Nískalo, la última incorporación a la oferta gastronómica del barrio cordobés de Santa Rosa

Gastronomía

Mantendrá el mismo estilo de cocina viajera y canalla que lo hizo famoso a los pies de Sierra Morena

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Salón de Nískalo / Miguel Ángel Salas

Nískalo, el proyecto gastronómico del chef José María del Pino y Mirem Luque -su pareja y jefa de sala- inicia una nueva andadura y estrena ubicación. Pasado mañana abrirán las puertas de su flamante sede en el barrio de Santa Rosa (Acacias, 2), uno de los barrios de Córdoba que cuenta con una oferta gastronómica más atractiva de la ciudad. El recién llegado tendrá como vecinos a restaurante tan señeros como Astoria Casa Matías, Globo, Casa Antonio, Casa Pedro y un largo etcétera.

El comensal podrá comer a mesa y mantel en su salón -de una deliciosa elegancia contenida- o picar algo rápido en barra o en sus mesas altas.

Mirem Luque y José María del Pino, jefa de sala y chef de Nískalo / Miguel Ángel Salas

Tras cuatro años en las faldas de Sierra Morena, esta pareja de aventureros, dentro y fuera de la cocina, rescatan y mantienen la cocina viajera y 'kanalla' de Nískalo. Por supuesto, no faltarán los fuera de carta y los productos de temporada y de cercanía serán cruciales no sólo a la hora de diseñar las sugerencias sino también en los cuatro cambios de carta que Del Pino acomete cada año: uno por estación.

El símbolo de Nískalo no falta en el nuevo local / Miguel Ángel Salas

Entre las novedades de esta nueva etapa destaca una fuerte apuesta por una selección de vinos diferentes y con personalidad propia y la inclusión de los cavas como un protagonista más de la comida, del aperitivo al postre.

José María afirma que le aburre y desmotiva "cocinar los mismos platos durante mucho tiempo" y que cambiar constantemente su oferta gastronómica no sólo "mantiene el interés del público", sino el suyo propio. No obstante, en la carta actual repiten algunos platos icónicos de la casa como croquetas (que llevan acompañamiento sorpresa), bravas muy traviesas o la ensaladilla, deliciosa aunque alejada por completo de la tradición: con atún encebollado, alga wakame, mahonesa de wasabi y huevo frito.

¡Ojo a los flamenquines de su madre (literalmente)! y a la carrillada de cerdo y la mítica Salsa Café de París, tan difícil de encontrar en la ciudad.

Igualmente atractivas son las opciones veganas, como las alcachofas confitadas, el wok de verduras y chiles o los puerros a baja temperatura.

Sólo tiene tres postres, pero son autenticas obras de arte: Naranja a la antigua; Pantxineta y espuma de Pacharán; y la sorprendente Intxaursalsa.

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