobijo de Sierra Morena y rodeado de la vegetación autóctona. Parece ser que en la construcción del Monasterio se aprovecharon los restos de la antigua ciudad de Medina Azahara, que en el siglo XV era conocida como Córdoba la Vieja y se creía que había sido una ciudad romana.
Es el segundo edificio más grande de la ciudad, después de su vecina, Medina Azahara.
Fray Vasco de Sousa fue el monje portugués que trajo a Córdoba la orden Jerónima. El religioso se encuentra enterrado en el monasterio) y promovió su construcción en esta ubicación privilegiada
Volúmenes clásicos
Quienes lo ven por primera vez quedan impresionados al encontrarse con un imponente edificio del siglo XV. Aunque su origen es gótico -de hecho se considera el punto de partida de este estilo en Córdoba- se ha ido enriqueciendo gracias a las sucesivas intervenciones renacentistas y barrocas.
Quedó en estado de abandona a raíz de la desamortización de Mendizábal en 1836 hasta que en 1912 es adquirido por José Mª López de Carrizosa y Garvey, Marqués del Mérito. Desde entonces sus nuevos propietarios inician las labores de restauración y recuperación hasta la actualidad.
Rezuma magnificencia la gran fachada, con balcones y ventanas. Un medallón de mármol blanco con relieve de San Jerónimo ocupa un lugar de honor en el centro de la portada
En el interior lo más destacado es el patio principal claustrado, con columnas dóricas y bóvedas góticas. Además, en estos claustros varias capillas.
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